No fue un mal sueño
La semana pasada se me ocurrió seguir a través de la tele la sesión de control en el Congreso. Tengo cierta experiencia de las sesiones parlamentarias; en la Transición como periodista y luego, durante varias legislaturas, como miembro del Senado. En lo que viví el otro día mi veteranía me jugó la mala pasada de la decepción. Nada que ver aquel clima constructivo que viví, afable en la forma y riguroso en el fondo, con este galimatías que enjaretaba insultos, descalificaciones y torpezas. Pocas preguntas eran contestadas por el Gobierno que se escudaba en la ironía, a menudo barata, para desviar o eludir las respuestas. La oposición también desperdiciaba bazas desde la evidente inferioridad dialéctica de no cerrar los turnos. La intervención que más me interesó fue la de Edmundo Bal que se apuntalaba en su propia vivencia. Y la del ministro Bolaños la que más me decepcionó.
Félix Bolaños, desde ese tic de conformismo asumido de todo principal que ha sido segundón, insultó acá y allá, sacó a relucir la leyenda de los discos duros destruidos a martillazos, que se demostró falsa, pero no contestó a las preguntas de la oposición. Supongo que de eso se trataba. Imagino que fue el inventor de la historieta del acoso de los espías a Sánchez, Robles, y otros ministros para tratar de justificar el cese de una funcionaria del Estado que, en todo caso, cumplió órdenes y actuó legalmente. Desvelar las supuestas escuchas, tras el cabreo de los independentistas al saberse espiados cuando conspiraban contra el Estado, fue el hazmerreír de los servicios de Inteligencia de nuestros aliados.
En ese mismo Pleno del Congreso, ante las críticas por el cese de la directora del CNI, Sánchez acusó a Inteligencia: «Es evidente que ha habido un fallo en la seguridad de las comunicaciones del Gobierno». Pero no dijo que, según informó Moncloa el 21 de septiembre de 2020, en respuesta a una pregunta escrita de Macarena Olona y otros diputados de Vox: «La seguridad integral (física o comunicaciones, entre otras) del presidente del Gobierno depende del Departamento de Seguridad de Presidencia del Gobierno tanto en el Complejo de la Moncloa como en cualquiera de sus desplazamientos». Cuando se produjo el supuesto espionaje el responsable era Bolaños.
Se ha repetido desde los medios bondadosos con el Gobierno que a una directora del CNI de «la Casa» le ha sucedido otra directora de «la Casa», pero se obvia el detalle de que la nueva directora llega desde una Secretaría de Estado del Gobierno. Es como si cayésemos en la trampa de considerar que Dolores Delgado es fiscal de profesión al tiempo que olvidásemos que llegó a la Fiscalía General del Estado desde un escaño socialista en el Congreso y desde su condición de ministra de Justicia.
Lo que uno recordaba de Bolaños es que, ya ministro, se le debe una afirmación tan chocante como: «Los jueces no pueden elegir a los jueces igual que los políticos no eligen a los políticos». ¿Y quién le eligió a él? Sánchez, un político. ¿Y quién eligió a Sánchez? El Congreso de los Diputados integrado por políticos. Ya sé que la división de poderes molesta a veces a ciertos políticos, pero es la esencia de la democracia. Las autocracias no la soportan, pero las democracias la tienen como basamento.
La sesión de control parlamentario me produjo algún sonrojo más. Hay latiguillos de dialécticas romas que por el hecho de repetirse no se convierten en verdad. Aceptar otra cosa sería darle la razón al doctor Goebbels, el manipulador ministro nazi de Propaganda. En contra de lo que se dijo en la referida sesión, el único partido condenado por corrupción, como tal partido, en nuestra democracia recuperada es el PSOE en el caso Filesa que, al parecer, no existió. El PP nunca fue condenado como tal pese a lo repetido una y otra vez y lo expresado por el presidente Sánchez en su moción de censura, manipulando una sentencia servida en bandeja por un juez amigo, apaño reconocido por sentencia posterior.
Resultó curioso que en el mismo Pleno Sánchez se jactase de que hubiesen quedado atrás «los mangantes» refiriéndose a los Gobiernos del PP. El presidente tiene una memoria débil porque todavía colean las condenas a Chaves y Griñán, los dos presidentes del PSOE, los dos presidentes de la Junta de Andalucía y los dos ministros en Gobiernos socialistas. En aquella trama, junto a esos actores principales, aparecía una cohorte de mangantes entre los que había consejeros autonómicos, otros altos cargos y alguna exministra. Que falla la memoria de Sánchez es evidente cuando acusa a la oposición de centroderecha de intransigencia y falta de colaboración. En ese mismo pleno sacó adelante la tramitación de la Ley de Seguridad Nacional gracias al PP, Ciudadanos y Vox que votaron en contra de las enmiendas a la totalidad de ERC y Junts. Ya en el pleno anterior con esos apoyos tumbó la petición de una comisión de investigación sobre el caso Pegasus. El presidente quiere sumisión y no la colaboración que se origine por ser beneficiosa a los intereses generales. Esa es la diferencia entre ser oposición y ser alternativa. Al final de la sesión experimenté esa sensación que se produce tras un mal sueño.
Y como coda otra curiosidad. El Gobierno ha concedido el Collar de la Orden de Isabel la Católica al emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thaini, monarca absoluto de un pequeño país que aplica la Sharia, rico en petróleo y gas natural, y antiguo protectorado británico. Me pregunto si esa Orden de Isabel la Católica, habiendo otras tan o más relevantes como la de Carlos III, era la más adecuada para un emir musulmán que se sentirá más cerca del llamado por los cristianos Boabdil el Chico, el emir Mohamed XII, que lloró al perder Granada frente a los Reyes Isabel y Fernando finalizando así la Reconquista.