EDITORIAL
Los interrogantes de una economía futura
Las medidas concretas en lo económico que planteaba el nacionalsindicalismo fundacional han quedado obsoletas, superadas por los constantes cambios en el rumbo de la historia y por todo tipo de circunstancias, la primera de los cuales es que se diseñaron para una situación de la que han pasado más de ochenta años.
Editorial de La Razón de la Proa (LRP) de noviembre de 2021, recuperado para ser nuevamente publicado en mayo de 2024. Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
Los interrogantes de una economía futura
La mayoría de los pensadores joseantonianos han llegado a la lógica conclusión de que aquellas medidas concretas en lo económico que planteaba el nacionalsindicalismo fundacional han quedado obsoletas, superadas por los constantes cambios en el rumbo de la historia y por todo tipo de circunstancias, la primera de los cuales es que se diseñaron para una situación de la que han pasado más de ochenta años.
Los fundadores, con José Antonio a la cabeza, no se plantearon utopías entonces; posiblemente, hubieran podido ser posibles y eficaces en la España y en la Europa que vivieron, pero difícilmente pueden serlo hoy. Y caer en la utopía, por muy bella que sea, es convertir las ideologías en aparatos inservibles o piezas de museo.
Nosotros sabemos que lo fundamental de José Antonio no estriba en aquellas soluciones concretas que él estudió y propuso para aquella circunstancia; flaco favor sería hacer a su memoria un mantenella e non enmendalla irresponsable; y nulo servicio se prestaría con ello a las necesidades de la España y la Europa actuales.
No obstante, sí que es fundamental y se repite a modo de constante el afán por diseñar un sistema de relaciones sociales y económicas que, a diferencia del capitalismo (hoy, neocapitalismo globalizador) transcurra por caminos de justicia social profunda y de libertad, banderas a las que, por cierto, ha renunciado la izquierda y nunca enarbolará la derecha.
Nosotros pretendemos estar atentos a las teorías que se proponen hoy; queremos barruntar si es posible un mundo mejor; no nos olvidamos, por ello, de atender lo que se investiga y escribe, y sacar nuestras conclusiones, siempre provisionales. Así, podemos contemplar un amplio abanico que va desde el escepticismo (Pedro Schwartz: «No podemos estar seguros de que el libre mercado de las sociedades abiertas no vaya a desaparecer») hasta el optimismo (Thomas Piketty: «Una sociedad justa basada en el socialismo participativo y en el federalismo social…»); hay quien desdeña las teorías keynesianas que llevaron al Estado del bienestar y hay quienes las proponen como remedio en estos tiempos de crisis por la pandemia mundial; no deja de haber los que defienden a capa y espada la imposibilidad de sustituir el sistema capitalista…
No olvidemos, tampoco, el impacto de la cuarta revolución industrial, la de la Tecnología, que ofrece ventajas indudables y desventajas evidentes en el mundo productivo, ni el papel del emprendimiento, en busca de nuevos métodos empresariales más eficientes, ni las apuestas por nuevos tipos de empresas sociales… Todo ello debe tenerse en cuenta a la hora de formular propuestas para el mundo de hoy, a la luz de lo esencial joseantoniano.
Seamos, no obstante, humildes y realistas: no somos expertos en economía; pero, entre nuestros colaboradores actuales y potenciales sí existen personas que pueden aportar luz en el tráfago de teorías y planteamientos actuales. Desde esta página de La Razón de la Proa hacemos un llamamiento para este debate, que posibilite la formulación de alternativas a la situación actual que persigan la construcción de ese mundo mejor, tal como hizo José Antonio ⎼que tampoco era economista⎼ en su momento.