Pasa de todo
Él va a lo suyo y se pasa por debajo del tacón cualquier cosa que se le ponga delante. No tiene escrúpulos. Crea historia, cambia los papeles de los personajes, confunde sin recato a propios y opuestos.
Muestra su contento asegurando que la vacunación «va a la velocidad de crucero», cuando ha estado casi paralizada; montó, sabe Dios por qué, un tiberio para que quienes habían sigo inyectados por primera vez con AstraZeneca la segunda fuera con Pfizer sin que los vacunandos sintieran en menor interés en recibir esta segunda marca, ni la mayoría de las comunidades autónomas hicieran caso a la recomendación.
Se congratula asegurando que en nada de tiempo desaparecerán las mascarillas, sin acordarse de que hace unos días aseguraba que tendrían que permanecer hasta pasados algunos meses, además de querer implantar nuevamente encierros contraviniendo las leyes, a lo que tampoco hicieron caso las citadas comunidades autónomas.
No tiene en cuenta todos los errores y olvidos en los que cayó junto a sus ministros. Tanto durante la pandemia –que todavía no ha terminado–, como sobre otras decisiones adoptadas.
Y olvida los más de 80.000 muertos, según las últimas estadísticas, que superan en mucho a los que hubo en la del siglo XVI/XVII por la peste bubónica, gripe, tifus, difteria y viruela.
Se monta un viaje a Argentina sin preparación para justificar la razón de por qué no estaría en el G7 –para que no lo tuvieron en cuenta los organizadores– y luego hace el ridículo abordando a Joe Biden en un pasillo para tapar el fracaso de sus mandados que no habían conseguido una entrevista con el presidente USA.
Aparece por aquí Ursula von der Leyen con el fin de llamarle la atención sobre el plan de recuperación de España, que ha presentado en la UE, trayéndole el anticipo de nueve mil millones de euros con la condición de que haga las reformas necesarias y, si no, probablemente no suelten ni un euro.
Y así es toda la gran hilera de tropezones y desencuentros de este Pedro Sánchez del que nadie se fía, le eluden en lo que pueden, y esperan darle el carpetazo lo antes posible.
Mientras España se va derrumbando como los icebergs de la Antártida por los que tanto sufren los ecologistas y los del cambio climático.