Ya nadie le cree
Por más esfuerzos que haga Pedro Sánchez, ya nadie le cree. Ni dentro del país dado que es raro el día que no tome el pelo a los españoles prometiéndoles el oro y el moro para desdecirse después, como en los países de «nuestro entorno» o incluso los más lejanos, pues, sabiendo cómo son sus promesas, intenta colarles una engañifa con sus supercherías que ellos, más avispados, enseguida descubren.
Por nuestros pagos, que son los que él cultiva, después de prometer por un lado y por otro ayudas a los distintos problemas existentes, solución de las catástrofes que se van sucediendo con harta frecuencia, simplificación de las trabas administrativas que acontecen por incapacidad de sus gestores, más otras variadas complicaciones que su ambición de poder van produciendo al mantener en su Gobierno a los enemigos de España, no dejan de cantar a voz en grito cómo lo están haciendo.
Estos días, sin ir más lejos, el ministro Félix Bolaños, que ostenta la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática (ya esta última encomienda hace rechinar los dientes) sea puesto en contacto con Cuca Gamarra (PP), Gabriel Rufián (ERC), Edmundo Bal (Cs), Aitor Esteban (PNV) e Íñigo Errejón (Más País) para demandar su beneplácito al plan que el presidente pretende presentar al Parlamento este martes pues, según Pedro y sus gurruminos, es la panacea que solucionará todos los males producidos por la pandemia y por la guerra de Putin, ya que a esos dos acontecimientos culpa de su tambaleante Gobierno, de cuyo contacto el ministro ha quedado muy satisfecho, ya que opina que «Estas conversaciones han tenido buena acogida y el tono ha sido constructivo», aunque no ha tenido en cuenta la opinión que en la calle mantienen los camioneros, los campesinos, los pescadores y algunos más.
En ese regocijo, de todos los rincones de Moncloa se desprende que «El Gobierno espera que los partidos políticos demuestren unidad y responsabilidad en la respuesta a la guerra provocada por Putin y se sumen al gran acuerdo de país que ha propuesto el presidente y que necesita España». Aunque lo que va a proponer, y probablemente se apruebe, está alejado de lo que piden los trabajadores y empresarios en la calle y algún partido político por todos los lugares del país.
Evidentemente, las propuestas que presentará en el Parlamento no tienen nada que ver por las que ha hecho públicamente en sus mítines y homilías, dado que no responde a lo que piden los camioneros para poder trabajar con un mínimo de beneficio, así como los pescadores y los agricultores por mencionar los problemas que tienen estos amplios sectores de la economía nacional, pero que puede extenderse hasta el ama de casa que ve insuficiente el dinero que entra en su economía para dar de comer a la familia con los precios a los que ha de pagar los servicios y los alimentos.
Y no digamos nada si pensamos en las promesas de Pedro Sánchez por la recuperación de la vida en la isla de La Palma, o por las ayudas prometidas a los lugares declarados catastróficos por la acción de las lluvias, los tornados o los movimientos tectónicos o telúricos, las causadas por del malhadado Putin, o el dañino covid-19.
Pedro no se da cuenta, pero está más que acabado. Si fuera un tipo medianamente honesto ya habría presentado su dimisión para permitir que otro, más modesto, pero sabiendo lo que hace, se pusiera al frente de la nación española para intentar enderezarla, como suele suceder siempre que un gobierno se hace cargo después de un mandato socialista. No hay otra salida. Y la primera medida que habría de tomar ese espécimen anhelado debería ser la de suprimir el contubernio creado por Pedro, con el fin de que todos los ejes del país se vieran limpios de la arena que los impide funcionar correctamente.
Más pronto o más tarde eso ha de acaecer, siendo de desear que sea lo más pronto posible. Y entonces, ¿qué será de Pedro y sus pimpollos? ¿Tendrán que emigrar para no verse acosados desde diferentes puntos de vista? Sábelo Dios...
De momento, nos conformamos con disfrutar del botijo que presentamos, sin duda original, de la artesanía murciana, que nos muestra todas las sabandijas que podemos encontrarnos por el mundo, con sus diferentes colores. Mientras lo contemplamos sentados bajo un tupido árbol que nos libera de los rayos del sol, podemos ir dando nombres a cada una de esas sabandijas; faltarán no pocos de estos repugnantes reptiles para asignarlos a algunas personas merecedoras de ese sambenito.
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