HUELLAS DE NUESTRO PASO

Mis vivencias. Covaleda, 1956.

Mis señas: Centuria Ortega, falange segunda, escuadra primera. Años más tarde, una canción repetía “al conocer la patria mejor la hemos de amar…” [escuchar la canción], e hice el mismo recorrido con mi esposa y mi hija.


Publicado en la revista Lucero, núm. 145, 4º trimestre de 2021. Editado por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

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Los cadetes de la fotografía son de 1948, el relato es de 1956.
Mis vivencias. Covaleda, 1956.

En agosto de 1956, convocó el Frente de Juventudes un total de cinco turnos de instructores elementales para maestros y alumnos de Magisterio; se realizaron en Covaleda (Soria) y correspondían a la XXIV Promoción. Recuerdo aún la explanada del Raso de la Nava con las tiendas, el arco y la capilla, en medio de un paisaje maravilloso… Los acampados procedíamos de distintas provincias, en un ambiente de camaradería. Mandaba el campamento el camarada Joaquín Ocio, de Burgos.

El viernes día 17, los mandos mayores partieron rápidamente en vehículos; nadie sabía qué pasaba… Al atardecer, regresaron sin disimular las lágrimas y nos informaron: en la dislocación del campamento Cid Campeador, de la Delegación de Burgos, un camión volcó y se incendió en la llamada curva del diablo, y perecieron veintitrés flechas. En Covaleda, las banderas quedaron a media asta, y se prodigaron lloros y oraciones; al día siguiente, el periódico La Voz de Castilla (que conservo) relataba la espantosa desgraciaLuis del Río Sanz, en su libro Rodrigo, dedicó posteriormente un poema muy emotivo a aquellos flechas; una de sus estrofas es la siguiente: «Dicen que, por las noches, los ven, con cinco rosas de fuego, hendir el cielo y el viento, camino de los luceros».

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Por aquellos días, recibí una carta de mis padres y hermano desde Montserrat, donde estaban pasando unos días, con indicación de mis señas: Centuria Ortega, falange segunda, escuadra primera; me preguntaban cuándo regresaría a casa. Pero, casi al final de turno, unos camaradas de Burgos y de Soria nos propusieron a los barceloneses visitar aquellas provincias antes de volver a nuestros lares, y aceptamos, claro. En Burgos, nos enseñaron el Arco de Santa María, la catedral, la Casa del Cordón, el monumento al Cid, el Monasterio de las Huelgas, la Cartuja de Miraflores… En Soria, al otro día, vimos San Juan de Duero, las ruinas de Numancia, Santo Domingo, la ermita del Mirón, San Polo y San Saturio… Años más tarde, una canción repetía al conocer la patria mejor la hemos de amar…” [escuchar la canción], e hice el mismo recorrido con mi esposa y mi hija.

Entretanto, habían pasado muchas cosas en el Frente de Juventudes: en 1955, el nuevo delegado nacional era el camarada Jesús López-Cancio, que renovaría la Delegación, fundaría la OJE y la editorial Doncel, limitando las Falanges Juveniles a los mayores de 17 años con vocación política; yo había asumido ya que la Falange había muerto con José Antonio, aquel que, en otro sentido, amaba a España porque no le gustaba: sus defectos, sus atrasos, sus errores…, no, evidentemente, sus lugares y paisajes.

Volviendo a aquellos años de mis vivencias, recuerdo que el Frente de Juventudes organizó varias marchas, y una de ellas, llamada Marcha de la Independencia, transcurrió desde Poblet a Montserrat, con afiliados de Aragón y Cataluña. Al saberlo, fui a ver a mis padres precisamente en Montserrat: se rezó ante la Virgen, se cantó el Virolai y las centurias formaron en al patio del monasterio. Seguíamos recorriendo y conociendo la Patria… De hecho, fue mi última actividad la del año siguiente, 1957: participé, como mando menor, en el turno que mandaba mi jefe y amigo Alejandro Mayor Pampliega en el preventorio Jorge Ferrer (más tarde, albergue Xifré), en Arenys de Mar, con chicos de 10 a 14 años. En 1959, iniciaba mi servicio militar en el campamento de Los Castillejos; mi jura de Bandera, en julio de ese año, es recordada también con particular emoción: han pasado desde entonces sesenta y dos años. Conservo mis uniformes del Frente de Juventudes y los militares, como prenda de unos tiempos muy felices.


Escenas grabadas por el NODO durante uno de los turnos celebrados en el campamento de Covaleda durante el verano de 1956. El día elegido coincidió con la visita de un grupo de la Vieja Guardia de Madrid.
Ver archivo original completo del NODO del día 10/SEP/1956.


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