Día de Andalucía
Doña Macarena Olona ha sugerido, más bien expuesto su parecer, que el llamado Día de Andalucía sea considerado el 1 de enero de cada año, coincidente con la toma de Granada. La idea no carece de sentido, pero tal vez convenga aderezarla de manera que encaje mejor en los pareceres de las gentes, especialmente las censadas en la tierra andaluza. Pero antes convendrá dar un somero repaso histórico.
No es la primera vez, ni será la última, que se somete a consideración la viabilidad de una fecha concreta que sirva de arranque a una edad, período o ejercicio determinado. Para ello la gente preparada se reúne y estudia el caso, hace sus alegaciones y dictamina cuál debe de ser. Es un hecho conocido que en estos círculos cultos se tienen en cuenta factores históricos y sociales, cuando no de índole política. Y es partir de ahí cuando los historiadores posteriores se acogen al dato decidido. Por ejemplo, no sobran quienes para dar fin a la Edad Media e inicio a la Moderna toman como punto de referencia la caída de Constantinopla (1457) en manos de los turcos, aunque más fortuna tuvo el descubrimiento de América (1492) por parte de los españoles. Estos fueron hechos preclaros y de consenso universal y han servido para inaugurar cómputos generales; quiero decir de la historia del mundo.
Otra suerte de criterios siguieron las naciones. En estos casos se tomaron hechos o asuntos de interés general, atendiendo pulsiones más o menos políticas del momento, como pueden ser dar lectura a una constitución, celebrar una revolución o conmemorar el nacimiento de un régimen. Son múltiples las motivaciones, pero en todo caso, se entiende, pasan a los calendarios de los países en calidad de representativos, y como tales se mantienen, por lo general orlados de fiestas y actos de tal o cual naturaleza. Para el caso de España, claro está, se bascula entre unos cuantos hechos y aún no está decidido qué nombre ponerle, lo cual tiene concomitancias con la letra hímnica. Mientras se resuelve esta cuestión, sigamos descendiendo.
Dentro de las naciones, es decir de España, al menos tal cual está repartida actualmente en las llamadas comunidades, tenemos el curioso caso de Andalucía. Aquí es donde se ha detenido la señora Macarena. Nadie ignora que esta región del Sur de España alberga en una parte de su espacio territorial el que fuera territorio granadino, o sea el reino musulmán de Granada. Una ocupación que duró, aparte los conocidos, más de dos siglos, hasta que en 1492 fue destruida por los Reyes Católicos. Esto ocurrió tras una guerra de diez años. Es un hecho histórico de primera magnitud, que doña Macarena no parece haber olvidado, pero que, en todo caso, tiene significación nacional, pues aquella guerra fue española, de índole general, conducida y librada por gentes procedentes de otras partes de Castilla y de Aragón. Que en ese mismo año se dieran otros acontecimientos de suma importancia es asunto distinto, que no procede ahora destacar. Lo que importa es que el remate a dicha guerra tuvo lugar en Andalucía, es decir España, y a ese debe referirse la señora Olona al proponer el día en que tuvo fin para considerar que debe ser celebrado como hecho histórico, desde luego más denso e importante que la simple celebración de un referendum, como se mantiene en la actualidad, no sin reservas. En definitiva, podría argüirse que es válida la iniciativa, al menos podría serlo, con tal que las fuerzas políticas, intelectuales y valedoras llegasen a ponerse de acuerdo en la valoración. Pero hay un pero.
El pero consiste en que en la Guerra de Granada, el punto álgido, el más sublime, el que más costó a las fuerzas cristianas sucedió a su mitad. Sí, la toma de Granada fue, en cierto modo, acto protocolario, muy pero que muy inferior al ocurrido cinco años antes en Málaga. Fue en esta ciudad ribereña donde se libraron todos los esfuerzos, se emplearon las peores armas, se acució el asedio y se determinó que, con solo esperar unos cuantos veranos caería la fruta madura, o sea la Alhambra, como así fue. Quiero decir, y no valgan ahora chauvinismos catetos, que la Edad Moderna puede tener su comienzo en agosto de 1487, cuando la llave cristiana abrió el cerrojo del candado moro. Sépase desde ahora. Sépase que 1492 fue un año famoso pero por otras causas. Reivindiquemos lo que sea justo y reconocible.