Un decálogo para desmemoriados
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.
Atiendan bien, concienzudos catecúmenos de lo políticamente correcto; arrebújense, mamones insaciables de buena leche dulzona –de esa que mana abundante y viscosa de las ubres de la democracia morbosa–; enderecen por un momento la cerviz, dóciles lacayos; tómense un respiro, desvelados servidores de los inefables y supremos dogmas de la laicidad rampante; escruten con reposado tino, ignaros fiscales de la Memoria Democrática.
Sitúense, rebaño de crédulas buenas gentes. A todos, les propongo un sencillo acertijo.
Corría el año 1934 en nuestra España. Época convulsa, preludio de una tragedia que no tardaría en desatarse… Hoy todos sabemos con claridad meridiana que en la Guerra Civil de 1936 hubo unos culpables evidentes; hubo un bando de despiadados verdugos y otro bando de gente pacífica, pero resistente; hubo, en definitiva, unos violentos golpistas frente a unos escrupulosos observantes de las reglas de la democracia más pura.
A ochenta años vista, nadie duda de que quien pretenda o aparente tener conexión alguna con el bando de los que se alzaron en 1936 pueda aspirar a ocupar un sitio en el escenario presente. A tales sujetos hay que extirparlos de la sociedad actual por pura salud democrática. En cambio, es para todos palmario que constituye irrefutable timbre de honor el que el partido en el Gobierno, en alianza con otro de antecedentes similares, ostente el mismo nombre, use las mismas siglas y entone el mismo himno que aquel Partido Socialista Obrero Español de los años infaustos.
Partido que, por supuesto, no tiene nada de qué arrepentirse ni por lo que pedir perdón a nadie. Todo lo contrario, reúne todas las prerrogativas para juzgar y condenar a quien manifieste cualquier atisbo de relación o comprensión hacia el franquismo, o hacia cualquiera de los grupos que se alzaron contra el «gobiernolegitimodelarepublica».
El reto que les propongo es el siguiente: decidan cómo completarían las frases que siguen. Pueden utilizar los grupos de letras fasc-, en la opción A o social-, en la opción B, para la mayoría de los renglones. En el punto 3º se completaría con «y con la palma extendida», opción A, o, por el contrario, «y el puño cerrado», opción B. Prueben a ver qué quedaría más acorde con la doctrina aprendida. Confíen en lo que los medios de comunicación, películas, documentales, etc., les han transmitido acerca de aquella época convulsa que hay que rememorar a cada momento.
Decálogo del joven ¿?-ista:
- Los jóvenes ¿?-istas deben acostumbrarse a las movilizaciones rápidas, formando militarmente de tres en fondo.
- Cada nueve (tres filas de tres) formarán la década, añadiéndole un jefe, que marchará al lado izquierdo.
- Hay que saludar con el brazo en alto -vertical ¿?, que es un signo de hombría y virilidad.
- Es necesario manifestarse en todas partes, aprovechando todos los momentos, no despreciando ninguna ocasión. Manifestarse militarmente, para que todas nuestras actuaciones lleven por delante una atmósfera de miedo o de respeto.
- Cada joven ¿?-ista, en el momento de la acción, debe considerarse el ombligo del mundo y obrar como si de él y solamente él dependiese la victoria.
- Solamente debe ayudar a su compañero cuando éste ya no se baste a ayudarse por sí solo.
- Ha de acostumbrarse a pensar que en los momentos revolucionarios la democracia interna en la organización es un estorbo. El jefe superior debe ser ciegamente obedecido, como asimismo el jefe de cada grupo.
- La única idea que hoy debe tener grabada el joven ¿?-ista en su cerebro es que el ¿?-ismo solamente puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor, consciente o inconscientemente.
- Cada día, un esfuerzo nuevo, en la creencia de que al día siguiente puede sonar la hora de la revolución.
- Y sobre todo esto: armarse. Como sea, donde sea y «por los procedimientos que sean». Armarse. Consigna: Ármate tú, y al concluir, arma si puedes al vecino, mientras haces todo lo posible por desarmar a un enemigo.
No hay duda de que si se ha decidido por la opción A ha acertado de pleno… ¿O no?
- No me diga que la opción B es la correcta, que no me lo creeré.
Pues sí, ¡la correcta es la opción B! El documento Decálogo del Joven Socialista recoge los diez puntos anteriores, y fue editado y distribuido en el año 1934 para que se lo grabasen en la cabeza los/las jóvenes militantes de las Juventudes Socialistas. Aquellas mismas juventudes que luego se unieron a las juventudes comunistas.
Aquellas mismas juventudes que asesinaban a derechistas y a fascistas antes de la guerra; antes incluso de que alguno de esos derechistas o fascistas se decidiera a ejercer represalia alguna, pues el único decálogo con que, hasta entonces, habían adoctrinado a esos desgraciados contrarrevolucionarios derechistas había sido el decálogo de la Ley de Dios, el cual prohíbe el asesinato por revolucionaria que sea la motivación.
Eran las juventudes que desfilaban militarmente por las ciudades de España para avisar de que había una segunda opción a los resultados de las urnas. Eran las mismas juventudes que, junto a sus mayores, fracasado el golpe militar del 18 de Julio, se lanzaron a hacer su revolución, especialmente en las checas de la retaguardia, y desde luego que nunca jamás lucharon por restablecer ningún tipo de orden democrático.
¿Acaso no eran coherentes con los principios en los que habían sido formadas?
¡Cuidado!, que pronto, por ley, habrá que dar como acertada la opción A, so pena de multa, pues, aunque falsa, es mucho más correcta. Que una cosa es la Verdad, concepto por otro lado anticuado, y otra la Corrección, que es la norma suprema que nos dicta el Gran Hermano.