Ocasión perdida
Es una pena. Esta había sido una buena oportunidad para que el Rey diera el puñetazo en la mesa y hubiera dicho a Pedro Sánchez que ya estaba bien, que leyera la resolución del Tribunal Supremo sobre el indulto de los enemigos de España que habían sido condenados a leves sentencias del procés. Pedro Sánchez se ha pasado por debajo del puente todo y ha impuesto su santa voluntad, olvidando el parecer de los españoles y olvidando también el parecer de los catalanes-españoles que han quedado más a la intemperie de lo que estaban hasta ahora.
Sánchez, en su declaración panfletaria de la concesión de indulto a los que cometieron delito de alta traición contra su país, con intento de golpe de Estado, condenados por sedición y malversación, tras proclamar urbi et orbi, sin opción a preguntas, tuvo el rostro de decir que «la democracia demuestra su grandeza con los indultos y pide que hagan lo mismo quienes la cuestionan». Y hablando en nombre de todos nosotros, sin que nos haya tenido en cuenta al respecto, se atreve a decir: «La sociedad española quiere una Cataluña próspera, plural y solidaria y con alto grado de autogobierno, una Cataluña sin España ni será europea ni será próspera», cuando lo que los españoles lo que queremos es una Cataluña con las mismas prerrogativas que Andalucía, Extremadura o Aragón, por poner unos ejemplos. Asegurando el presidente que «España sin Cataluña no sería España, como Cataluña sin el resto de España no sería Cataluña». Bonito juego de palabras para engañar al personal intentando dar gusto a todos, aunque solo sirve para que se les caiga la baba a sus ínclitos seguidores.
En los expedientes de indulto asegura el Consejo de Ministros la cantata de que la prisión supone un «claro obstáculo para la normalización de las relaciones entre las instituciones catalanas y las del Estado, así como un escollo para la superación del conflicto que protagoniza la política catalana en la última década».
Y, para superar el conflicto, la propuesta de indulto se despacha con la frase lapidaria de «muy consciente de la gravedad de lo ocurrido en Cataluña en el otoño de 2017 [...] quienes llevaron a cabo tales hechos no solo actuaron ignorando la Constitución, sino que también ignoraron a quienes no piensan como ellos [...]. Cegados por sus objetivos políticos, olvidando las leyes que no les gustaban y a las personas que no les apoyaban». O sea, que como eran tontos de baba y actuaron como niños de parvulario, hay que ponerlos en la calle para que sigan haciendo las mismas cosas sin saber si respetan las instituciones y cumplen las leyes del país.
Aunque Aragonés, el currutaco que ahora se ocupa de todas las componendas, además de actuar de presidente de la Generalidad, que parece más listillo que la interpretación que de los presos hace la propuesta de indulto, asegura que «los presos salen con la voluntad reforzada de construir la república catalana». Cosa que han largado más de uno de los susodichos penados nada más encontrarse con la comparsa que les ha ido a recibir, pues han llegado a asegurar que «la independencia es la libertad de Cataluña» –Oriol Junqueras–; los presos salen para seguir «trabajando por la libertad, la amnistía, la autodeterminación y la república», ya que el camino hacia la independencia es «irreversible» y podrá «culminarse tarde o temprano» «Si creen que encerrándonos en las cárceles se nos acabarán las ganas, es que se han equivocado de pueblo y época» –Raúl Romeva–; los presos salen con sus «convicciones más fuertes que nunca» y ha prometido «seguiremos luchando para conseguir la in-depencdencia de Cataluña y la conseguiremos, ganaremos» –José Rull–; «En Europa aún hay un Guantánamo de la justicia que se llama Tribunal Supremo y Audiencia Nacional», «el indulto condicionadlo, revisable, parcial» concedido por el Gobierno no supone un final, «que lo oigan bien alto, nuestro compromiso para ultimar el 1-O no es parcial, ni revisable, ni condicionado» –Jorge Turull–; «estamos donde estamos y todo está por hacer. Cerramos una etapa, es un paso adelante, pero tenemos que dar muchos más para lograr el derecho a la autodeterminación» –Dolores Bassa–. Como según se ve, no se aprecian muchas variantes sobre el tema, basta con esas bravuconadas, por lo que terminaremos con Aragonés, ese chico que hemos mencionado ya, que, sin un pelo en la lengua, asegura que «salen con la cabeza bien alta y los ideales intactos. Salen con la voluntad reforzada de construir una república catalana libre y justa, europea y próspera. Salen con el convencimiento de que es la hora de respetar la voluntad popular de los catalanes para resolver definitivamente el conflicto entre Cata-luña y el Estado español [...] Es la hora del referéndum».
Todo esto sucede cuando Pedro Sánchez se ha saltado el dictamen del Tribunal Supremo que advierte que «el mensaje transmitido por los condenados en el ejercicio del derecho a la última palabra y en sus posteriores declaraciones públicas es bien expresivo de su voluntad de reincidir en el ataque a los pilares de la convivencia democrática, asumiendo incluso que la lucha por su ideales políticos –de incuestionable legitimidad constitucional– autorizaría la movilización ciudadana para proclamar la inobservancia de las leyes, la sustitución de la jefatura del Estado y el unilateral desplazamiento de la fuente de soberanía». Es decir, que, para más inri, nada más salir de la trena, los indultados le hacen una higa al presidente del Gobierno y se reiteran en lo que prevé el alto Tribunal, por lo que, ateniéndose a que el indulto tiene la cláusula de poder ser reversible al cometer un delito en el tiempo que se determina, probablemente esos individuos entran en dicho precepto y por ello el Juzgado de guardia, o cualquier otro con funciones adecuadas, podría devolverlos a las celdas de las que no deberían haber salido.
No viene mal traer a colación que en este país también abundan los memos, cretinos, necios, insensatos, papanatas, además de los independentistas catalanes y los asaltadores del PSOE. Entre ellos se encuentra el presidente del grupo parlamentario de Unidas-Podemos en el Congreso, Jaume Asens, quien pide perdón a los presos por el retraso de los indultos, y opina que el indulto «no es debilidad sino fortaleza democrática».
¡Señor, Señor, qué habremos hecho para que nos castigues de esta forma!
Para los que crean que esto de Cataluña es de ahora, les recomendamos busquen bibliografía al respecto, pues es copiosa y a través de ella se podrán ilustrar al respecto. Y ya que hemos traído citas en abundancia, no viene mal echar mano de una fechada el 15 de junio de 1934, sin duda un tanto añeja, que nos aclara que «La abierta rebeldía de la Generalidad de Cataluña contra el Estado español nos hace asistir a un espectáculo más triste que el de la misma rebeldía: el de la indiferencia del resto de España, agravada por la traición de los partidos, como el socialista, que han pospuesto la dignidad de España a sus intereses políticos». Es escueta y clara, y la firmaba José Antonio Primo de Rivera.
Habrá que aprovechar la oportunidad para alabar la postura del Parlamento europeo –ocasión que no se presta muchas veces– que ha considerado no debe entrar en el tema de Cataluña por entender es una cuestión de los españoles y su Constitución.
Otra cosa es tener que soportar al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos de Estrasburgo –que es algo así como si yo monto en mi barrio el Tribunal de los Derechos Humanos de El rincón de Pepe, con unos sueldazos del carajo, y dependiendo práctica-mente de sí mismo–, quien acaba de condenar a España, por 4 votos contra 3, por no proteger la libertad de expresión del histórico dirigente de HB, Tasio Erkizia, condenado por apología del terrorismo tras su discurso en un homenaje al dirigente de ETA José Miguel Beñarán (Angala), asesinado en 1978 por el Batallón Vasco Español. La condena consiste en indemnizar al tal Erkizia con 6.000 euros por daños morales –tócate las narices– y 5.000 por honorarios, al haber vulnerado el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (Libertad de expresión).