¿Queréis conocer a un hombre?

Con eso de la democracia y la libertad, por un lado lo delegamos todo o casi todo y por la otra estamos contentos de que cada quién funcione como le da la gana.


​​Publicado en la revista El Mentidero de la Villa de Madrid (16/ABR/2024). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

Es relativamente fácil. Ya nos lo dijo Pitaco de Mitilene, un estadista que vivió del 640 a.C. a 568 a.C., y fue conocido como uno de los Siete Sabios de Grecia. Su sabiduría andaba entre la política y lo social, manejando con destreza tanto la prudencia como lo militar. No se andaba con chiquitas. Además de ganar los Juegos Olímpicos, cuando fue necesario terminar la guerra contra Atenas retó a Frinón, y en la lid logró atraparlo con una red rematándolo seguidamente a la vista de todos.

Pues bien, Pitaco de Mitilene al tiempo que formulaba la pregunta dio la respuesta: «¿Queréis conocer a un hombre? Investirle de un gran poder». No se equivocó Pitaco. Y para que en nuestro siglo hubiera un figurón de tal pelaje, ahí tenemos a Pedro Sánchez.

A pesar de esa facha de todopoderoso, y las demostraciones que nos ofrece de sumo hacedor aunque se esconda cuando ha de enfrentarse a quienes no son sus sometidos o mercenarios, para eludir que le pregunten, y esquivar los encuentros, se ha aupado personalmente de forma torticera a la altura de Pitaco, y aunque no ha ganado nada en los Juegos Olímpicos, ni ha preparado la tesis del doctorado que dice poseer, ni escrito los dos libros que piensa dejar a la posteridad, ni ha acertado en ninguno de los decretos ley que ha puesto en marcha, ha empezado la campaña por el mundo entero para dar nación-estado a los Palestinos, como si le fuera la vida en ello. No la vida, pero quizá sí ande buscando en todos esos manejos su salida de España, bien tranquilamente bien en una estampida como su ya amigo Puigdemont.

Pensamos que, en lugar de perder el tiempo en ese afán de dar patria a los que intentan hacerse dueños del mundo para implantar la sharia, debería estar más atento a la razón por la que pueden estar llegando tantos africanos a España, debidamente ayudados y empujados por Mohamed VI, a quien también unta generosamente de euros con el fin de que engrandezca su país –o para que el susodicho lo pase pipa por París y otros lugares donde gozar de saturnales sin las pegas que pone el Corán, además de disfrutar del género femenino que tanto protege Pedro Sánchez– y amplíe su competencia con España aportando productos del campo a precio más llevadero. Individuo ese, Mohamed VI, que la generalidad de los españoles ya cree que tiene bien cogido a Pedro Sánchez, y está sangrando a España en beneficio del sátrapa marroquí.

Y debería estar más atento a las tropas que van inundando Europa, y muy especialmente a España, para que, sin incorporarse a la sociedad y vida de los nativos, siguiendo las consignas que reciban de las mezquitas que se levantan sin control alguno, seguro que tienen un propósito de apoderarse del mundo y meternos las disposiciones de Mahoma por los cuatro costados. Ahí tenemos las diferentes huestes musulmanas para hablar con ellos y llegar a un acuerdo para que se estén quietecitos y se dediquen a una vida normal, como la que normalmente llevsan los demás, cambiando los artilugios de guerra y las armas de los terroristas que, incitados por el Estado Islámico, habitualmente usan los chicos de Hamas, los Huties, los de Herbolá, los Takfiríes de Al Qaeda, los Yihadistas, y cuantos andan repartidos por los diferentes países esperando el momento de actuar. En concreto, no hace mucho, el grupo Yihadista Estado Islámico hizo un llamamiento a los «lobos solitarios para que lleven a cabo masacres contra cristianos y judíos durante el mes de Ramadán en Occidente, citando a Estados Unidos, Israel y Europa».

En el caso de nuestro modelo de hombre, no hemos sido nosotros quienes hemos aupado a Pedro al gran poder, ha sido el mismo quién se buscó las martingalas para conseguirlo en un principio, y sigue utilizando las que cree adecuadas en cada momento para conservarse en el poder pues es capaz de retorcer hasta la coraza de una tortuga si ello le sirve para lograr su objetivo.

¿Habrá que hacer como Pitaco actuó con Frinón para lograr acabar con la guerra mantenida con Atenas? No creo que sea preciso llegar a ese extremo. En democracia existe el procedimiento de destituir al protagonista, como Pedro hace en TVE y en otros organismos oficiales.