Creo que se entiende
Me dan a leer, probablemente con retraso, unas declaraciones del señor Tamames en las que hace gala de toda su más que acrisolada erudición respecto al estado en que se encuentra su país, España. Este señor, según confiesa, tiene 91 años. O sea, ha recorrido buena parte de la reciente historia y se le supone un conocimiento profundo de los males (y bienes) que nos aquejan, como ha dejado constancia escrita en sus numerosas publicaciones, algunas de ellas libros de culto en ciertas universidades, especialmente de corte económico. Todo esto quiere decir que es un profesional con todas las garantías, ya en el ocaso, y la imagen que a mí se me impone como más completa es que en todo momento sus valoraciones estaban trufadas por su ideario comunista, que ya era un punto a tener en cuenta negativamente en su intelectualidad. Pero de vez en cuando, hete aquí, dice cosas que se entienden. Por ejemplo, las declaraciones a que aludo.
Por lo visto su visión de las cosas de este mundo han sufrido una alteración, esperemos que sea para bien. Concretándose al Gobierno que en estos momentos detenta el poder en España ha puesto en la parrilla (para que se ase) no solo al individuo que lo representa sino a la corte de leguleyos que le barren el suelo que pisan, como hacen otros primos en el deporte ese donde una cazoleta se va deslizando hasta no sé dónde, impulsada por su equipo; perdonen, pero ignoro el nombre de ese juego. Y lo ha hecho, como era de esperar, fiel a su estilo, despertando sorpresas y adhesiones en los círculos que le han oído, pero sin duda una soberana aceptación de principios que otros, tal vez porque tengan más que perder, se callan. El señor Tamames no. El otrora comunista Tamames ha dicho en voz alta lo que una gran parte de los españoles piensa y debo presumir que se ha quedado tan fresco. Es tan alto su magisterio que ya podrían ir tomando nota personajes adventicios de la última hora, llámense Yolanda, Belarra o el que nombré el otro día, con mis respetos personales, don Carnal. La verdad, si el comunismo de hoy tienen que encarnarlo señores nonagenarios, tendré que revisar mis consideraciones políticas.
Porque lo medular de sus palabras se cocía entre dos puntos de referencia, el primero de corte augur en el sentido de calcular tres años, como mucho, para que el tarro de las esencias españolas se derrame y nos coja a todos desabrigados. Esto quiere decir que para 2025, como mucho, ese sujeto (de la oración) que nos gobierna habrá hecho y deshecho tal cantidad de fechorías que poca gente será capaz de analizar con los sentidos claros, quiero decir cabales, cómo ha sido posible semejante desaguisado. Y eso sin contar que en medio habrá elecciones, que el señor Tamames entiende, o debe entender, como una argucia más de un sistema super engrasado para que todo se deslice según la maquinaria tantos años preparada. El otro punto de apoyo, piensa este señor, es el rey. Porque en los papeles está escrito que don Felipe VI es la máxima autoridad en las Fuerzas Armadas, él único que tiene poder y capacidad para ponerlas en movimiento, entre otras cosas para salvaguardar lo que le es consustancial, como es la defensa de la patria. En este sentido, probablemente haciendo un chiste, se permite decir que no debería bajo ningún supuesto caer en la trampa que ya le pusieron a su bisabuelo. Pero esa es otra cuestión.
Al llegar a este punto me pregunto: ¿se entiende o no se entiende? No creo que haga falta ser un experto cazador cercano a los cien años para comprender, o simplemente entender, que lo que el señor Tamames propone, o estima, o cree solución inevitable en la España que contempla es pura y llanamente la ejecución de un golpe de Estado. Ustedes verán.
Pero antes de que lo vean me adelanto para decir lo siguiente, tanto al señor Tamames como a los miles de ciudadanos que pueden haberle escuchado: No, no, no señor Tamames. No es la España del primer cuarto del siglo XXI la que vivieron nuestros antecesores más o menos por los mismos años del siglo pasado. Claro que han cambiado las cosas, claro que ha corrido el tiempo, claro que estamos imbuidos, cuando no educados, en unos perfiles de convivencia que incluso tragando quina estamos obligados a respetar. Pero no queremos golpes de Estado propiciados por nadie, ni siquiera por la más alta autoridad vigente. Queremos el aplastamiento radical de unas ideologías malignas que han llevado al país al filo del sumidero y eso se consigue, lo siento señor Tamames, a través de las urnas y unas papeletas libremente depositadas en ellas. Con todos mis respetos, señor.