¿Qué es lo que nos hermana?

Es evidente que lo pasamos muy bien en nuestras actividades y encuentros de la Hermandad; el ambiente de alegría parece remontarnos a nuestra primera juventud, y la camaradería es constante. No obstante, cabe preguntarse cuáles son las razones más profundas de nuestra permanencia y constancia.

Indudablemente, nos une nuestro pasado, del que no renegamos y del que nos sentimos orgullosos; aquellas militancias de niñez y juventud, ya en las Falanges Juveniles de Franco, ya en la Organización Juvenil Española posterior, nos impusieron un sello indeleble, al estar educados en una pedagogía original y novedosa para aquellos momentos. Nos unen los valores que asumimos, basados en el pensamiento joseantoniano y en sus planteamientos para una España distinta, mejor, más justa, más libre, más unida.

Pero, precisamente tomando como referencia esos valores, nos une el presente proyectado hacia un futuro. España y el mundo siguen sin gustarnos, y queremos aportar nuestras experiencias –nuestro granito de arena, si se quiere– para su transformación. Nos preocupa el estado del hombre de hoy, considerado solo en función de su utilidad (no de su dignidad), como ser consumista y descartable por una sociedad materialista, sea antes de su nacimiento y en su vejez, si no cumple esas vulgares funciones de ser útil y consumir en el mercado del neocapitalismo. Nos preocupa una España desunida y sin rumbo ni quehacer históricos; nos preocupa una Europa que niega sus fundamentos; nos preocupa un mundo sometido al arbitrio de los caprichos o intereses de las grandes financias…

Nuestras expectativas están enmarcadas en un combate cultural, silenciado por la derecha, en que están en juego el ser humano, España, Europa y el mundo. Y, al ser consecuentes con nuestra lealtad joseantoniana, buscamos en definitiva restaurar la armonía de la Creación, en palabras del propio José Antonio, siempre partiendo de lo humano y ascendiendo, a través de sus naturales unidades de convivencia, a las mejores construcciones sociales, políticas y económicas. Sin utopías ni miradas de soslayo a pasados irrepetibles.

He aquí nuestras buenas razones para perseverar en la hermandad que nos une.