Puigdemont al trullo

10/FEB.- Parece medianamente despejado es el panorama que se presenta ante Puigdemont...


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 720 (10/FEB/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín de LRP.​

La verdad es que no siento ninguna preocupación por el futuro que tenga el que fuera presidente de la república catalana por un pis pas, para, a los pocos minutos, convertirse en un cagarruta que se escapa clandestinamente a otro país por no hacer frente a sus patochadas, cosa que ha venido sosteniendo ya demasiado tiempo tomándonos el pelo a todos los españoles, además de costarnos un pastón sus andanzas por esos andurriales europeos. Y le aplicamos al ilustre desertor el mote de cagarruta, uno de los adjudicados a los pelotas que rodeaban a un tal Juan Francisco Giró, quien fuera presidente de Uruguay durante los años 1982-1983, años conocidos como de la Guerra Grande por aquellos pagos, pues sus paisanos, como nosotros, no ahorraban burlas para aquella tropa tanto de verso como en prosa.

Actitud que al parecer se va proliferando por cuanto hace unos días, Pablo Iglesias –el saltimbanqui y expresidente segundo de Pedro Sánchez, no el serio fundador del PSOE–, quien aseguró ante su morralla que «cuando VOX y PP estén en el Gobierno muchos vamos a tener que ir a vivir a otro país, ante el aplauso de una buena parte de los medios de comunicación».

Que se tengan que ir a otras tierras se puede asumir con felicitaciones al dejarnos tranquilos. Y allí pueden juntarse los progresistas, los catalanistas y los etarras, junto con otros mamelucos parecidos a ellos, y aprovechen la ocasión para crear un buen sarao que complemente los que ahora tienen los franceses, y hagan lo posible para convertir los departamentos que están encima de los Pirineos en un país independiente, como el que sueñan hacer en España. Al fin y al cabo dichos departamentos en algunos momentos de la historia han tenido algo que ver con las provincias españolas próximas. De esta forma quedaría muy mono y controlarían el paso de España a Francia y viceversa y podrían pedir portazgo tanto a unos como a otros, tanto de ida como de vuelta que, junto con lo que sacaran de las arcas de los respectivos países, les permitiría vivir como reyes de los de antes.

Aunque últimamente no se oye mucho al respecto, quizá por no levantar polvos que perjudiquen los apetitos de Pedro Sánchez y de Pedro Aragonés en esas elecciones de las que sí se habla con generosidad, casi todos mostrando sus grandes aspiraciones, aunque no está igual de claro para unos que para los otros.

Lo que sí parece medianamente despejado es el panorama que se presenta ante Puigdemont –y alguno de sus amigos o amigas que se largaron a toda prisa cuando el aquelarre del 1-O–, pues ya se van abriendo la puerta de alguna de las cárceles de cuatro o cinco estrellas que existen en España, toda vez que el juez Llerena ha decidido tocar la partitura que a toda costa querían esconder tanto un Pedro como el otro, ya que se aprecia el sonido de los instrumentos que continuamente está poniendo en marcha el juez con la intención de que, en el camino que recorre casi todos los días entre su residencia en Waterloo conocida como Casa de la República –según la placa que apareced en la fachada, junto a la puerta de acceso al caserón–, y la sede del Parlamento europeo en Estrasburgo para que lo salven con la inmunidad como miembro del mismo.

Sin duda un Pedro más que el otro intentarán poner frenos al juez Llerena para que pasen los días, y los meses, y lleguemos a las elecciones sin haber aclarado nada de la sanfaina que montaron los separatistas, pues estando un poco distanciados unos de otros de cómo han de llevar adelante la petición de la separación, a todos conviene pasen las elecciones con la esperanza de que siga en La Moncloa la misma pareja que ocupa el palacete últimamente, toda vez que puede ser posible que tras el resultado del sufragio, el panorama cambie profundamente. Lo que esperamos gran parte de los súbditos de esta España tan encrespada y adolorida.

Porque en el arreglo cabe pensar que, de una u otra forma, Unidas-Podemos acaben sus días, marchándose Pablo Iglesias a otros parajes que les sean más beneficiosos, donde, con el dinero acumulado durante estos años, vivirán majestuosamente.