La eutanasia que viene
La eutanasia que viene: el sistema se quita lastre
Por tercera vez, ha llegado al Parlamento el tema de la eutanasia, como siempre de la mano del PSOE y, en esta ocasión, con el apoyo entusiasta de su socio y cómplice, Podemos, y ha sido aprobada su tramitación con 201 votos favor, 140 en contra y dos abstenciones.
Mucho me temo que poco debate social va a generar, pues, con ligeros matices en cuanto a las formas y sin entrar en el fondo de la cuestión, el sector liberal va a agachar la cabeza –aunque, en casos aislados, retorciéndose la conciencia– para no contradecir la científica encuesta de Tezanos que asegura que un 78% de los españoles está de acuerdo en quitar de en medio al enfermo senil al que no se garantice que podrá saltar pronto del lecho, echar una carrerita o, por lo menos, jugar al dominó una temporada más en su Residencia.
Advirtamos, en primer lugar, que el recorrido de la propuesta socialista ha cumplido con creces todos los pasos que se señalan en la llamada ventana de Overton como estrategia de manipulación; aunque sea de manual, me permito refrescarla para aquellos lectores no avezados en ella:
- 1ª fase: de lo impensable a lo radical, creando en la población una actitud de tolerancia y justificándola con razones pseudocientíficas;
- 2ª fase: de lo radical a lo aceptable, con la creación de un eufemismo (muerte digna) y sembrando la acusación de intolerancia a quienes osan oponerse;
- 3ª fase: de lo aceptable a lo sensato, logrando que los ingenuos o poco formados reciban la bondad de la medida y la asuman;
- 4ª fase: de lo sensato a lo popular, y esta popularidad corre a cargo de los medios de difusión y propaganda de la prensa, la TV, el cine…(es sintomático que la película de Amenábar se haya repuesta últimamente en varias cadenas);
- 5ª fase: de lo popular a lo político, etapa en la que nos encontramos en este mismísimo momento.
La eutanasia, y este es otro de los argumentos esgrimidos, ya está legalizada en diversos países: Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Canadá, algunos estados de USA, Australia, Holanda, y precisamente en esta última nación –que tanto nos quiere– se acaba de aprobar la forma más permisiva, en forma de pastilla letal que se administrará a los mayores de 70 años que lo soliciten.
Esta vez sí, la Conferencia Episcopal Española ha levantado su voz, en un documento, Sembradores de esperanza, que pone los puntos sobre las íes y contrapone el concepto de eutanasia al de la verdadera muerte digna, que viene a reiterar la doctrina católica: ilicitud de causar la muerte por acción u omisión, así como de prolongar la vida artificialmente con encarnizamiento científico, nunca omitir los cuidados básicos, cuidados y sedación paliativa cuando no existan más recursos para aliviar sufrimientos…
Pero en estas líneas quisiera contemplar otra faceta del asunto, que responde al cui prodest?, ¿a quién beneficia?, de cualquier investigación por asesinato. No, señores del PP, ustedes se han quedado cortos (como de costumbre) en su acusación; no es el gobierno el que quiere ahorra costes, sino quienes están por encima de este gobierno y del suyo anterior; no se miren la punta del dedo, señalen a la luna.
Y uno llega a la conclusión de que, bajo la máscara del humanitarismo –como en tantos otras propuestas falaces e hipócritas– laten fuertes y poderosas razones económicas: es el Sistema el que se quiere quitar lastre de encima, es decir, los gastos que representan los cuidados a las personas que han dejado de ser productivas y consumidoras; el Estado del Bienestar –tan desinflado y debilitado ya por las dominantes tesis neoliberales y por el hipercapitalismo globalizado– debe desprenderse –descartar, dice el Papa Francisco– del enfermo terminal que ocupa una plaza en la sanidad pública, del jubilado que carece de alicientes en su soledad, del anciano al que le repatea el mundo que ha creado el mismo Sistema, del pariente que no acaba de morirse y que aleja por ello las posibilidades testamentarias para allegados poco escrupulosos…, incluso del adolescente ni-ni de los países más desarrollados, que podrá ahora esconder su suicidio (que es la causa más alta de muertes juveniles) con respaldo legal y científico.
Es el mismo Sistema que ha utilizado las falsas tesis neomalthusianas para evitar la natalidad o que ha convertido el aborto en derecho de última generación, y el que aspira a conseguir un nuevo proletariado, como mano de obra barata, con los masivos flujos de inmigración incontrolada, procedentes de países a los que previamente este Sistema global ha arruinado. Y, como de costumbre, la izquierda progresista actúa de mamporrera, de fiel aliado de ese Sistema al que dice oponerse.
Como es lógico, el escollo del artículo 143 del Código Penal español será fácilmente salvable: vendrán las oportunas modificaciones que impulsará y aprobará el rodillo parlamentario actual. Veremos, ahora y entonces, dónde quedan las pías conciencias católicas de muchos nacionalistas, que, además de pretender atentar contra la vida colectiva de España, darán sus votos al asesinato de vidas individuales.
Además de la acción pública y política indispensable, nos queda, como creyentes en la dignidad humana y como españoles, el recurso de acudir al notario más próximo y adelantarnos a los posibles desaprensivos con la redacción, clara y firma, de nuestro Testamento Vital que cierre el paso al descarte en nuestras personas.