NUESTRA MEMORIA

¿Chicos de la burguesía y clases altas?

Se equivoca Arturo Pérez-Reverte cuando escribe que la mayoría de los que se afiliaban a Falange procedían «de la burguesía y clases altas», porque era todo lo contrario, sobre todo durante la República, contó en sus filas con muchos obreros y jornaleros.


Artículo recuperado de abril de 2020. Recibir el boletín de La Razón de la Proa.

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El grupo de falangistas son los que intentaron más tarde, sin conseguirlo, liberar a José Antonio de la cárcel de Alicante. A la derecha Eduardo Rivas y Jerónimo de la Rosa, los dos jóvenes asesinados en Sevilla, en 1935.
¿Chicos de la burguesía y clases altas?

¿Chicos de la burguesía y clases altas?


Escribía Arturo Pérez-Reverte hace algún tiempo en XL Semanal [Una historia de España (LXXI)],... 

«José Antonio Primo de Rivera era abogado, culto, viajado, hablaba inglés y francés, y además era guapo con una planta estupenda que ante las jóvenes de derechas, y ante las no tan jóvenes, le daba un aura melancólica de héroe romántico».

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Pero se equivoca cuando añade...

«Ante los chicos de la burguesía y clases altas, de donde salió la mayor parte de los falangistas de la primera hora, lo marcaba con un encanto amistoso de clase y un aire de viril camaradería que los empujaba a seguirlo con entusiasmo y más en aquella España donde los políticos tradicionales se estaban revelando tan irresponsables, oportunistas e infames.
Añadiría que igual que los que tenemos ahora».

Y digo que Pérez-Reverte se equivoca cuando escribe que «la mayoría de los que se afiliaban a Falange procedían "de la burguesía y clases altas"», porque era todo lo contrario, en líneas generales, como muy bien ha confirmado el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, José Antonio Parejo, autor de varios libros, cuando escribe que «Falange, sobre todo durante la República, contó en sus filas con muchos obreros y jornaleros».

Efectivamente, fueron jornaleros y pequeños agricultores falangistas los que un día se concentraron en el paraje de la Torreta, término de Orihuela, precedentes de Callosa del Segura, Rafal y otros lugares próximos, con la intención de marchar sobre Alicante para liberar a José Antonio de la cárcel y, posiblemente, de la muerte como así ocurrió desgraciadamente al final. Ninguno de ellos pertenecía a la alta burguesía. Eran casi todos, como he dicho, humildes trabajadores del campo que perderían su vida sin haber logrado salvar la del fundador de Falange.

Era el 19 de julio cuando desde la Torreta parten, en dos camiones, más de medio centenar de falangistas camino de Alicante con la intención de cumplir su objetivo; pero todo se frustró cuando un destacamento de guardias de asalto, con disparos de fusilería, los detuvo a todos. Inmediatamente fueron conducidos a la Comisaría de Investigación y Vigilancia y más adelante ingresarlos en el Reformatorio de Adultos, excepto cuatro heridos que serían llevados al hospital hasta que fueron dados alta, ocho días después. Seguidamente, el Juzgado dictó auto de procesamiento de todos ellos que terminarían siendo juzgados por un Tribunal Popular.

Se celebró el juicio entre los días 6 y 11 del mes de septiembre siguiente y el fiscal imputa a todos de un delito de rebelión militar por lo que, finalmente, el 11 de ese mes se impone la última pena a cincuenta y dos procesados y exime de la misma a seis por ser menores de edad. La sentencia capital se cumplió en la madrugada del día 13 siguiente. Estos hombres, la mayoría gentes humildes del campo, son lo que Pérez-Reverte ha llamado «chicos de la burguesía y clases altas». Desde luego, no sabe lo que escribe porque no tiene ninguna razón.

Y los que José Antonio en una intervención en el Congreso de los Diputados, el 8 de diciembre de 1935, desmontaba con su verbo lo que ya entonces creían que eran todos los falangistas: 

«Señores diputados, escuetamente: en la noche de anteayer a ayer han sido asesinados en Sevilla dos muchachos de la Falange. Se llamaban Eduardo Rivas y Jerónimo de la Rosa. ¿Señoritos fascistas? El uno, un modesto pintor; el otro, un humilde estudiante y empleado de ferrocarriles. ¿Se alistaron en la Falange por defender al capitalismo? ¡Qué tenían que ver ellos con el capitalismo! Si acaso padecerían alguno de sus defectos. Se alistaron en la Falange porque se dieron cuenta de que el mundo entero está en crisis espiritual, de que se ha roto la armonía entre el destino de los hombres y el destino de las colectividades. Ellos dos no eran anarquistas; no estaban conformes en que se sacrificase el destino de la colectividad al destino del individuo; no eran partidarios de ninguna forma de Estado absorbente y total; por eso no querían que desapareciese el destino individual en el destino colectivo. Creyeron que el modo de recobrar la armonía entre los individuos y las colectividades era este conjunto de lo sindical y lo nacional que se defiende, contra mentiras, contra deformaciones, contra sorderas, en el ideario de la Falange. Y se alistaron a la Falange, y salieron hace dos noches a pegar por Sevilla los anuncios de un periódico permitido. Y cuando estaban pegando los anuncios en la pared fueron cazados a mansalva; uno quedó muerto sobre la acera, y el otro murió en el hospital pocas horas después…»

Así, pues, recomendaría a Pérez-Reverte, que apunte para otras formaciones políticas donde encontrará material de sobra de burgueses y clases altas, tanto a la derecha como a la izquierda.


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