Ya, desde el propio José Antonio, intentamos Una nueva democracia, como subtitula Eduardo Adsuara su brillante librito. Él le llama La democracia mixta, y José Antonio, desde la primera hora, se esforzó de salvar de la invasión de los bárbaros…, del mismo modo que se esforzaba de que el amor a la Patria no ocultara la defensa de privilegios ante la injusticia.

En el lenguaje al uso le llamaríamos una doctrina transversal, una Falange transversal. Otros, como mi llorado y admirado Manuel Canterero –que se fue mucho antes de que pudiéramos entenderle– le llamaba Síntesis, al referirse a la ”tesis” liberal, a la que se opuso la antítesis socialista, para conciliarse en nuestra síntesis nacionalsindicalista. Adsuara extiende ese concepto de síntesis (también muy presente en La rebelión mestiza, de José Luis Rubio) a la mayoría de las dualidades en las que nos enfrentamos.

El pathos y el logos; cultura y civilización; partidos y corporaciones; Rousseau y Marx; lo masculino y lo femenino; individualismo y socialismo… ¡Nunca un librito antropológico de solo 130 páginas ha producido tanto asentamiento y justificación a creencias que empezaron –hace decenios– en el pathos, en esa forma de pensar que tiene el corazón, que diría el autor, y que posteriormente, el logos, esa forma de amar que tiene la razón ha ido asentando, también en una manifestación del perseguido –e imposible– equilibrio, en la síntesis, en la democracia mixta, en la Falange transversa.

Creo que la mayor parte de los falangistas posteriores a la Fundación, los que fuimos educados en el patriotismo, accedimos al pensamiento joseantoniano, a través de ”la música” de sus primeras palabras Nada de un párrafo de gracias... ¿Quién de entre nosotros no recuerda cuando esa ”música” nos cautivó? A algunos para siempre. Ahora, en el siglo XXI esos “algunos” seguimos aquí, y, en ausencia de una música cautivadora, recurrimos a los textos de grandes camaradas (compañeros, si queréis) que escribieron –y escriben– letras y razones que también aman.

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