España ante la IIGM

3/MAR.- En aquellos tensos momentos, Franco y Serrano Suñer se las apañaron para “dar largas” y eludir aquel terrible compromiso.
España ante la IIGM

En 1939, a los pocos meses de finalizar la guerra civil española, en la que los nacionales fueron ayudados profusamente con material y con tropas de élite por Alemania e Italia, comenzó la que devendría en terrible guerra mundial.

España, extenuada tras tres terribles años de conflicto, fue presionada intensamente para participar en esa guerra devastadora, para permitir el paso de los alemanes hacía Gibraltar, cuestión de extrema importancia (como posteriormente se confirmó) para el resultado final del conflicto. En aquellos tensos momentos, el gallego Franco y el cartagenero Serrano Suñer se las apañaron para “dar largas” y eludir aquel terrible compromiso. Y lo lograron, a base de alternar favores –e importantes suministros– con promesas de intervención “cuando se superara la terrible situación.

Porque, la verdad, la verdad… es que España no era neutral durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial. Éramos no beligerantes en elaborado neologismos gallego-cartaginense, que señalaba claramente las simpatías y apoyo a las fuerzas del Eje, eludiendo la participación directa en la guerra, con el ineludible aporte de una famosa división de voluntarios: la División Azul, nuestra última Cruzada.

Claro que esa pequeña pero significativa participación en la devolución de visita a la Unión Soviética (URSS) tuvo grave consecuencias, tras el final de la guerra, y la victoria capitalista-comunista, con el aislamiento internacional, el bloqueo económico y la entrada de los maquis. Con media España destruida, con cientos de miles de muertos, encarcelados o exiliados; sin cereales, las cabañas ganaderas esquiladas; sin combustible… Solo el genio –y la forzada austeridad– del sufrido pueblo español, pudo superar el terrible estigma colaboracionista muchos años después, en 1953.

Es de obligada mención la actitud de la Argentina de Perón –¡y de su esposa–, que envió a España cientos de miles de toneladas de cereales y alimentos, evitando así –literalmente– la muerte por inanición de millones de españoles .

O tempora, o mores (¡Qué tiempos, qué costumbres!)




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