Cuidado con el miedo de los 'creyentes'.
26/09.- Las dudas que algunas personas sentimos y manifestamos frente al chorro de ¿información? sobre la dichosa pandemia se resuelven por los creyentes en dicha información acusándonos de “negacionistas”...
Editado por la asociación cultural Avance Social.
Ver portada de la revista 'Somos' en La Razón de la Proa.
Las dudas que algunas personas sentimos y manifestamos frente al chorro de ¿información? que nos suministran los medios públicos y privados en ondas, papel y redes sociales sobre la dichosa pandemia y cómo la combaten los poderes públicos, se resuelven por los creyentes en dicha información y sus fabricantes acusándonos de “negacionistas”, término inventado en su día para descalificar a quienes expresan sus dudas en cuanto a lo establecido canónicamente sobre el exterminio judío por el Estado nacionalsocialista alemán. Un término durísimo, pues viene a elevar a su destinatario a la condición de cómplice de tal crimen al extremo de que, por dudar y exponer la duda, han ido algunos a la cárcel en varios países.
Por tanto, las personas que dudamos, no sobre la existencia de un microorganismo vírico que mata personas, sino sobre la forma de gestionar su tratamiento y erradicación por el Estado español en todos los niveles de éste, rechazamos que se nos pretenda elevar a la categoría de cómplices del coronavirus. Así que, por resumir, en términos castizos y ante lo injusto y ruin de la afrenta, envío desde aquí a tomar por donde amargan los pepinos a quien me dirija el nefando calificativo de “negacionista”.
Otro término descalificador y despectivo muy utilizado por bustos parlantes, plumas a sueldo y tertulianos omniscientes para atacar a quienes manifestamos las mencionadas dudas, es el de “conspiranoico” (no lo busquen en el DRAE, es el invento de algún graciosillo), con el que pretenden asimilar nuestra capacidad de raciocinio a la de locos de atar.
¿Quizá locos peligrosos? ¿Peligrosos para quién? Pues nada, vayan éstos a lo mismo que mandé a los anteriores.
Porque aquí está entrando en juego una casta sacerdotal, centinela del dogma de la verdad oficial, que nos dice cómo hemos de actuar y pensar. Y no sólo nos acusa de “negacionistas” o “conspiranoicos”, sino que ya empieza a pedir coerción al poder y que lanza a los creyentes que pastorea a la delación para castigo del hereje.
Como si el cúmulo de contradicciones, negligencias, mentiras, abusos, chulerías y posturitas inanes con que nos han venido aplastando los poderes públicos desde hace seis meses, no fuera motivo suficiente para gritarles non serviam a la cara.
Esta casta sacerdotal –es muy propio del fanático en entredicho buscar justificaciones racionales a su fanatismo– se apoya habitualmente en opiniones y dictámenes emitidos por supuestos expertos de reconocido prestigio en el ámbito científico, para apuntalar la verdad oficial que justifica su existencia.
Pero ocurre que, frente al reconocido prestigio de estos científicos, se alza el no menos demostrado prestigio y valor profesional de científicos que dicen, si no lo contrario, algo diferente, los cuales son inmediatamente acusados de you tubers, porque, claro, la verdad sólo puede estar recogida in vasa idonea, es decir, en los medios santificados por el poder y financiados para su servicio, donde la disidencia no tiene cabida.
Por citar a Lenin, en frase que se le atribuye, parece que estamos en fase de contra las almas, la mentira. ¿Pasaremos pronto a la fase de contra los cuerpos la violencia?