OPINIÓN
La del alba sería
Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 527, de 26 de octubre de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP).
La del alba sería
La del alba sería cuando Don Pedrote salió de Valencia tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya aclamado zapatero, que el gozo le reventaba por las cinchas de seguridad del caballo Falcon que le habría de devolver a Ferraz. Mas viniéndole a la memoria los consejos de su huésped Felipe cerca de las prevenciones tan necesarias que había de llevar consigo, en especial la de los dineros de los Presupuestos y camisas de fuerza, determinó volver a su casa y acomodarse de todo, y de un escudero, haciendo cuenta de recibir a un labrador vecino suyo, que era pobre y con hijos; pero muy a propósito para el oficio escuderil de la trapacería... ¿Sigo? Mejor será que cojan ustedes un ejemplar del Ingenioso y se enteren de lo demás, que les aseguro gozarán más que leyendo a este provinciano observador de los desmanes en curso.
Porque el sujeto (de la oración) que detenta el poder ejecutivo en el Reino de España acaba de escribir una de las páginas más gloriosas de su fulgurante y delictiva historia (lo ha dicho el TC, ojo, sin que se sepa haya pagado por ello) en el cuadragésimo Congreso que los reúne para ver si los aplausos y vivas superan en intensidad a los del año anterior. Tampoco deben preocuparse, pues el señor investigado Tezanos les dará cumplida cuenta del nivel que han alcanzado, que, como es cosa sabida, será mentira.
Una nutrida formación de pelotas, pringados, colocados y votantes receptores de dádivas raras y sinecuras formidables alzó los brazos en una reunión tocada de rojo color para rubricar con todas sus fuerzas que el Partido no estaba partido sino entero, más que nunca, pues no se oteaba en el feo horizonte encuesteril sino las estúpidas pretensiones de los que quieren ver el bello panorama de una España mejor.
Pero podían estar tranquilos, dijo el gurú, pues el maestro de esgrima rodeado de sus mentores y mentidores –¡vaya tres!– decía tener a sus huestes más unidas que nunca, quería decir en un puño, el de la rosa quebrada y asfixiada exhibida por doquiera iban pasando, desde los años finales del XIX, pasando por las huelgas del 17, el golpe de Estado del 31, el del 34, la guerra del 36, las madrigueras de los maquis, el exilio mexicano de más de uno... y así hasta la celebérrima reunión del 78, cuando el rojerío nacional se vistió de largo para recibir la Constitución más liberal y descuartizadora de todas, eso sí, aprobada por el pueblo de los mansos y miopes corderos. Porque esta es la historia de un país que se niega a sí mismo cuando unos cuantos alcanzan el Poder.
Hemos asistido a un ensayo general hace unos días. El ensayo de unos cómicos de membrete nacional que por no llevar no llevaban ni una sola bandera de España con la que airear el ambiente, se supone un tanto pestilente por la presencia (en espíritu) de los comunistas depredadores en el chiringuito que a todos beneficia.
Esta ha sido la última del rojerío español. Mientras en La Palma la gente se queda en la calle viendo pasar la lava (ahora la llaman colada), o rescatando planchas, retratos y rebecas, o esperando que los de arriba se dignen poner dinero al día siguiente (no promesas, como es costumbre), o lean un recibo de la luz que nadie entiende pero sí la cifra en negritas al final de una suma de pánico, o en la tele le dicen que la «incidencia acumulada» va por no sé dónde (que nadie sabe qué es), o que van a ilegalizar la prostitución, o que estos son los Presupuestos de la libertad, los más sociales y no se permite la risa, o que el detentador del mando activo es abucheado por doquiera asoma su nariz pinocheta, o que los pobres de necesidad aumentan, los ricos sin ninguna también, el salario mínimo menos, gracias a la ministra que mejor viste en el mundo, comunista ella, cuando todo esto y mucho más pasa en España viene un galán envuelto en polvos de azahar y levanta a los suyos diciendo que este es el país que queremos, con el consiguiente aplauso general de todos los asistentes.
Pues no. Por mucha tramoya que hayan preparado para la escenificación del portento no cuelan ni mijita en el sensorio común, que es el de la gente que observa y sabe por dónde aprieta el zapato, que suele ser obra de los zapateros que en todas partes hay, algunos rozando países lejanos. Como decía don Miguel, acuérdense de las prevenciones, que toda obra cae, incluso las que presumen de cimientos inconmovibles. Solo hay que esperar, como los palmeros, a que pase la lava. Después los bomberos y gente de buen saber se ocuparán de borrar del mapa todo vestigio sociocomunista. Hay que tener paciencia.
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