La partitocracia doméstica
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Cuando, en la madrugada del miércoles, el secretario general del PP y el presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (CARM) se dicen ¡tenemos una oportunidad!, la partitocracia, esto es, el poder de la estructura de los partidos sobre las personas que los integran, se pone en manifiesto.
Ya no cuentan los valores éticos y morales, de unos políticos de unos determinados partidos que ⎼con razón o sin ella⎼ proponen ejercitar un mecanismo perfectamente regulado como es la llamada moción de censura, mediante la cual pretenden (¡pretendían!) revocar el mandato del presidente de la CARM.
Ya no tiene importancia el que, unos u otros, se “colaran” en vacunarse. Ya no importa su compromiso con unos votantes “liberales”, o de “centro-centro”, o de “centro-derecha”, o de “centro-izquierda. Eso fue el comienzo.
Ahora solo queda, el “pasteleo”. Ahora solo queda la “dulce zanahoria” de las direcciones generales, los vehículos con chofer, la proyección de futuro. Atrás queda la lealtad –de unos y otros– a unos principios (tal vez creencias) que iluminaron sus caminos en los primeros tiempos, cuando no habían sueldos, ni chóferes. Solo cubos y brochas para fijar carteles.