OPINIÓN | ECONOMÍA
'No Mo': el futuro alquilado
La mejor estrategia no pasa por alquilar la defensa, ni por la hiperdependencia económica ni tampoco por hacer del mundo feliz de la novela de Huxley, el único camino de la Humanidad, o de lo que quede de ella.
Publicado en primicia en el digital El Debate el 9/MAR/2022. Recogido posteriormente, con autorización del autor, por La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.
El desarrollo de la OTAN durante el siglo XX y el papel predominante que en ella juegan los EE.UU. ha supuesto, de facto, que sus socios europeos alquilen su defensa a una potencia mundial sobrepasada en el nuevo escenario económico post occidental. La invasión de Ucrania por Rusia ha dejado claro que la política de defensa no es algo en lo que quepa «desresponsabilizarse». La política de alianzas internacionales es una cosa, y la dimisión de una actitud preventiva frente al riesgo, otra bien diferente.
Lo que ahora ocurre en el suelo europeo es el segundo gran aviso de vulnerabilidad extrema en apenas dos años. Efectivamente, el primer aviso fue el que puso sobre el tapete el cierre del comercio internacional como consecuencia de la pandemia. Occidente había alquilado el origen de su cadena de suministros a las economías asiáticas y, principalmente, a China. Cuando sus puertos cerraron, las cadenas de suministro globales entraron en colapso, y aún hoy soportamos las consecuencias en forma de precios disparados en las materias primas esenciales y en los fletes marítimos.
Otras vulnerabilidades están en camino. Me refiero al movimiento «No Mo», abreviatura del inglés «No Mother» –no madre–. Es un nuevo desafío, si bien, en este caso, para toda la Humanidad. Nacido en 2011 en EE.UU., «No Mo» reivindica la desvinculación militante entre ser mujer y ser madre. A él le dedica un publirreportaje de casi quince minutos la cadena de radio autodenominada «la pública». Un extracto de este contenido se vuelca en el informativo de la mañana. Ni siquiera entra en la categoría de «información opinada» con la que cada medio lleva la información a su particular ángulo ideológico; es directamente un publirreportaje en términos de las ciencias de la información. Está accesible en la plataforma de contenidos de la RTVE.
El argumento de sus portavoces consiste en defender la sustitución de la decisión de la maternidad por otras prioridades de entre las que sobresalen el crecimiento profesional o el propio disfrute del ocio con su particular círculo de amistades. Dos opciones que, según las opinadoras, no dejan espacio para la maternidad. Los argumentos se aderezan de una apelación a una pretendida evidencia científica que desmiente la existencia del instinto maternal y con referencias a personajes icónicos que decidieron no ser madres.
Si la confianza ciega en los beneficios del comercio libre nos llevó a la hiperdependencia asiática, y el discurso pacifista del mayo del 68 a alquilar nuestra defensa a los EE.UU., de prosperar el movimiento «No Mo» tendremos que alquilar la supervivencia humana al imaginario de Huxley en Un mundo feliz.
Alguno de los pasajes de la colosal novela caben en esta reflexión sin necesidad de retorcer sus letras hasta que confiesen aquello que apoya nuestra advertencia: «Desde la Sala de Predestinación Social las cintas sin fin bajaban al sótano, y allá, en la penumbra escarlata, calientes, cociéndose sobre su almohada de peritoneo y ahítos de sucedáneo de la sangre y de hormonas, los fetos crecían o, envenenados, languidecían hasta convertirse en futuros Epsilones».
Naturalmente que cada persona puede decidir qué hacer con su vida. Naturalmente que puede hacerse salvo que vivas bajo una dictadura que te imponga una política de hijo único que empuje a asesinar a centenares de miles de recién nacidos que, por ser niñas, no servían para el cultivo del campo. Vivir en libertad, también para los partidarios del suicidio demográfico a lo «No Mo», es algo que cuesta alcanzar y aún más, preservar. La Historia ━la que aún no ha sido cancelada━ recuerda que frecuentemente alcanzar y retener la libertad, se ha hecho a sangre y fuego. Hoy en Ucrania y ayer en Lepanto.
Mi colega Clemente Polo se preguntaba hace unos días y yo ahora con él, «¿cuáles son las estrategias diplomáticas y en materia de defensa más eficaces para resolver los conflictos que inevitablemente van a surgir con gobiernos autocráticos o dictatoriales que cuentan con vastos territorios y recursos, ejércitos equipados con misiles intercontinentales, y escasa predisposición a aceptar las reglas del juego (del) derecho internacional?» Desde luego, la mejor estrategia no pasa por alquilar la defensa, ni por la hiperdependencia económica ni tampoco por hacer del mundo feliz de la novela de Huxley, el único camino de la Humanidad, o de lo que quede de ella.