Estar a 30 minutos, pero llegar en 10

14/JUL.- Parece que en España hay demasiadas empresas atrapadas en el lugar común del pensamiento Alicia que no logran aterrizar el desafío en sus procesos productivos o en el propio diseño de sus procesos.

Publicado en primicia por el digital El Debate (13/JUL/2022). Recogido posteriormente, con autorización del autor, por La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

La transformación digital de las empresas es un lugar común en el que se encuentran personal directivo, mandos intermedios, responsables políticos de cualquier nivel y, en general, opinadores de todo tipo. Es una más de las letanías o mantras que se nos han colado en esta suerte de pensamiento Alicia, en alusión al personaje del escritor y matemático Lewis Carrol. Pero la transformación digital de la empresa es mucho más un conjuro mágico que se invoca que una hoja de ruta clara. En definitiva, es un concepto difuso pero además, cuando se logra concretar, es también muy diferente dependiendo del tipo de empresa.

Lo que parece incontestable es que son excepciones las empresas que no pueden desarrollar nuevos modelos de negocio o mejorar los que ya tienen gracias a esta transformación digital que incluye herramientas tan dispares como la gestión de una empresa mediante un «gemelo digital» o el análisis de los datos que la actividad empresarial genera cotidianamente. También parece incontestable que la diferencia entre las empresas que salgan reforzadas de esta revolución de la denominada industria 4.0 y las que queden atrapadas en ella va a estar en la velocidad y en el acierto de su adaptación al cambio. En definitiva, triunfarán aquellas que, como en la película Pulp Fiction, sean conscientes de que están a treinta minutos de lograr el cambio pero consigan hacerlo mucho antes.

Parece que en España hay demasiadas empresas atrapadas en el lugar común del pensamiento Alicia que no logran aterrizar el desafío en sus procesos productivos o en el propio diseño de sus procesos. La bofetada del dato del mal comportamiento de la productividad en España que puede haberle costado el puesto al presidente del Instituto Nacional de Estadística está –en mi opinión– muy ligada a la mala transición digital de nuestras empresas. Naturalmente el INE sólo es fedatario de una realidad incómoda y grave pero mero fedatario al fin y al cabo. La transformación digital debe permitir hacer más con la misma plantilla de trabajadores, esto y no otra cosa es mejorar la productividad. Esto y no otra cosa es lo que no está ocurriendo en España. Además acaba reflejándose en la pérdida de poder adquisitivo de los salarios como hemos recordado recientemente en esta misma tribuna.

Si revisamos la encuesta de costes salariales que elabora trimestralmente el INE y vemos el comportamiento desde el inicio de la crisis de 2008 hasta ahora de la productividad, los resultados parecen avisar de que la transformación digital y, más aún, la revolución industrial 4.0 está muy poco extendida en nuestra Nación.

Tres variables son especialmente útiles para llegar a esta conclusión; la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo, la productividad por hora efectivamente trabajada y la remuneración por puesto de trabajo equivalente asalariado. Desde el inicio al final del periodo hasta el primer trimestre de 2022, la tasa de variación anual de la primera variable ha caído de 1,3 a 0,96; la segunda de –0,65 a –1,12 y la tercera de 6,81 a 0,8. La situación es más preocupante si lo vemos en comparación con nuestros socios de la Unión Europea (UE). Desde el segundo repunte de la crisis financiera en 2013 hasta ahora y tomando el valor de 100 para la media de la UE a 27, España junto con Grecia lideran la caída de su productividad en más de diez puntos.

Las empresas españolas tienen que reducir el tiempo de llegada al nuevo escenario de organización productiva. Hay herramientas para ayudar a quienes saben que tienen que pasar del pensamiento de Alicia en el país de las maravillas a la realidad porque saben que los demás ya lo están haciendo. Entre esas herramientas está el Plan Acelera PYME que cuenta con 6.000 agentes dedicados a orientar en los procesos de digitalización. También está la plataforma Atlas tecnológico que permite poner en contacto a las empresas interesadas con una red de «habilitadores tecnológicos» que prestan sus servicios a la medida de las necesidades de cada una. La plataforma Lanzadera de Mercadona presta también ayuda en este ámbito pero más específicamente a las empresas de la cadena agroalimentaria.

En definitiva, hay que pasar de los lugares comunes a los hechos. Esto requiere de acompañamiento. Naturalmente, se requiere en cualquier proceso de adaptación. Este es determinante.


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