Los guisos anónimos de la declaración de la Renta

El número total de declaraciones a favor de la Iglesia fue de más de 7,6 millones el año pasado en el que se tributó por las rentas obtenidas en 2022.


​​Publicado en el digital El Debate (15/MAY/2024), y posteriormente por La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.​

La gran olla de Pepe «pelapalmeras» rebosa garbanzos con pollo y tomate. Es grande pero de material sencillo. No reposa sobre sobre una placa de inducción; se apoya en un rosco agujereado por donde el gas butano prende en una llama azul cielo casi añil. Todo los días enciende el fuego en el tiempo que se abre entre su trabajo como sepulturero en los cementerios de Algeciras y su segundo trabajo como podador o «pelador» de palmeras. Pepe y pocos más se echan a las espaldas la cocción de entre setenta y ochenta raciones diarias de comida que luego reparte discretamente entre la gente con hambre de esta ciudad del sur de España. Una Algeciras a partes cruzada por la dignidad del trabajo honesto y la indignidad del narcotráfico criminal.

Entre las pocas manos que ayudan en la olla de Pepe está la de la Cofradía de Nuestra Señora de la Merced. Todas estas manos se escapan de la contabilidad nacional y del PIB español. Las raciones que se sirven a diario no tienen una etiqueta con precio alguno ni pasan, por tanto, por ningún canal de distribución. Técnicamente forman parte de la acción del «tercer sector» de la economía (el primero es el mercado y el segundo, el sector público). Su actividad económica es grande pero, al basarse en donaciones gratuitas, se escapa de los técnicos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Las estadísticas oficiales sólo registran las compras y empleos que genera esta parte de la sociedad pero se limitan a las que hacen las grandes fundaciones civiles y las órdenes religiosas. Las raciones que sirve Pepe escapan al INE.

Poner en valor su contribución al bienestar de la sociedad es un difícil reto en el que se afanan técnicos e instituciones

Lo anterior explica que el peso del sector de instituciones no lucrativas esté anclado en el 1 % del PIB. Poner en valor su contribución al bienestar de la sociedad es un difícil reto en el que se afanan técnicos e instituciones. El volumen de recaudación que la Agencia Tributaria recibe a través de quienes marcamos la X para la asignación tributaria a la Iglesia Católica y también para otras entidades de interés social, es una aproximación al valor de su contribución al bienestar común.

Más de 22 millones de declaraciones del IRPF se presentaron en el ejercicio 2021. Hasta julio de este año no conoceremos los datos correspondientes a 2022, un año que ya se separaba de los efectos del confinamiento y del cierre parcial de la actividad económica. Un avance de estos resultados lo ha ofrecido la Conferencia Episcopal hace unos días. El número total de declaraciones a favor de la Iglesia fue de más de 7,6 millones el año pasado en el que se tributó por las rentas obtenidas en 2022. Más de 14 % de estas declaraciones fueron conjuntas por lo que incluían, como mínimo, a dos contribuyentes.

Marcar la casilla de «Fines sociales» es otra manera de revelar la valoración social que se otorga al trabajo de las entidades que laboran en el tercer sector. Visto con detenimiento, la evolución de los datos no son nada halagüeños. En 2022 se sumaron 86.980 personas más a marcar la casilla solidaria de la renta, una cantidad muy pequeña si se tiene en cuenta que el número de nuevas declaraciones del IRPF aumentó en casi medio millón. El colectivo más refractario es el de los menores de 35 años. Más de la mitad no marcó esta casilla.

El desafecto de los contribuyentes será el argumento para una futura reducción a las organizaciones no gubernamentales

El desafecto de los contribuyentes, de seguir creciendo, será el argumento para esgrimir una futura reducción de las aportaciones del Estado a las organizaciones no gubernamentales. Basta extrapolar el razonamiento del ministro Urtasun de que la sociedad evoluciona en sus preferencias y con ellas lo debe hacer el apoyo a la cultura.

Aunque el acceso a los datos no es fácil (la memoria de la Agencia Tributaria sorprendentemente no los ofrece), parece que la tendencia de los contribuyente es más favorable a otorgar su reconocimiento a la Iglesia católica que a otras entidades de interés social. El número total de declaraciones con la X en favor de la Iglesia católica aumentó en 218.126 en 2022 con respecto al año anterior.

El apoyo a la Iglesia sigue resistiendo a las acometidas de la secularización social, de los errores propios y de las campañas institucionales de sectarismo y desprestigio. La última medida de la ingeniería del desprestigio a la Iglesia ha sido anunciar un fondo de compensación a las víctimas de abusos sexuales cometidos en su seno excluyendo a las víctimas del mismo tipo de abusos perpretados en cualquier otro ámbito.

El mayoritario apoyo de la Iglesia catalana al «procés» explican que sea la región española con menor porcentaje de declaraciones con asignación a la Iglesia

No menos importantes son los errores propios. El mayoritario apoyo de la Iglesia catalana al «procés» y la activa colaboración de los colegios religiosos en la exclusión del español en sus planes educativos explican que sea la región española con menor porcentaje de declaraciones con asignación a la Iglesia (15,9 % frente a una media del 31 %).

Con errores propios y víctima de campañas institucionales, las asociaciones que enarbolan la bandera de hacer de las necesidades del otro parte del compromiso propio resisten con fuerza. Lo hacen sin importar que, como las raciones que salen cada día de la olla de Pepe «pelapalmeras» no sumen en la cifra del PIB español. Ni eso importa a Pepe ni a quien llena el estómago con sus garbanzos con tomate. Precisamente, el anonimato es ingrediente fundamental de ese guiso.