HUELLAS DE NUESTRO PASO

Campamento de la OJE en Bagá. (1964)

Corría el verano de 1964, la OJE decide montar un campamento provincial para el grado de Arqueros en el emplazamiento de 'San Juan del Avellanet' (Bagá/Barcelona), que era utilizado para turnos de iniciación montañera de cadetes.

Publicado en el núm. 230 de Trocha, de noviembre de 2021. Editado por Veteranos OJE - Cataluña. Ver portada de Trocha en LRP. Para recibir actualizaciones de Trocha.

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Campamento de la OJE en Bagá. (1964)

Campamento de la OJE en Bagá (1964).


Corría el verano de 1964, la OJE decide montar un campamento provincial para el grado de Arqueros en el emplazamiento de Bagá, que era utilizado para turnos de iniciación montañera de cadetes. Los servicios eran mínimos. Comedor y letrinas eran de fortuna, tan solo había una pequeña edificación, dividida en dos, donde radicaba la cocina y al lado el almacén de víveres. Muy cerca había una generosa fuente que manaba sin cesar y abastecía de agua para lo que fuera menester.

El emplazamiento de 'San Juan del Avellanet' era muy auténtico, además de un paraje de gran belleza: estaba en la vera de una pista forestal de dos kilómetros que llegaba hasta el pueblo de Bagá, una linda población con núcleo medieval y plaza mayor porticada. En su descenso, había un puente que salvaba el río Bastareny, de cauce truchero y aguas gélidas; a escasa distancia, aguas abajo, había una pequeña presa que permitía el baño sin demasiadas pretensiones. Metros abajo de la plaza del campamento se erguía una ermita románica del siglo XII, dedicada a san Juan ━de la que el lugar toma su nombre━ que fue totalmente desenterrada y parcialmente reconstruida por camaradas del Frente de Juventudes en otros turnos de finales de la década de los 50. En la plaza se situaba el mástil y las tiendas de escuadra blancas. El conjunto estaba rodeado por bosque de pinos y pino-abetos en la ladera superior a donde se acudía como refugio de un sol muy potente en esta época del año y a esa altitud (ligeramente superior a mil metros).

Años después, el emplazamiento fue dotado de servicios fijos; letrinas, duchas, comedor, cocina muy amplia con almacén. Por el lado de la campa, se construyó una fuente y se habilitó un acceso desde la pista forestal hasta la misma plaza.

Como no tengo el libro-memoria tiro de mis recuerdos. La expedición salió de la plaza de España de Barcelona. Éramos un total de 73 personas, 64 acampados, dos jefes de centuria y el resto especialistas y dirigentes. El tren era de vía estrecha ━el popular carrilet━ que atravesaba cansino los pueblos con inolvidable traqueteo que, tras un recorrido de aproximadamente 130 km en cinco horas, concluyó misión en la población de Guardiola de Berga (en aquel entonces era zona minera) y de allí se continuó viaje a la población de Bagá en un bus de línea. El resto del trayecto, macuto a la espalda, en el coche de san Fernando por una pista paralela al curso del río y a partir de su cruce, en el puente, en ascensión hasta el emplazamiento.

Allí, reparto de acampados en dos centurias y a su vez de componentes de cada escuadra a los que se les indicó la tienda correspondiente; una vez instalados comenzó la dinámica propia que no voy a relatar, sujeta al famoso horario campamental. Pasados algunos días, al horario se añadió (de manera chusca, pero generalmente cierta en torno a las 2-3 de la tarde) la visita de la lluvia, que de forma inmisericorde se encargaba de forjar nuestro temple frente a la climatología. La pertinaz visita de la lluvia dejaba un suelo embarrado y resbaladizo, lo que, unido a la pendiente natural del terreno suponía un reto a los proveedores, motivo de oprobio a los comensales, y razón de chanza por el resto de acampados, puesto que el contenido de más de una bandeja de comida sirvió de alfombra para desgracia de sus destinatarios. La parte positiva de esta desventura servía para estimular la solidaridad del resto de camaradas cuando las raciones escaseaban a causa de las restricciones presupuestarias en fechas próximas a la clausura del turno.

El jefe del campamento era José María Prieto y con él iba el inefable Gil Ros, de fina retranca andaluza, ambos oficiales instructores. Había un camarada del Hogar Extremadura que hacía de intendente, Jimmy ━posteriormente efímero boxeador━, de quien no recuerdo su nombre real; me pidió prestada la bicicleta Orbea (de paseo) que tuve la humorada de llevar, puesto que a la sazón estaba en el Hogar Vizcaya donde se había creado el sufrido “pelotón ciclista”. Lógicamente, la bajada al pueblo era mucho más rápida y cómoda que a pie, puesto que el regreso era el trozo más complicado, ya que había que subir empujando la bicicleta, que además era de piñón fijo. El cocinero vivía en el pueblo donde se casó con una chica del lugar. Al parecer, la cosa fue muy pasional y tuvieron un hijo, al que años después lo tuve de acampado en el mismo lugar (saco a relucir este suceso, porque entre las niñas de Bagá existía cierta idea de que los acampados eran una especie de piratas berberiscos dispuestos a no dejar flor sin marchitar, lo cual era a todas luces además de fuerte, injusto).

A mediados del turno tuvimos visita de fin de semana, un grupo de flechas del Hogar Vizcaya con una perra que era la mascota. El jefe de ese hogar, Pepe Guirao, subió con nosotros a la marcha “cumbre” de Peñas Altas de Moixeró, cuya cima alcanza los 2.276 metros sobre el nivel del mar. En las laderas, ya en la crestería, la perra descubrió que sus ladridos hacían mella en las numerosas vacas que pastaban tranquilamente y las hacía desplazarse (la imagino estaba encantada con sus nuevas aptitudes). Para realizar esta marcha llegó también el refuerzo, como guía, de un representante de la Escuela de Guías Montañeros, el entonces camarada José María Merino. La marcha, con fuertes pendientes, fue bien hasta llegar al refugio de la Font del Faig, (1.570 metros sobre el nivel del mar) donde se tomó la decisión de que los que no tiraban regresaran al campamento y el resto pernoctaría allí para iniciar el ascenso a primera hora de sol. Una vez hubo partido la expedición de vuelta al campamento, descubrimos con horror que los ranchos en frío no se habían colocado en las mochilas por acampado, sino por viandas y la mayor parte de las “proteínas” desaparecieron con los “desertores de la cima”. Entre los que se quedaron había un arquero que se declaraba asmático, pero hizo cumbre, un hecho que fue decisivo para serle otorgado, al final del turno, la recompensa de la “Fverde como mejor acampado. Su destinatario fue Manuel Parra Celaya.

En cualquier turno pueden darse infinidad de anécdotas, pero me voy a limitar a dos casos que tuvieron a banderas por protagonistas. Una primera fue en la salida a Peñas Altas, en la que junto a Merino nos topamos con una acampada con mástil donde estaba izada la cuatribarrada (enseña del Reino de Aragón, empleada también en Cataluña como bandera regional y utilizada en aquellas fechas por los separatistas). Al verla, y dado que a pesar de mis gritos nadie salió a sacarla, decidí arriarla y dejarla atada a pie de mástil. Con esta acción quería indicarles que la izada tenía que ser la nacional y, a su lado, la regional, contra la que no tenía nada en contra (a pesar del mal uso que de ella se hacía). La segunda anécdota tuvo lugar en el mástil del propio campamento. Una mañana, al ir a izar, se descubre que la bandera tradicionalista brillaba por su ausencia. Pese a improperios y búsquedas infructuosas, durante dos o tres días solo ondearon la nacional y la de Falange, hasta que apareció un anónimo en forma de mensaje escrito a mano, en el que se indicaba que la bandera yacía oculta debajo de unas piedras del circulo que rodeaba el mástil.

Como dato estadístico anoto la aportación al turno de los hogares de Barcelona (sin contar mandos y dirigentes): Hogar Extremadura, 13; Hogar Navarra, 8; Hogar Valencia, 7; Hogar Cataluña, 7; Hogar Andalucía, 6; Hogar Virgen de la Merced, 5; Hogar Vizcaya, 4; Hogar Asturias, 4; Hogar Eugenio Fuentes Martín, 3; Hogar Baleares, 2; Hogar Canarias, 2; y los Hogares León, Virgen del Mar, 1 y así mismo 1 más anotado como Universidad Laboral.

Tengo constancia que al menos tres de ellos lamentablemente han fallecido (desconozco si hay alguno más), Gonzalo Castro Mata, que llego a ser jefe del Hogar Valencia, José María Núñez Royo, del Hogar Navarra, que en la Transición fue jefe de las juventudes de Falange Española, y Ezequiel Monedero Guzmán, del Hogar Vizcaya. También se marchó a los luceros mi binomio como jefe de centuria, Manuel Serrano Salleras y el oficial instructor Juan Gil Ros. A ellos, hoy, como se decía entonces en estos casos: ¡Presentes!.

Por el contrario, me consta, salvo variación muy reciente, seguimos gozando de la presencia de Manuel Parra y Eugenio Rey (que han aportado detalles a esta crónica), los hermanos Oriente Corominas, Eduardo y Jorge, Luis Andrés, Juan Estebanell y Jorge Martí; del resto solo desearles que sigan bien y que sean abuelos.



Documental sobre el curso de montaña para cadetes de la OJE, celebrado en el campamento 'San Juan del Avellanet', en el verano de 1961, organizado por la Escuela de Guías Montañeros de la OJE. Para saber más de este documental.

2021-11-29-campa-baga-2wEscenas campamentales en San Juan del Avellanet, con turnos de la OJE de los años 80.

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