A uno le habían hablado sus mayores del concepto Patria, para referirse a España como un lugar común donde crecer en los valores universales del trabajo, el esfuerzo, la solidaridad y en fin todos aquellos aspectos que engrandecen al ser humano desde su más alta concepción.

Pero la realidad es tozuda y se empeña, constantemente, en demostrarnos que todo lo dicho anteriormente no son más que vanas ilusiones de tan solo unos cuantos.

Creo que todo el mundo creía que a estas alturas del siglo XXI la realidad sería bien distinta. La sociedad sería más justa y más equilibrada en lo social, España sería una nación relevante en el orden mundial, sus ciudadanos, los españoles, estarían bien considerados entre las distintas naciones, nuestros científicos nos situarían entre las primeras naciones del mundo, ya que talento nunca nos ha faltado.

En fin, sueños, sueños, sueños.

Tal vez hoy me haya levantado pesimista, pero lo único que veo es como esta vieja nación se despeña irremediablemente por la ladera de la indignidad, el descrédito, la desidia y el desprecio, no disimulado, del resto de naciones que lejos de considerarnos, nos ven como un pueblo falaz, holgazán, pedigüeño y abocados al fracaso individual y colectivo.

Sí ustedes no se creen lo dicho, solo tienen que preguntar a otros ciudadanos europeos. Solo contemplar el espectáculo de ver al presidente del Gobierno mendigar en Europa dinero, que aquí ya nos lo habíamos gastado todo, es verdaderamente vergonzoso.

No solo somos campeones en drogadicción, paro, miseria, y otras estadísticas tales como los accidentes de trabajo, absentismo laboral, picaresca saca cuartos, etc… Si no también en el último campeonato que todavía se está celebrando, el Covid-19.

Somos la nación con más contagiados, no solo en términos relativos, también en términos absolutos, con más muertos por el virus, con más destrucción de empleo, con más cierre de empresas… Y por si fuera poco, un gobierno ruin, que nos conduce, pérfidamente, a la auto destrucción.

No sigo que me va a dar algo.

Para finalizar, un ruego: si hay alguien que pueda dar ánimos a este pobre desilusionado, por favor, cuanto antes, mejor.

De lo contrario empezaré a afirmar que esta nación no es tal, sino una puta mierda.