EDITORIAL

¿Masoquismo colectivo?

La postura de resignación equivale a la negación de lo propio; la 'tolerancia', exaltada como único valor, es lo mismo que la renuncia a ser lo que fuimos y lo que podemos ser.

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¿Masoquismo colectivo?

¿Masoquismo colectivo?


A la vista de los acontecimientos, nos puede asaltar la duda de si los pueblos de Occidente están atravesando una fase de su historia que, más que decadente, puede calificarse de masoquista, es decir, de complacencia en su actual postración y de lamento regocijado por sus miserias ━reales o figuradas━ del pasado.

Por una parte, esta sospecha se sustenta en la observación de que una parte de su población reniega de su historia y de su cultura, y une su condena a la que forma parte de los ataques frontales de sus enemigos exteriores e interiores. Por otra, en el apoyo a las directrices tácitas o expresas de un Sistema que propicia el revisionismo más atroz de las raíces que fundamentan todo un legado que creó, de hecho, todo el mundo que conocemos.

En Europa, este masoquismo colectivo es el culpable de la incapacidad manifiesta de alcanzar su unidad esencial, aspiración histórica; las estructuras de la actual U.E. y sus imposiciones ideológicas nos dan la impresión de que el enemigo está principalmente dentro, y que no hay que temer una invasión de los bárbaros con aparatosos desembarcos y contiendas armadas, pues la barbarie está presente en las doctrinas que arrasan los valores de la razón y del espíritu que conformaron la europeidad.

Como suele ocurrir que aquí, en España, como decía Ortega, los grandes aciertos foráneos apenas tienen un pálido reflejo y, en cambio, aceptamos con entusiasmo las estupideces y defectos, hemos importado, apenas sin debate, esas ideologías, y estamos a la cabeza de ese masoquismo, que, no solo se alegra de que se deconstruya nuestra cultura y nuestra historia, sino que aplaude que se plantee la propia deconstrucción de España como realidad histórica y como proyecto misional. Se ha dicho, con razón, que somos un laboratorio de pruebas…

Esas ideologías, que constituyen el trágala para muchos europeos y occidentales y son asumidas por muchos españoles, son el Pensamiento Único, las Sociedades Abiertas, el Feminismo y el Ecologismo Radicales, la Teoría de Género y el Código LGTBI, que, únicas banderas de la nueva izquierda, son los recursos del Globalismo neocapitalista para desarbolar culturas y naciones, empezando por una Europa que llegara a ser una unidad de destino en lo universal.

La postura de resignación equivale a la negación de lo propio; la tolerancia, exaltada como único valor, es lo mismo que la renuncia a ser lo que fuimos y lo que podemos ser.

Y si, en concreto, los españoles no nos quitamos de encima nuestros complejos, que llegan a dudar de nosotros mismos, nunca podrá España recuperar su pulso histórico.

Quizás ━visto lo visto━ sea preferible que las pautas de rechazo de los nuevos bárbaros y de recuperación nos vengan de fuera, para que nos contagiemos de un nuevo entusiasmo regenerador; parafraseando otra vez a Ortega, podríamos decir que, en estos momentos, si Europa es el problema, en Europa puede estar la solución. A lo mejor, por una vez, asumimos lo valioso de la iniciativa de otros; sería toda una lección de humildad para la España de la segunda Transición.

Nosotros estamos convencidos de que las bases de este auténtico combate cultural están ya presentes en nuestra historia, y forman parte del legado de aquel pensador que se llamó José Antonio Primo de Rivera. Otra cosa es que sepamos reconocerlo de los Pirineos hacia abajo…

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