EDITORIAL | LUCERO

Apoteosis de la sinrazón.

Se trata de una sinrazón completa, en la que los que niegan a España deciden.


Publicado en la revista Lucero, núm. 152, julio-septiembre de 2023. Editado por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.

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Apoteosis de la sinrazón.

Cuando se escriben estas líneas aún no se ha decidido el futuro gobierno de España; es un problema inevitable en las publicaciones como LUCERO que tienen frecuencia trimestral y, por consiguiente, la puntualidad de su edición lastra la actualidad. De tal forma, que nos limitaremos, no a profetizar, sino a comentar el panorama en estos días finales del caluroso agosto.

Resulta que la gobernabilidad de España está en manos de quienes no creen en España y se aprestan a desintegrarla. En efecto, el conglomerado separatista (Bildu, ERC, PNV, Junts…) tienen la llave para la formación de un nuevo Frankenstein de Pedro Sánchez. Por su parte, el PP de Feijoo sigue con su polémica con un ninguneado y proscrito Vox.

¿Alguien podría decir en qué nación europea se ha dado un caso similar? Dirán que es un impecable resultado de las leyes electorales y, por tanto, no es un problema de legalidad; apresurémonos a decir que una cosa es la legalidad y otra la legitimidad y el error que nace de unas leyes absurdas, que, en todo caso, deberían ser modificadas.

El panorama puede ser el siguiente:

  • Si gana Sánchez, se iniciará un camino hacia ese Estado federal asimétrico (vulgo, confederalismo), con dádivas abundantes para que los separatistas sigan en su ruta nunca olvidada;
  • Si gana Feijoo, tendremos, de entrada, un otoño caliente, con salida a la calle de izquierdas y secesionistas, y, también, con las dádivas a estos que exijan los posibles pactos para alcanzar la investidura.

Ya no se trata de la anacrónica división entre derechas e izquierdas, ni siquiera del imperio del bipartidismo, ese que los poderes superiores nos quieren imponer a toda costa. Se trata de una sinrazón completa, en la que los que niegan a España deciden. De hecho, a esta situación de permanentes chantajes ya estamos acostumbrados desde los primeros tiempos de la Transición; incluso, en aquel consenso que facilitó la redacción de la Constitución ya se pudieron observar los primeros escarceos de estas maniobras, corroboradas en todos los gobiernos, de derechas y de izquierdas, con su entreguismo de España en manos espurias.

A todo esto, el pueblo español (permítasenos la generalización) sigue acudiendo mansamente al juego, hasta el punto de que nos preguntamos si el problema de España es más sociológico que político. El fondo del problema está en la falta de fe en España como nación, que sigue siendo aquel borrador inseguro, en palabras de José Antonio.

Nosotros (en un sentido amplio y no meramente asociativo) sí creemos en España, y en esta fe centramos nuestras aspiraciones, que empiezan por la necesidad de una reforma de las leyes electorales y continúan con una profunda transformación social, política, económica y educativa, que supere, de una vez por todas, sinrazones como la actual.