EDITORIAL
Aplausos, y devolución a los toriles
Como falangistas, procedentes muchos de las organizaciones de afiliados del Frente de Juventudes, reconozcamos el valor del servicio que prestan los valientes que se juegan el tipo por todos: su Vale Quien Sirve es toda una guía para el resto de españoles.
Aplausos, y devolución a los toriles
Imitando a Italia, que tomó esta bonita iniciativa, muchos españoles nos asomamos cada día, a las ocho de la tarde, a aplaudir a todos quienes, en estos momentos de grave crisis mundial, prestan su servicio en primera línea de combate contra el maldito coronavirus: médicos, enfermeros, personal sanitario en general, fuerzas de orden público, transportistas, tenderos… y militares, por supuesto, esos cuya presencia ha sido rechazada, como siempre, por los gobiernos separatistas de Cataluña y del País Vasco.
La primera pregunta que nos formulamos es si el gobierno de España va a transigir una vez más, como han venido haciendo todos los gobiernos desde la Transición, para no incomodar a sus eventuales apoyos a la hora de arañar votos; en unos días lo veremos…
Efectivamente –como dice un reciente artículo Manuel Parra– la insolidaridad es la nota distintiva esencial por la que se reconoce a quienes se niegan sistemáticamente a ser españoles.
En las últimas horas, ese ectoplasma que dice ser presidente de la Generalidad catalana ha denunciado ante la OMS al gobierno español por incumplimiento de las medidas de seguridad establecidas, nos imaginamos que las suyas, aquellas en las que proponía aislar Cataluña del resto de España, como ensayo o ejercicio táctico de independencia.
Si los ciudadanos españoles aplaudimos unánimes (curiosamente, no advertimos en Barcelona que se aplauda desde los balcones y ventanas adornados con lazos amarillos o esteladas) a los valientes que se juegan el tipo por todos, debemos también pitar y abuchear a quienes quieren aprovechar la pandemia para su juego sucio insolidario, y exigir que los devuelvan a los toriles, porque, además de mansos, deslucen este impulso nacional que nos llevará, qué duda cabe, a superar el grave problema.
Dejando a un lado la mezquindad de estos personajes, afirmémonos en nuestros valores esenciales, tomando como referencia, no la figura literaria (y tristemente real) de la picaresca, sino la actitud de la hidalguía; y empecemos por la disciplina social, aunque nos resulte ingrata.
Como creyentes, pongamos los ojos en Dios, implorando su misericordia y su ayuda en estos momentos de prueba; como hace decir nuestro Calderón al príncipe polaco, acudamos a lo eterno.
Como falangistas, procedentes muchos de las organizaciones de afiliados del Frente de Juventudes, reconozcamos el valor del servicio que prestan esos valientes: su Vale Quien Sirve es toda una guía para el resto de españoles.
Y, cuando termine esta pandemia, con la derrota del virus, no olvidemos este ejemplo que merece el aplauso ciudadano, y no dejemos de obrar en consecuencia para que se lleve a cabo la vuelta a los toriles de los que han pretendido manipular la triste situación.