Moderación & tibieza
19/08.- Viene esto a cuento del cese de Álvarez de Toledo en su cargo en las Cortes Españolas, acusada, precisamente, de “falta de moderación…”.
Publicado en el número 336 de la Gaceta FJA, de septiembre de 2020.
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Moderación & tibieza
Uno de los principios de la convivencia, aceptados por casi todos, es la moderación, que no es otra cosa que la sensatez, la templanza en nuestro comportamiento personal, social y políitico.
Viene esto a cuento del cese de Álvarez de Toledo en su cargo en las Cortes Españolas, acusada, precisamente, de “falta de moderación…”.
Muchos hemos ido recorriendo la moderación de ese partido de derechas, o de centro-derecha, o liberal, o cristiano-demócrata… que empezó con aquel Alianza Popular, el de los “7 magníficos”, todos brillantes exministros de Franco… ¿Recuerdan?. Su fracaso electoral, a escurridizas manos de otros exministros de Franco (la UCD), provocó su disolución… Pero aquellos no eran nada tibios, sino que querían trasladar lo bueno del pasado a la esperanza del futuro… Eran moderados, pero no tibios, porque habían aprendido, de pequeños, aquello del Evangelio: Arrojaré de mi boca a los tibios.
Muchos de nosotros hemos contemplado la travesía del desierto de tantas de aquellas buenas gentes, en varios partidos, hasta llegar al actual PP, donde conviven –es un decir– las diversas sensibilidades que lo componen en la actualidad, tan alejadas de las de aquellos lejanos “7 magníficos”.
Porque ahora el PP no se esfuerza en mantener, exaltar y cultivar la moderación –que tantas adhesiones suscitó– sino que, impelido por sus grandes contradicciones y por el desmesurado afán de poder político, se aferra a la firme defensa de la tibieza, como bien superior…
¿Cómo si no puede entenderse que pese a sus creencias, puedan seguir admitiendo (¡y pagando allá donde gobiernan!), ese crimen abominable del aborto?
¿Cómo pueden seguir admitiendo y tolerando esa aberración de la LGTBI… en periodo de extenderse a otras sensibilidades sexuales.
¿Cómo pueden mantener este monstruoso tinglado de duplicados y triplicados servicios públicos, ni esas retribuciones a ingentes legiones de políticos y asesores…
Muchos, desde luego, ya arrojamos de nuestra boca a los tibios.