OPINIÓN | GEOPOLÍTICA

Conflictos olvidados.

A escala planetaria existen conflictos, guerras o situaciones, antaño de interés mediático, que hoy siguen latentes y que están poniendo en grave riesgo a naciones, a la paz mundial y, lamentablemente, generando auténticos dramas humanitarios.

Publicado en primicia por Estrella digital (22/ENE/2022).

Recogido posteriormente, con autorización del autor, por la revista Desde la Puerta del Sol núm. 578, de 26 de enero de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

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Conflictos olvidados.

Conflictos olvidados.


La actualidad informativa centra su foco de atención en temas sobradamente conocidos, no por ello carentes de interés, de índole doméstica y de naturaleza mundial. La maldita sexta ola de la variante Ómicron; el conflicto entre Rusia y Ucrania; la erupción del volcán de la isla de Tonga; el reparto de los fondos comunitarios de la Unión Europea; los desvaríos del presidente británico Boris Johnson; o la subida del precio de la luz son algunos de los temas estrellas tratados por los medios de comunicación.

Sin embargo, a escala planetaria existen conflictos, guerras o situaciones, antaño de interés mediático, que hoy siguen latentes y que están poniendo en grave riesgo a naciones, a la paz mundial y, lamentablemente, generando auténticos dramas humanitarios. Supongo que la decisión de no fijarse en ellos responde al trepidante y rentable interés por el presente inmediato. En otras ocasiones –no me cabe la menor duda–, según qué líneas editoriales, al interés ideológico de algunos medios afines o, cuando menos, deseosos de guardar un discreto apagón informativo.

¿Qué está pasando en Venezuela? Allí el pinturero e histriónico presidente chavista, Nicolás Maduro, sigue sometiendo a su pueblo a un férreo control, cercenando derechos y libertades, condenado a sus ciudadanos a una miseria económica y social nunca conocida.

¿Y Nicaragua? Desde la llegada al poder de los sandinistas, comandados por su líder genocida, Daniel Ortega, ha convertido el régimen de Managua en el referente de la execrable e infausta revolución bolivariana, extendiendo su influencia hacia otros países de Latinoamérica.

¿Cuba? El presidente Miguel Díaz-Canel, sin hacer ruido, a la chita callando, desde su proclamación el 10 de octubre de 2019 por la falsaria Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, además de ser el primer secretario del Partido Comunista, no parece ser un practicante demócrata. Pese a su cambio de indumentaria, más acorde con el mundo civilizado avanzado, sigue acallando y situando a su nación en los años 50. Baste recordar su participación, junto a Fidel Castro, a los cuarteles de Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel Céspedes, allá por 1953. La pobreza es el santo y seña de su declarado lema revolucionario: “Patria o muerte”. ¿A quién interesa si no se informa?

¿Qué pasa con las masas de inmigrantes que, sin ningún horizonte, se desplazan hacia la frontera de los Estados Unidos? ¿Han desaparecido? ¿El abuelito de la Casa Blanca, Joe Biden, casi octogenario, ha cumplido con la defensa de los desarraigados, expatriados, exiliados e inmigrantes llegados a la puerta de los Estados Unidos? Un auténtico éxodo que parece haber desaparecido, ya no merece ningún tratamiento informativo. ¿Se les está vacunando? ¿Cómo sobreviven?

Si nos vamos al continente africano, pues ustedes me dirán. Apenas se conoce la situación que allí se esta viviendo a consecuencia de la pandemia. Tan sólo que Sudáfrica es el origen de la variante Ómicron, o que ha fallecido Desmond Tútú. Hace unos años, en amable y cordial conversación con la ya desaparecida Paloma Gómez Borrero, me comentó, no sin dolor y lamento, que África no tiene futuro. Desde entonces he seguido con enorme atención lo que allí ocurre, pero poco se habla de un continente en el que el integrismo musulmán se extiende como una mancha de aceite.

¿Libia? Unos de los países más ricos del continente en recursos naturales –petróleo–, está sumida en una fragmentación tribal de difícil equilibrio. Asesinado Muamar el Gadafi (20 de octubre de 2011), es decir, muerto el perro ¿Se acabo la rabia? Pues va a ser que no. El actual presidente, Mohamed al Menfi, actúa con mano dura y métodos expeditivos contra cualquier disidencia que le resulte incómoda.

¿Sahara?  Marruecos coloniza, invade y controla nuestra antigua colonia. Los saharauis son considerados indignos para los súbditos de Mohamed VI. Dominan la mayor parte del territorio, al que consideran Provincias Meridionales, mientras que en la zona ¿libre? una autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática lucha por su soberanía. El abuso de poder y la represión son brutales. Pero claro, mejor callar y no molestar a nuestro incómodo vecino.

La situación del Magreb (Marruecos, Sahara Occidental, Túnez, Mauritania, Argelia, Libia, –Ceuta y Melilla incluidas–) es muy frágil, inestable y con fuertes convulsiones internas, sangrientas en muchos casos. El integrismo se extiende hacia el sur, hacia el Sahel (Mauritania, Senegal, Mali, Burkina Faso, Nigeria, Sudán y Chad), en donde la guerra civil, la violencia étnica y religiosa es el día a día.

¿Quién habla de lo que está pasando en Sudán del Sur? ¿Saben que la capital de Burkina Faso es Uagadugú? Por tierras de Mali, grupos vinculados a la organización terrorista Al Qaeda siembran el terror, la muerte y destrucción. ¿Chad? Un débil gobierno instalado en Yamena –su capital– apenas puede combatir a Boko Haram y el Estado Islámico, amén de hacer frente a sus endémicas crisis alimentarias y de sequía, trayendo consigo hambre y miseria extrema.

Apenas escuchamos nada de lo que ocurre por aquellos lares dejados de la mano de Dios y olvidados por la comunidad de países avanzados. Podría sugerirles Eritrea o Etiopía, quizá Somalia. ¿Ha vuelto la paz, la concordia y la tranquilidad a los países del cuerno de África o el Golfo de Guinea? Habría mucho que contar sobre esta delicada zona del mundo. África es un polvorín permanente y sometido al capricho de la naturaleza. Allí se encuentran los países con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) más bajos de nuestro maltratado planeta.

Veamos Asia. ¿Llegó el paraíso al pueblo afgano de Kabul de la mano de los libertadores talibanes? ¿En Siria ha cesado la guerra civil y la lucha armada? ¿Ha desaparecido el demoníaco Estado Islámico? ¿Yemen? Dieciséis millones de personas se levantan hambrientas cada día en un país –como no– desolado por seis años de conflicto armado y en donde, impúdicamente, la vida humana no vale nada. ¿Se acuerdan de Irak? ¿Qué pasa con los palestinos y los colonos judíos? ¿Nos aburre la guerra preventiva practicada por Israel? Irán sí que nos asusta por su negativa al desarme nuclear, por su capacidad de influencia política en la zona y, sin lugar a dudas, por el execrable gobierno del alfaquí fundamentalista, Ebrahim Rais, dirigente del ilustrativo –por su nombre, claro–  Sociedad del Clero Combatiente.

Y el gigante asiático, China, ¿Qué pasa con el Tíbet o Hong Kong? ¿Birmania?  Daría para llenar boletines informativos, noticiarios, artículos, reportajes, entrevistas, columnas de opinión e informes a los que deberían dar más visibilidad. Les prometo escribir sobre ello, si nuestro periódico, Estrella Digital, me autoriza a trasladarles mis conocimientos en este campo. Hasta entonces, aunque con retraso, les deseo un año 2022 esperanzador. También hablaremos de Europa, no crean que me olvidaba.




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