HUELLAS

Reflexiones sobre el 'Envío'

El 'Envío' es un referente emotivo de nuestra generación, pero no de las del presente siglo. Esta reflexión tiene la intención de fomentar la colaboración y el debate entre antiguos y modernos miembros de OJE, sobre el soneto y la canción, en lo poético, literario y político; en la esperanza de que las recientes generaciones de la Organización reflexionen también sobre la situación de la España de su tiempo.


Artículo recuperado, publicado en La Razón de la Proa (LRP) en mayo de 2020. Recibir el boletín semanal de LRP (servicio gratuito).

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Reflexiones sobre el 'Envío'

Reflexiones sobre el Envío.


Parece, y seguro que es verdad, que estas forzadas jornadas de reclusión (y digo reclusión y no confinamiento como repiten machaconamente políticos y locutores), tras la advertencia del maestro Aguinaga que me dice –y con razón– que no es lo mismo, son propicias a escribir, a investigar o a cualquier otra actividad intelectual.

Pero confieso que no es mi caso. Siento más bien una desgana enorme a intentar siquiera el esfuerzo de desarrollar una idea o una opinión sobre algún tema, posiblemente porque ante la magnitud de la tragedia individual y colectiva, que sufrimos y sufriremos millones de personas en España y en el mundo por la pandemia del coronavirus, muchos de los que consideraba hace poco muy importantes y urgentes ahora me parecen casi triviales.

Admiro a aquellos que como Manolo Parra, en Barcelona, es capaz de escribir con esa frecuencia artículos para distintos medios o a Emilio Alvarez Frías, en Madrid, dos o tres veces por semana en su Puerta del Sol.

Pero resulta, que si bien otras personas, como decía antes, se sienten más inquietas, en mi mesa de trabajo se me han ido juntado varios temas sobre asuntos antiguos referidos a mi ya lejana juventud, lo que ha suscitado mi atención y el deseo de hacer alguna reflexión sobre ellos, aunque consciente de que tienen un interés limitado a un colectivo muy disminuido.

Hace unos meses, Doncel nos pedía a algunas personas que escribiéramos nuestra opinión sobre el espíritu, la importancia y la actualidad del texto de la Promesa, que ha sido –y ojalá siga siendo– el espíritu que informa el bien hacer y el estilo de la OJE.

Poco después, Carlos Muñoz Repiso me hacía algunas preguntas sobre la fecha y el motivo de que en los años cuarenta del siglo pasado desaparecieran las unidades de voluntarios del Frente de Juventudes y se convirtieran en Falanges Juveniles de Franco.

Parece que alguien también está indagando sobre el lema Per aspera ad astra de los cursos de mandos.

Y por último, mi admirado Manolo Parra me indica que lea una revista virtual llamada La Razón de la Proa [www.larazondelaproa.es], que ha surgido tras la reunión que celebraron los antiguos miembros del Frente de Juventudes catalanes con los también antiguos miembros de OJE de Madrid, a la sombra del Doncel, y en el sugestivo y simbólico lugar de Sigüenza.

Y así mismo, leo en la revista virtual La Gaceta un espléndido artículo suyo en el que analiza detalladamente la letra de el Envío, de Ángel María Pascual, que naturalmente suscribo en su totalidad, pero en el que creo que falta algo: El motivo por el que fuera escogido como himno o canción destacada en momentos solemnes de la OJE, cosa que nunca he entendido muy bien.


Y es este el tema que me mueve  esta reflexión.

Angel María Pascual fue un poeta falangista que en un momento determinado de su existencia escribió el soneto conocido como Envío, que era un grito amargo y dolorido, con estrofas duras como latigazos, con las que expresaba su frustración al sentirse desplazado y engañado, y posiblemente traicionado en sus ilusiones y convicciones por las que venía luchando desde años, en una etapa de la política española coincidente con el resultado de la II Guerra Mundial.

“Si desfalleces, al acoso y cansado
ves tú afán como un verso malogrado
bebamos juntos en las mismas heces”.

“De tu propio solar quedaste fuera,
del orbe de tus sueños hacen criba”.

Es pues la poesía, mas tarde canción, que con su tremenda carga emotiva puede expresar el sentimiento de una parte de la juventud española: la de mi generación. La de un sector importante de los antiguos miembros de las Falanges Juveniles, que puedan o podamos, sentirnos reflejados en esas estrofas.

Pero, aunque al final haya un punto a la esperanza diciendo que “allí donde estés cree y espera y, poniendo los ojos arriba, siempre arriba”, no deja de ser un verso pesimista que, como digo, con razón o sin ella (que no es este el motivo de estas líneas), puede ser propio de los hombres de los años cuarenta; e incluso, como así ha sido, de los hombres y también mujeres, mandos primitivos de la OJE, ya en los sesenta, pero no de las nuevas generaciones de niños y adolescentes que la fueron integrando, que no tienen porqué sentirse frustrados, engañados o amargados.

Todo lo contrario, porque están en la edad de forjar su propia experiencia de vida, con optimismo y alegría, y que no pueden sentirse representados por ese himno, aunque tal vez, sí conocido o cantado, como antecedente, ya en el grado de cadetes.

Creo que todo lo ocurrido en etapas políticas españolas anteriores, se puede y se debe considerar y valorar como antecedentes, como cimientos, pero de una obra nueva y sugestiva de futuro.

Aunque es de justicia recordar que también esta Organización ha sufrido acoso y ha vivido años difíciles, que sus mandos han sido capaces de ir capeando con habilidad y eficacia, buena prueba de ello es su existencia sesenta años después.

Pero enseguida me viene a la imaginación otro caso análogo, aunque se produce casi cuatro décadas después. Hace años, descubrí asombrado y admirado la maravillosa obra poética completa de Daniel Pato Movilla, de la que conocía solo fragmentos Y con la colaboración y el apoyo económico de unos cuantos amigos y camaradas no paré hasta conseguir reeditarla, y en el prólogo entresaqué varias estrofas que van expresando perfectamente sus tres ciclos vitales.

Las primeras son un canto a la vida, el recuerdo de todo aquello en lo que puso esperanza ilusionada. La primavera, la belleza de sus flores, el canto a las corredoiras de su tierra gallega y del resto de las tierras de España de las que hace un épico recorrido, y en cuyas estrofas parece que se puede percibir el olor de los pinos de Covaleda o el de los trigales castellanos recién segados.

En el segundo ya se aprecia su sorpresa y desconcierto, porque todo aquello que consideraba firme y seguro se va derrumbando a su alrededor, y sus convicciones, sus creencias y sus anhelos –por los que también ha luchado toda su vida– se tambalean y son ignoradas o despreciadas por una sociedad que ya no reconoce.

Y por último, ya vencido por los años, su queja dolorida, coincidente con la de Ángel María Pascual, a mi juicio con muchas más razones que él:

Como un grito de tristeza
me subía desde el pecho.
Se me están muriendo todas
las ilusiones que tengo:
quedo sin alrededores,
se me mueren los recuerdos.

Pero también lanza un último grito de esperanza, esta vez ya explícito, en esa nueva juventud a la que antes aludía.

No tenemos más gloria que la huella
que pudimos dejar a nuestro paso
por la tierra de ayer, que es vuestra ahora.

Pronto vosotros, al mirar la estrella
veréis a Dios, y a España en el ocaso.
Nosotros, la esperanza en vuestra aurora.

Y yo me pregunto ¿Cuál debería ser el espíritu de un himno juvenil? ¿Los primeros versos o los últimos?

Y por cierto, Pato Movilla ya escribió un himno para la OJE, parece que con poco éxito, e incluido en el libro, que no transcribo por no alargar esta reflexión pero que recomiendo leer.

Y ya termino aclarando que estas líneas de mi reflexión –sin más mérito que el de ser padre y abuelo de numerosos afiliados– tiene un doble objetivo:

Por un lado, promover o animar a mantener un debate sobre este tema, en lo poético, literario y político; y por otro, la esperanza de que pudiera ser el principio de otros de mayor calado y actualidad, en el que sería muy deseable que intervinieran también representantes de las últimas generaciones de afiliados de la OJE que, incomprensiblemente, salvo unas pocas excepciones, se les nota con pocas ganas de contarnos a los más jóvenes y a los más mayores, como es mi caso, sus opiniones y sus análisis de la situación de España.

El Frente de Juventudes, en veinte años de existencia, alumbró una impresionante cantera de juristas, poetas, oradores políticos, periodistas, catedráticos… Por citar algunos: Juan Velarde, Jorge Jordana, Eduardo Navarro, Antonio Castro Villacañas, Adriano Gómez Molina, Luis Buceta, Juan Van-Halen y un largo etcétera.

Estoy seguro, porque algunos conozco, que también los hay en esas nuevas promociones. Ánimo y a escribir.


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