La mentira que no cesa

El nuevo Gobierno comenzó su mandato mintiendo y enfrentado. Mintieron no pocos de los nuevos ministros, si juzgamos sus hechos, al prometer servir al Rey y a la Constitución.


​​Publicado en El Debate (25/NOV/2023), y posteriormente en El mentidero de la Villa de Madrid (30/NOV/2023). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.​

Seguí los debates parlamentarios como informador cuando no pensaba que un día sería parlamentario. La Transición supuso concordia y esperanza. Luego fui senador durante seis legislaturas y el panorama resultó bien distinto desde el escaño al conocido desde la tribuna de prensa. La Historia con mayúsculas suele escribirse a menudo desde anécdotas, como ya nos advirtió Stendhal. Me sorprendieron, qué ingenuidad, las mentiras de sus señorías. Entonces debíamos ser raritos porque los periodistas no aplaudían a unos o a otros. Los invitados –incluidos los informadores– no pueden manifestar sus afinidades o discrepancias.

Cuando, tras su investidura, los aplausos a Sánchez arreciaron entre los periodistas entendí que cierto sinsentido había ganado la partida. No se contenían los efluvios partidistas. Las opiniones deben manifestarse en los medios y sobre la firma de cada cual y no desde la tribuna de prensa. Todo esto viene a cuento de esa especie de desbordamiento que padecemos y el detalle que señalo es un síntoma. En las tertulias puede que sea inevitable. El destinatario de las opiniones, el ciudadano de a pie, sabe bien quién es quién, los periodistas que son descaradamente de izquierdas o de derechas olvidando la objetividad, y los que se apuntan al «sí, pero» desplazados de un lado a otro según venga el viento. Lo comprendo pero no es obligatorio compartirlo.

Son tiempos nuevos. Es la primera vez que no forma Gobierno quien más votos consigue. Es legal, aunque mintieran al electorado, pero hasta ahora nunca ocurrió. El rigor, la prudencia, la dignidad, el compromiso con el futuro de todos, habían desterrado las subastas de votos. El PP y el PSOE pactaban según sus necesidades pero siempre desde la mayoría. Así lo hicieron Aznar o Rajoy. El Frankenstein desde la minoría se lo inventó Sánchez, el candidato socialista que menos votos ha conseguido para su partido, ya en la moción de censura, desde una sentencia manipulada como luego demostró el TS. Entonces el argumento principal de Sánchez fue que el partido de Rajoy había sido condenado por corrupción, pero era mentira. El PP no ha sido nunca condenado por corrupción como tal partido, y sí lo fue el PSOE.

Aquella afirmación de Goebbels «una mentira repetida se convierte en verdad» ha quedado confirmada. En el reciente debate del Parlamento Europeo un orador portugués repitió, como argumento para defender al Gobierno de Sánchez, que Rajoy había sido condenado por corrupción. Falso. Y nada dijo de los EREs de Andalucía, con dos expresidentes del PSOE condenados entre tantos otros políticos socialistas. Y, puestos a volver al pasado, no recordó la orgía de corrupciones en la última etapa del mandato de Felipe González que afectó hasta a la Guardia Civil, al BOE y a la Cruz Roja. Todo eso y más ya es olvido.

Ocurre igual con la cantinela de que España participó en la guerra de Irak ignorando a la ONU, cuando lo cierto es que, más allá de la foto de las Azores, España llegó a Irak a instancias de la Resolución 1511 del Consejo de Seguridad, de 16 de octubre de 2003, que detallaba la Resolución 1483. Se calificaban los enfrentamientos tras el derrocamiento de Sadam como «terroristas» y no como «acciones de guerra», y el Consejo de Seguridad urgía «a los Estados miembros a prestar asistencia a la fuerza multinacional» –el apartado 13 de la Resolución– «incluyendo fuerzas militares». España fue a Irak por mandato de la ONU y acabada la guerra. La tramoya reiterada por la izquierda, que llega hasta hoy, es falsa. Los datos están en internet y avalados por la ONU. Quien cae en la mentira es que no se informa o quiere mentir.

El nuevo Gobierno comenzó su mandato mintiendo y enfrentado. Mintieron no pocos de los nuevos ministros, si juzgamos sus hechos, al prometer servir al Rey y a la Constitución. Contaban en el pasado con declaraciones públicas deseando incluso guillotinar al monarca. Desde Ione Belarra e Irene Montero despidiéndose con el puño cerrado, enfrentadas al presidente del Gobierno, situación inédita antes de esta toma de posesión, hasta Sira Rego, con un pasado extremista y ferozmente antimonárquico. Quedan en manos de esta diplomada en nutrición nuestra juventud y nuestra infancia. Por su indigencia intelectual y su pasado Sira Rego será la Irene Montero del nuevo Gobierno. Y, mientras, la mentira no cesa. Con todo, no me extraña que el Rey no mostrase un semblante alegre. Esperemos lo peor.




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