Herederos del odio
Publicado en el Nº 329 de 'Desde la Puerta del Sol', de 12 de julio de 2020.
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Durante la campaña electoral al Parlamento vasco, hemos sido testigos de la violencia de la izquierda abertzale. Todos los actos de Vox han sido salvajemente boicoteados por hordas de salvajes, cahorros de ETA y herederos de su política de odio y violencia. San Sebastián, Bilbao, Vitoria, Irún, Laguardia, o Sestao se convirtieron en un auténtico campo de batalla.
No es nuevo, siempre que se celebra algún acto de la formación de Santiago Abascal tienen lugar este tipo de concentraciones. Las imágenes hablan por sí solas.
ETA no ha desaparecido. Su legado sigue vivo y se expresa de muchas maneras. Cuando se anunció, el 20 de octubre de 2011, el «Cese definitivo de la actividad armada», muchos creyeron que la banda criminal dejaba de existir. Como en tantas ocasiones era falso, incluso cuando, el 3 de mayo de 2018, anunciaba su disolución. Los Servicios de Información de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado saben que es pura retórica.
Lo que ha ocurrido es una transformación y un cambio de estrategia que da más réditos políticos, económicos y sociales. Desde la llegada al poder de Sánchez, y tras la coalición con Podemos, el independentismo radical cobra fuerza y renueva su actividad. Ahora, a cara descubierta y desde las diversas instituciones en las que tienen representantes políticos. Disfrutan de los beneficios de un estado débil que les hace más fuertes, mejor asentados financieramente y gozando de los micrófonos de los medios de comunicación.
En los municipios, en el Parlamento vasco, en el Congreso de los Diputados y otras instancias de poder, proclaman, con desvergüenza y sin reparo alguno, sus postulados totalitarios. No han renunciado a ninguno de los fines que persiguiera la organización terrorista: un estado totalitario socialista, la independencia de Francia y España y, la anexión de Navarra. Nada ha cambiado en el programa de los herederos del odio.
Además, saborean, con soberbia y altanería inaceptable, de la escucha de sus pretensiones, no ya de socialistas, polemistas e independentistas de diverso pelaje, también de los nacionalistas «moderados» y lo que es peor, imponen un diálogo y un chantaje a un gobierno sectario y pusilánime sediento de poder. Las excarcelaciones, o los acercamientos de los presos vascos son consecuencia de su apoyo al ejecutivo de Sánchez. Hasta se permiten el lujo de proponer una reforma laboral.
ETA se ha reinventado, reconstruido y organizado a través de diversas marcas de la izquierda radical. Se ha burlado una y otra vez de la justicia española encontrando su acomodo en diversas siglas siniestras. Primero Herri Batasuna (1986/2001); luego Euskal Herritarok (2001/2003); a continuación Batasuna (2003/2013), auténtico y confeso brazo político de la banda. Todas ellas ilegalizadas y hasta declaradas organizaciones terroristas a nivel internacional. En 2003 aparece Euskal Herria Bai, una coalición integrada por: Eusko Alkartasuna, Abertzaleeen Batasuna y Batasuna. Recordemos que la primera de ellas era una escisión del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y cuyo líder, entre 1987/1999, no fue otro que el ex lehendakari, Carlos Garaicoetxea.
Bildu, reunirse es su significado en castellano, existió entre 2011 y 2015. Hoy la sombra de los criminales se acoge al amparo del paraguas de EH Bildu (Reunir y País Vasco), coalición creada en 2012 e integrada por otras formaciones apologistas del terror: Sortu (Nacer), creada en 2012; Aralar (2001/2017) y Nafarroa Bai (2004/2017). No puedo dejar de citar otras siglas del submundo abertzale (amante de la Patria) como Amaiur (2011/2016), o Alternatiba (2008).
La lista es larga y con diversa denominación según sea la circunscripción electoral, llegando a estas presentes en las provincias vascas, en Navarra, el Condado de Treviño, o en el departamento francés de los Pirineos Atlánticos. Sus entramados complican mucho su labor de seguimiento.
Tampoco se puede dejar de mencionar el activismo de su frente para la defensa de los presos, los sindicatos de estudiantes, diversas fundaciones y asociaciones afines, o el sindicato independentista LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak) –Comisiones de Obreros Abertzales– con cerca de 45.000 afiliados y una representación sindical de entre el 19% en Vasconia y un 17% en Navarra.
Su propaganda política también se difunde a través de los medios de comunicación. Euskal Telebista les dispensa especial atención y, los periódicos independentistas Gara, Deia, o Berría hacen lo propio. Se convierten en altavoces efectivos en la divulgación de los empeños de los hijos de la ira, de los herederos del odio.
Su penetración en la opinión pública vasca es omnímoda, pues otros medios no disfrutan de la misma igualdad de expresión, difusión, o financiación. Muchos españoles vascos no tienen alternativas más allá de las ediciones digitales, antes ni eso.
Comprar un periódico nacional en un quiosco era jugarse la vida. Hoy sigue siendo temerario.
Aún hay más, la educación. En todos sus niveles, desde las ikastolas a la universidad, está controlada por la subversión pro etarra. Nada se puede defender y nada se puede rebatir al discurso radical. Alumnos y profesores están sometidos al yugo del universo abertzale. Esto ocurre tanto en la escuela pública como en la privada. La imposición y el adoctrinamiento son repugnantes, insoportables. Los derechos de los contarios son pisoteados con el visto bueno de la Consejería de Educación y, con la indiferencia del gobierno de España.
Sectarismo ideológico, discriminación lingüística, malversación de la historia y mutilación del pensamiento crítico en favor de las tesis filo etarras, es el modelo triunfante. La disidencia es perseguida, acosada, amenazada e intimidada. No hay libertad de expresión, no hay libertad de opinión, ni de reunión. El clima que se respira es de miedo a manifestarse y terror a ser señalado por los acólitos de los criminales.
La iglesia vasca tampoco es crítica, al contrario, desde tiempos pretéritos se ha posicionado cercana al apostolado pro independentista. No olvidemos que ETA encontró en los seminarios, en muchos párrocos y curas, y hasta obispos y cardenales, valedores de su fe. Los púlpitos y los confesionarios fueron, con demasiada frecuencia, tribunas de defensa de las tesis criminales de los genocidas de niños, mujeres y hombres inocentes. ¡Qué vergüenza!
Eran los mismos sacerdotes que negaban consuelo a las familias de las víctimas y apoyo espiritual. Algunos no quisieron celebrar en sus parroquias los funerales. Pocas condenas de los atentados se escucharon de sus labios, pocas homilías y sermones proclamaron en favor de las almas de los que fueron vilmente asesinados. Miserables, cómplices del tiro en la nuca o la bomba lapa. Incienso y ceremonial religioso para los verdugos, cobijo físico y hasta ocultación de los asesinos se prodigó de manera deleznable. La oposición a la labor de investigación policial también fue tarjeta de presentación.
La calle es suya, la educación es suya, los medios de comunicación son suyos, la representación sindical y política son dominadas. Es por eso que es de justicia reconocer y homenajear a los que siguen batallando, defendiendo y jugándose la vida por su patriotismo español. Muchos quedan, espero que muchos más puedan ser. Vox está dando la cara, como siempre ha hecho su líder, Santiago Abascal, y tantos otros que cada día despiertan en una sociedad que les odia, pero que, pese a ello, no les lleva al desánimo, a la desesperación.
Ponen en juego sus trabajos, a sus familias y a su vida propia. Son héroes anónimos, españoles a los que no podemos abandonar y mirar hacia otro lado. Vascongadas es España.
ETA está viva, insisto. El odio en la mirada, el gesto obsceno y la pedrada, el vandalismo urbano, el homenaje a los asesinos, la profanación de la memoria de los que murieron y de los que sufren, la exaltación del terror, la amenaza, agresión e intimidación siguen presentes en las tradiciones ideológicas de sus herederos. Han recogido el testigo y han aceptado su sanguinario legado sin ningún problema de conciencia.
Pronto se cumplirá el 23 aniversario del asesinato cobarde, cruel y desalmado de, Miguel Ángel Blanco Garrido, aquel joven concejal de 29 años secuestrado y asesinado a sangre fría, aquel 13 de julio de 1997. Su tumba fue profanada por los esbirros sedientos de terror, hasta el punto que sus padres optaron por trasladar sus restos a Galicia.
Sesenta y dos años de terror no pueden hacer olvidar a los 832 asesinados, 346 civiles, entre ellos 9 niñas, y 486 víctimas de las Fuerzas Armadas y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Atentados a cada cual más salvaje. Víctimas inocentes con una existencia miserablemente cercenada. Cientos de heridos, muchos mutilados y miles de familias con vidas arruinadas por el dolor.
Trescientos mil vascos tuvieron que marcharse con un exilio impuesto, perseguidos con inquina ruin hasta lo indecible. Vascos que renunciaron a su tierra buscando la seguridad lejos de su amada Vascongadas. Hoy siguen lo que allí ocurre con tristeza, con pena y dolor. Añoran su tierra, tienen nostalgia, por derecho, por ascendencia y raíces. Se sienten abandonados, olvidados, condenados a un silencio temeroso de proclamar de rechazo. Han perdido familiares, negocios y han dejado allí parte de sus almas. También son víctimas inocentes de la caverna separatista.
ETA sigue presente. Sus viejos dirigentes son prohombres de la nueva sociedad levantada, modelo de inspiración para generaciones de jóvenes fanatizados, entregados a la defensa salvaje del imperio del terror. En próximos meses asistiremos a tristes espectáculos en los que, la deserción de los llamados «constitucionalistas», enardecerá su campaña apocalíptica.
Defender España en Vascongadas es motivo de orgullo y de homenaje y agradecimiento impagable. Gracias a los que seguís demostrando vuestro sentir y latir español en vuestros corazones. No estáis solos.
¡¡¡ESPAÑA DESPIERTA!!!