Todo lo más, una chapa
Para apantallar a los presidentes autonómicos en la conferencia celebrada en Salamanca el 30 de julio, –y a todos los españoles por la tele– Pedro Sánchez otorgó a España, con arte y donosura, el 25 del mismo mes, la medalla de oro por la ejecutoria de cómo se ha llevado la vacunación del covid-19. Es decir, pensaba entrar en la reunión con la medalla colgando del cuello para que los asistentes se desmelenaran expresando su contento con sonoros y continuados aplausos durante varios minutos. Lo cierto es que pocos iban gozosos a la reunión, algunos incluso habiendo colgado ya el aviso previo de que no volverían a más reuniones de ese cariz si no se montaba el divertimento de forma más seria; otros, que habían racaneado como acostumbran, afloraron tras conseguir sacar prebendas para su rincón.
De aplausos nada. Los susodichos presidentes, que la mayoría son personas más serias que Pedro Sánchez, a lo que probablemente estarían dispuestos a concederle, como chacota, sería una chapa de cervezas El Águila de aquellas que utilizábamos los niños de la posguerra para jugar nuestros los campeonatos de fútbol en el barrio. Porque, inmediatamente de salir de la reunión sin ningún acuerdo, ya apuntaba, el que más y el que menos, preguntando dónde estaban las vacunas, dado que en su territorio iban muy lentos por falta de material, pues no veían ni los tres millones de vacunas recién compradas que había anunciado.
Ni la Conferencia de Presidentes autonómicos, ni la medalla (chapa) de oro, ni sus viajes para conquistar mercados, ni las homilías por televisión para justificar que solo ha cumplido uno de cada tres proyectos comprometidos por la coalición PSOE-Unidas Podemos –¡gracias a Dios!–, justifican su impericia, su incapacidad de gobernar el país. Él mismo nos lo pone de manifiesto. Sabido es, por todo aquél que no ocupa plaza de lerdo como los socialcomunistas, que las actuaciones de Pedro son negativas para la marcha de una nación.
¡Y solo ha cumplido uno de cada tres propósitos de los que tenía que poner en marcha para destrozar España! Claro que con esa baja proporcionalidad ha hecho lo suficiente para situar a España en el camino de la ruptura, camino del enfrentamiento entre españoles, la demolición de la cultura, inclinar las futuras generaciones en la barbarie y la ignorancia, acercándose al retorno al que pretenden llegar, el de la dictadura sobre el proletariado obtuso y plebeyo. Dictadura que sería controlada por su señoría.
Pedro ya estará preparando las maletas para las vacaciones. Él no se las perdería por nada del mundo. ¡Se lo ha merecido tanto, que no tiene más remedio que ir a descansar! Eso sí. Dejando al país colgado de una grúa, como lo hizo el pasado año. Pero da igual, ya lo encontrará arreglado cuando vuelva; y si no, ya lo pondrá en marcha mediante algún real decreto ley.
Como no tenemos duda de que por ahora España no se ha merecido una medalla de oro por el tema de la pandemia; a lo más una chapa de botella de cerveza, de las de antes o si se quiere de una de las muchas cervezas de las que ahora podemos disfrutar. Quienes sí se han merecido la medalla de oro han sido los médicos, las enfermeras, toda la gente que se ha movido en ese entorno; y los encargados de las ambulancias, y muchos taxistas que han trabajado gratis para atender a los necesitados, y quienes se han volcado para que todos nuestros hermanos tuvieran algo que llevarse a la boca, y las fuerzas del orden que han dedicado horas y horas a que nos comportáramos como era necesario sin conseguirlo por la incompetencia de los que controlan el país, y la imbecilidad de las generaciones que van surgiendo de los planes socialcomunistas.