Lo que conviene recordar del Valle de los Caídos.

Es evidente que los españoles somos dados a crear leyendas negras sobre cualquier tema concerniente a la historia propia y sobre los próceres que la han hecho desde uno u otro ángulo de la vida, escaseando quienes podrían poner en claro los pasajes maltratados, intencionalmente confundidos, malignamente retorcidos, que han dejado caer sobre ellos a gotas o chorreones insidias de todo tipo.

En los tiempos actuales, con el odio aportado por las izquierdas, valiéndose de los horrores de una guerra entre hermanos, sobre el Valle de los Caídos ha llovido de casi todo. Y los promotores, tanto como los vocingleros, ignorantes en su mayoría de los hechos que dieron lugar a la mencionada guerra, así como de los ocurridos durante ese periodo histórico y los posteriores, se han hartado, y lo siguen haciendo, de confundir, malversar la realidad, engañar, mentir, ensuciar y provocar el crecimiento de ese odio.

Nos gustaría que todos los españoles visitaran el Valle de los Caídos como lo están haciendo últimamente centenares de personas, y lo llevan efectuando miles de ellas desde que se abrieron sus puertas, pues, probablemente, llegarían a intuir qué es en sí el Valle.

Y si en la visita incluyen la asistencia a la Santa Misa concelebrada por la Comunidad Benedictina quizá su respiración experimentaría una alteración durante todo el Oficio divino, en el que participa la escolanía del monasterio, fundamentalmente en el momento de tener lugar la consagración del Pan y el Vino con el templo a oscuras salvo la luz cenital que alumbra el maravilloso Cristo del escultor nacionalista Julio Beovides.

Después de la visita no vendría mal alguna lectura de las que existen sobre el Valle y su construcción, desde el espléndido libro del arquitecto Diego Méndez a todos los otros que se han publicado respondiendo a la verdad y no al odio y la mentira.

Por culpa de las maquinaciones de Pedro Sánchez para exhumar los restos del general Franco, depositados en el Valle de los Caídos por decisión del rey Juan Carlos I, este monumento a la reconciliación de los españoles –reconciliación que está empeñando romper Pedro Sánchez– está en boca de todos, unos sin saber de qué hablan y otros tratando de defender esa expresión de la mencionada reconciliación que se consiguió en los años de posguerra gracias al deseos de quienes habían padecido el sangrante y lamentable choque entre hermanos.

Nosotros mismos, en este digital, hemos traído a colación no pocos artículos de los muchos que se han escrito al respecto.

En nuestro permanente deseo de llegar a la verdad, limar asperezas, dar a conocer los avatares del Valle a quién todavía está en la ignorancia, procurar integran a todos los españoles en una comunidad de paz, conociendo la historia y sacando de ella las muchas enseñanzas que hemos de obtener para hacer llevadera la convivencia entre distintos, reproducimos hoy, en este número especial lanzado desde la Puerta del Sol madrileña, un resumen esquemático que nos ha llegado sobre todos los pasos dados desde 1937 hasta nuestros días para que el Valle de los Caídos existiera, y para que en él se cumplieran los fines deseados para todos los españoles: la reconciliación.

Aprovechamos también para incluir un trabajo más amplio sobre el mismo tema, publicado en la revista Altar Mayor, número 182, correspondiente a Abril-Junio 2018.

Dado que, en cierta medida, el artículo que nos ha enviado desde Argentina María Lilia Genta, comentarista política, tiene relación con el Valle de los Caídos y los estragos de la Guerra Civil que motivó la construcción del monumento, le incluimos en este número especial.