¿Otra vez las dos España?

Desde mi humilde opinión, no existen esas dos Españas, ni se dan condiciones para un frentismo.


Publicado en la revista Lucero, núm. 151 (abril-junio 2023). Editado por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.

Cuando se escriben estas líneas todavía no se habrán realizado las elecciones municipales y autonómicas que se anuncian como un adelanto de las generales; sería una osadía por mi parte vaticinar los resultados, dado que, entre mis pocos méritos, no está el de ser profeta. Eso sí, la derecha del PP lanza ya sus campanas al vuelo, vaticinando una derrota de la izquierda, y esta pretende sacar pecho denostando a sus adversarios.

La tendencia general -no sé si convertida en vox populi- presenta la liza electoral como una nueva edición del frentismo que ha caracterizado trágicamente otros momentos de nuestra historia: ellos o nosotros, parece ser el lema; dicho de otra forma: el tema recurrente de las dos Españas, irreconciliables y dispuestas siempre a la greña. Al ciudadano se le sirve en bandeja esta disyuntiva tradicional, y quien más quien menos, apela al voto útil. Esta maniobra se ve frustrada por la división de la izquierda montaraz entre Podemos y su competidora, la señora Díaz, y por la constancia de Vox, decidido a que siga siendo un complemento necesario para los populares y, de esta forma, apretarle las clavijas mediante pactos.

Desde mi humilde opinión, no existen esas dos Españas, ni se dan condiciones para un frentismo. El motivo es que, tanto izquierda como derecha, son dos caras de la misma moneda, la del régimen español subordinado al sistema neoliberal y neomarxista de la globalización. Obsérvese que la alternancia que se ha venido consagrando desde la Transición no ha variado ni un ápice el rumbo del Estado; PP y PSOE (por citar a los partidos llamados mayoritarios) solo han discrepado en cuestiones de macroeconomía y, a veces, ni siquiera en eso. ¿Hace falta recordar que la mayoría absoluta del señor Rajoy no sirvió para abolir las leyes de la etapa Zapatero? Y, en punto a la historia, ¿hemos olvidado que Aznar sumó los votos de su partido a la propuesta de demonizar el 18 de julio y el Régimen anterior? Y, recientemente, ¿algún figurón de la derecha ha levantado la voz para criticar la política de profanación de sepulturas? Claro que tampoco lo han hecho ni la Corona ni la propia jerarquía de la Iglesia católica, porque ambas parecen temblar ante una posible tercera transición y sus efectos.

Preguntémonos qué piensa Juan Español: ¿aceptará el chantaje y el mito de las dos Españas para dar continuidad a la farsa? ¿De verdad se encuentra inmerso en una sociedad pretendidamente escorada o, por el contrario, se preocupa de la cesta de la compra, de la escasez de viviendas, de conseguir un puesto de trabajo digno y, sobre todo en el caso de los jóvenes, de tener alguna ventana abierta al futuro?

Preguntémonos qué pensamos nosotros: ¿nos vamos a decantar por el frentismo y creer que esto sigue siendo una contienda entre rojos y nacionales? ¿Vamos a vivir de espaldas a la realidad y apostar por alguna de las dos caras del régimen, ambas colaboradoras inseparables del sistema? ¿Somos capaces -más allá de las urnas puntuales- de ofrecer una alternativa global, unitaria y verdaderamente española, de acuerdo con nuestro pensamiento?




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