HUELLAS DE NUESTRO PASO

La Sección de Rurales para la juventud campesina

En 1941, el Frente de Juventudes crea la Sección de Rurales para la juventud campesina, quienes optaron por nombrar a san Isidro protector y guía, es decir, su patrón.


Publicado en el núm. 117 de Lucero, 3er T de 2020. Editado por Doncel Barcelona - Hermandad del Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.

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Bordado de las Centurias Rurales y emblema de la Academia Onésimo Redondo, con el castillo de Belmonte de fondo.
La Sección de Rurales para la juventud campesina

San Isidro Labrador, patrón de las Juventudes Campesinas


Llegados a la fecha del 15 de mayo inevitablemente me ha venido a la memoria la importante veneración que aquí, en Cataluña, se tenía por el santo patrón madrileño. Tanto es así que, en mi exvilla de nacimiento, Gracia, los antiguos paisanos habían elegido a san Isidro como patrón de la misma. Pero, no solo en la barcelonesa, y antaño hortelana, Gracia, tuvo predicamento el citado Santo.

En el Frente de Juventudes, a partir de la creación de la Sección de Rurales (1941) también se optó por nombrar a san Isidro protector y guía –es decir, patrón– de las Juventudes Campesinas. Lo cual, atendido el parco conocimiento religioso de quien suscribe, le hace presumir que, en algún momento, quizás pudo existir conflicto entre san Fernando, patrón del Frente de Juventudes, en general, y el santo madrileño, patrón, a su vez, de una sección de ese Frente de Juventudes; pero, también es posible que siendo, ambos, santos, llegaran a algún tipo de amigable acuerdo.

Lo cierto es que, atendiendo a las necesidades de la amplia población juvenil del ámbito rural de la época, el Frente de Juventudes decidió emprender una ingente obra: la creación de todo un sistema formativo y, lo que era más difícil entonces, en plena trasguerra, una verdadera estructura material con edificios, equipamientos y la fundamental presencia de instructores y mandos juveniles debidamente capacitados.

La importancia social y económica del campo en la década de los años 40, en España, era digna de la mayor atención por parte de las instituciones del Estado. La mayoría de la población todavía residía en esas áreas rurales que, pronto, a partir de los 50, poco a poco, se irían vaciando por efectos de los movimientos migratorios causado por el desarrollo industrial de nuestra nación.

Pero, vamos a centrarnos en la tarea que, en aquel entonces, realizó el Frente de Juventudes en ese específico ámbito. No cabe duda de que los dirigentes juveniles del momento se encontraron con un verdadero reto: atender un gran censo de niños y jóvenes, contribuyendo a su formación, con unos recursos verdaderamente magros; pues, no se debe olvidar que hacía poquísimo tiempo que había terminado la guerra civil y se carecía de todo lo material, pero, el entusiasmo de la juventud también puede hacer muchas cosas.

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Para llevar adelante la ingente tarea se empezó por formar adecuadamente un importante número de instructores rurales. Con ese objeto se creó la Academia Onésimo Redondo, en un viejo castillo, reconstruido por el Frente de Juventudes, en Belmonte, provincia de Cuenca. Al propio tiempo se empezaron a habilitar, o construir de nueva planta, múltiples “hogares rurales”, donde la juventud campesina podía acudir a recibir, no solo unas enseñanzas de carácter cívico-social, sino una formación en toda su amplitud, pues en la mayoría de esos centros juveniles se impartían clases nocturnas, gratuitas, de alfabetización y cultura general a todos los jóvenes que, por causas del trabajo agrícola, en aquellos tiempos, no podían acudir a la escuela tradicional.

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Pero, no solo eso. En los hogares rurales también se realizaba competiciones deportivas, marchas, concursos de toda índole, teatro de escuadra, coros, rondallas, etc. Fueron muy famosos, incluso durante los años 50, los concursos de destreza en el oficio y, por supuesto, los de corte de troncos con hacha. Incluso, atentos a su tarea, los dirigentes del Frente de Juventudes observaron que no era suficiente la acción formativa en los hogares y pronto se crearon centros docentes especiales: la Granja-Escuela de Quinto de Ebro (Zaragoza) y la Escuela Forestal de Coca (Segovia), centros que fueron reconocidos por el Ministerio de Agricultura.

En un editorial del periódico Aldea –órgano de las Juventudes Campesinas–, de fecha 15 de abril de 1948, se dice: Queremos lograr una juventud de alma reciamente cristiana y española. Una juventud de cuerpo sano, fuerte, apto para el trabajo y la defensa de la Patria.- Junto a ello la exaltación y perfeccionamiento en el oficio campesino, el amor a la tarea diaria y a la superación constante. Formación profesional. Abrir nuevas rutas de actividades y porvenir a todos los jóvenes campesinos españoles. Lograr romper ya para siempre barreras hasta ahora infranqueables, dar igualdad de oportunidades a todos para el mejor desarrollo de su existencia.- Lucha constante contra el analfabetismo, la modorra, la rutina. Dar auténtica y mejor vida a cada pueblo.

Además de la tarea que ordinariamente realizaban los hogares rurales, llegada la época invernal, fuera de las estaciones de mayor trabajo en el campo, todas las delegaciones del Frente de Juventudes organizaban turnos de albergue o campamentos para que los jóvenes del campo también pudieran disfrutar de unos días de alegre convivencia y actividades sugestivas. Solo en la provincia de Barcelona, entre los años 1941 y 1948, acudieron a esos turnos campamentales un total de 5.394 jóvenes campesinos.

Poco tiempo después, a principios de los años 50, el proceso de industrialización de España empezó a producir un progresivo cambio sociológico, fruto del desarrollo económico, y de manera imparable fue disminuyendo la población del campo y se fue incrementando el censo de las grandes ciudades y zonas fabriles; lo cual llevó parejo el que pronto desaparecieran aquellos hogares rurales y la propia sección que los mantenía y tutelaba. De tal manera que, los niños y jóvenes de esas áreas geográficas, cuando querían acudir a los campamentos del Frente de Juventudes ya tenían que hacerlo a través de las secciones de Centros de Trabajo (aprendices), Centros de Enseñanza (escolares) o las más recias Falanges Juveniles.

Volviendo a nuestro santo patrón, san Isidro, podemos decir que, para él, la terminación de su tarea, como protector y custodio de tan importante censo de muchachos seguramente debió significar un cierto alivio; aunque, con el tema de los santos nunca se sabe, lo mismo ahora los echa de menos.


La juventud campesina encuadrada en el Frente de Juventudes ofrenda productos del campo a doña Carmen Polo de Franco, esposa del jefe del Estado, en la mañana de la festividad de San Isidro Labrador, el 15 de mayo de 1948, patrón de la Sección Rural del Frente de Juventudes.


  

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