La 'damnatio memoriae' de Franco
Me he leído detenidamente las páginas correspondientes a los tiempos fundacionales del Tercio que aparecen en el libro: La Legión. 100 años, 100 imágenes, editado recientemente por el Ministerio de Defensa para conmemorar el centenario de la fundación del ya histórico cuerpo de élite que, un buen amigo, ha tenido la gentileza de enviarme por correo electrónico.
El citado volumen tiene 339 páginas (100 imágenes) y, salvo error u omisión, no he visto en ninguna de ellas a quien fue, junto con Millán Astray y Rafael Valenzuela, fundador de dicha Institución militar. Franco fue jefe de la Legión desde 1923 hasta 1926, pero solo se le dedican tres renglones en la página 16 del libro. Se obvia, entre otras cosas, que Franco fue el primer jefe de Instrucción y comandante fundador de la 1ª Bandera.
Sin embargo, resalta más esta omisión cuando se observa que personajes tan anodinos para la milicia como Agustín Rodriguez Sahagún (UCD) o Adolfo Suárez (CDS) han tenido el honor de aparecer fotografiados en dichas páginas.
No sabemos los asesoramientos, pruebas tipográficas y controles que habrá pasado esa edición, pero, podemos asegurar que la gran fotografía que aparece, a doble página (en las numeradas 124 y 125), no tiene relación alguna con Millán Astray. Se trata, nada más, y nada menos, que del traslado de los restos de José Antonio Primo de Rivera desde Alicante hasta San Lorenzo de El Escorial, acción que se realizó en noviembre de 1939. En esa fotografía aparecen los militares que se habían turnado con los falangistas para llevar el féretro del Fundador a hombros.
En definitiva, lo que pone en evidencia, el tratamiento de Franco en ese libro, es un grado de vileza que necesariamente nos trae a la memoria la antigua damnatio memoriae.
Por otra parte, nihil novi sub sole.* Damnatio memoriae. Denominada condena judicial, que se ejercía en época romana. Consistía en que a la muerte de una persona, considerada enemiga del Estado, se decretaba la condena de su recuerdo, retirando o destruyendo sus imágenes y borrando su nombre en todas las inscripciones donde figurara. Es decir, el Estado decretaba una condena con la intención de borrar su propio pasado, de renunciar a una parte de sí mismo, era literalmente una «condena de la memoria».
Esta fotografía no recoge el traslado de los restos mortales de José Millán Astray al cementerio de la Almudena, en 1954, sino los de José Antonio Primo de Rivera, de Alicante a El Escorial, en 1939.
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