Contrasentidos progresistas

Cabe oponer una alternativa seria: el universalismo español, esa interpretación de la vida y de la historia que caracteriza nuestro ADN histórico.


Publicado en la revista Lucero, núm. 152, julio-septiembre de 2023. Editado por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.

Han proliferado en nuestras calles, así como en las de otras ciudades españolas y de allende los Pirineos, la fraseLos barrios son de los vecinos, no de los turistas”; no sabemos el copyright del eslogan, pero tiene el mismo cuño de los celosos políticos municipales que desprecian y denigran a los visitantes, al mismo tiempo que llenan las arcas de los consistorios con los beneficios que aportan los mismos que son criticados.

Curiosamente, esos mismos políticos, y los de su misma madera que están aupados en otros ámbitos autonómicos y nacionales, son defensores a ultranza de las oleadas sucesivas de inmigrantes sin control, del papeles para todos, especialmente de aquellos que pertenecen a culturas difícilmente asumibles por la nuestra. Y, por otra parte, defienden, con hechos y palabras, la globalización, esa que tiende a destruir herencias culturales e identidades nacionales, en seguimiento de las Open Society que se están imponiendo en el mundo; en algunos casos, los negacionistas del turismo aplauden, al mismo tiempo, los secesionismos interiores. ¡Átenme ustedes esas moscas por el rabo!

Observemos que, tanto estos últimos secesionismos mencionados, como los planes globalizadores de las oligarquías internacionales y los quisquillosos vecinos, pueden englobarse dentro del amplio espectro que hoy en día adoptan las formas de nacionalismo o, si se quiere, de egoísmo de los pueblos. Vayamos por partes.

La globalización persigue la destrucción de los Estados nacionales, y ello mediante dos estrategias: la implementación de los secesionismos interiores y la anulación de todo aquello que redunde en la idiosincrasia de las patrias por su sustitución por marcas mundiales.

Que la globalización es la etapa actual del capitalismo financiero es un hecho. Lo que nos puede llamar la atención en que la supuesta izquierda progresista esté de acuerdo con las oligarquías y los grandes trust internacionalistas, y, al tiempo, prediquen el localismo a ultranza de territorios o barrios, en el caso mencionado. Pues es así. Todo pertenece a la bondad de un Sistema, que cuenta entre sus corifeos tanto a los neoliberales como a los neomarxistas; su carne de cañón con los agitadores populares, los que llenan de pintadas los barrios, los llamados antisistema en general, que con sostenidos y auspiciados por las mismas fuentes de poder económico y político.

Cabe oponer una alternativa seria: el universalismo español, esa interpretación de la vida y de la historia que caracteriza nuestro ADN histórico. España, en sus mejores momentos, se abrió al mundo, para ofrecer su visión de la igualdad esencial entre los hombres y de libertad frente a cualquier forma de determinismo. Lo contrario de cualquier forma de localismo, secesionismo y nacionalismo. Y, de fondo, la aspiración a la unidad de los seres humanos, según el mensaje cristiano.

Me he ido por las ramas. Concluyo con un abrazo a quienes nos visitan, que espera correspondencia cuando nosotros seamos los turistas en otros lugares.



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