EE.UU. se resiste a bajar los tipos y la rebaja en Europa será pírrica
Sin bajadas de precios no hay razón para la bajada de tipos siempre que –como ahora– no estemos en recesión económica.
Publicado en el digital El Debate (8/MAY/2024), y posteriormente por La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
Los doce miembros del comité de la Reserva Federal o Banco Central de EE.UU. votaron el pasado primero de mayo a favor de no bajar los tipos de interés de referencia. Hubo, por tanto, unanimidad en el FOMC; acrónimo en inglés por el que se conoce a este comité.
En el mes de junio veremos si esos doce responsables de la política monetaria norteamericana junto con otros siete expertos que tienen voz, pero no voto, mantienen sus previsiones de crecimiento, desempleo e inflación para la que sigue siendo la primera economía del mundo.
Hasta el momento el denominado consenso de los diecinueve responsables de poner cifras a las previsiones económicas se decanta por cerrar 2024 con unos tipos de interés de referencia en un rango del 4,5 % al 5 % para, más adelante, bajar un punto porcentual en 2025 y otro en 2026. Los mismos responsables creen que, a largo plazo, esto es, más allá de 2026, los tipos de referencia pivotarían en torno al 2,5 %.
El conflicto del Mar Rojo ha vuelto a sacar a pasear el espantajo del tensionamiento en la cadena de suministros
Lo que hay detrás de la decisión de no bajar los tipos de interés es, por una parte, el buen pulso de la economía estadounidense (especialmente en términos de empleo) y, por otra, la refractariedad que muestran los precios a nuevas bajadas. En esto último los registros de la economía norteamericana siguen la misma tendencia que la inflación en la zona euro, también reacia a bajar. Por esta razón, habría que cuestionarse la magnitud de la anunciada bajada de tipos de interés del Banco Central Europeo para el mes de junio. Hay muchas razones para esperar que esta bajada sea pírrica (no más de un 0,25 %). Más aún, de no estar inmersos en ese momento en la campaña de elecciones europeas, probablemente la bajada ni siquiera se llevaría a cabo.
El conflicto del Mar Rojo ha vuelto a sacar a pasear el espantajo del tensionamiento en la cadena de suministros y la consiguiente elevación de precios. Este temor se deja sentir más en Europa que en EE. UU. donde las rutas comerciales se han resentido menos. Las expectativas de un aumento en la producción de petróleo por parte de Arabia Saudita pueden dar un poco de respiro a la inflación, pero, de momento, la subida del precio de los combustibles derivados del del petróleo no ayudan a la bajada de precios.
Junto a la refractariedad de la inflación a bajar, el fuerte déficit fiscal de la administración estadounidense (7 % del PIB) es también una dura barrera contra la bajada de los tipos de interés. La deuda pública tiene que ser suficientemente atractiva para los ahorradores (lo que obliga a mantener elevados los intereses) y no son pocos los preocupados por el fuerte déficit.
La misma semana en la que los responsables de fijar los tipos de interés de referencia en EE.UU. decidieron no bajarlos, se activaron en la Unión Europea
La misma semana en la que los responsables de fijar los tipos de interés de referencia en EE.UU. decidieron no bajarlos, se activaron en la Unión Europea (UE) las nuevas reglas de consolidación fiscal de los países miembros. Las nuevas reglas fiscales de la UE, tras cuatro años congeladas por la pandemia, vuelven a limitar el nivel de deuda sobre el PIB y el déficit de los Estados miembro. No obstante, lo hacen de forma más flexible y adaptada a la situación por país. La zona euro está lejos de los números rojos de la administración norteamericana. En promedio, el déficit público está en torno al 3,5 % del PIB. No es por tanto el déficit sino la pertinaz inflación la que frena la bajada de tipos de interés en Europa.
A uno y otro lado del Océano Atlántico y en el hemisferio norte, los bancos centrales coinciden en no apartarse del guion de la política monetaria ortodoxa. En definitiva, no es que uno y otro se imiten, sino que los dos están convencidos de que sin bajadas de precios no hay razón para la bajada de tipos siempre que –como ahora– no estemos en recesión económica.