En busca del arca (I). Llamada a bordo

Catorce 'ulises' partirán en busca de otro imposible: encontrar el arca de Noé que menciona la Biblia.


Publicado en las revistas:
Trocha, núm. 245, de marzo de 2023. Ver Trocha en La Razón de la Proa. Recibir el boletín de Trocha
Doncel, núm. 9, de abril de 2023. Ver Doncel en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.
La serie En busca del arca, son artículos motivadores preparatorios de la expedición prevista al monte Ararat por veteranos de la OJE encuadrados en su Escuela de Montaña.

En busca del arca (I). Llamada a bordo

¿Existe o existió la tierra de Ítaca? De acuerdo con la mitología griega en los poemas homéricos, Ítaca era tan real como la isla que tomó su nombre y aparece en todos los mapas (1), aunque con la pega entonces de que a ella era imposible arribar por designio de los dioses; vaya, con algunos pequeños matices una especie de nuestra San Borondón atlántica. Ulises consiguió vencer todos los obstáculos y pudo regresar. Curiosamente ésta, la del pasado, es la isla más interesante, pues sobre la misma no han dejado de correr ríos de tinta y es la que siempre recreamos. Por tanto, claro que existió, y consistió además en un afán.

Catorce ulises partirán en busca de otro imposible: encontrar el arca de Noé que menciona la Biblia. ¿Existió el arca? Por supuesto que también, estamos seguros de esto, pues de sueños están repletas nuestras promesas y bien despiertos no renunciamos a hacerlas realidad. Sabemos con certeza por las notas del cuaderno de bitácora que se encuentra en las precisas coordenadas que señalan el ultreia y la suseia y no necesitamos otras pistas, salvo las estrellas. Aunque sólo uno de los odiseos que nos hemos alistado consiga abordarla, la cruz potenzada será izada en el penol de su palo mayor.

¡Ha debido quedar ya claro que no nos importa el riesgo de la aventura, qué puñetas!. Puesto que llevamos en nuestros corazones el deseo de navegar y estamos enrolados en ella desde muy jóvenes para vivirla intensamente, aunque fuese como sencillos navegantes de interior, zarparemos de proa hacia el nacer del sol, donde el Ararat se yergue altivo con sus 5.137  mts. de altitud en el Kurdistán turco. Por si fuera poco, en la versión del maestro Joaquín Rodrigo de la canción Marinos de España (2) se pide desde el capitán al grumete afrontar las travesías con renuncia, exigencia y superación, por lo que ya sabedores de ello era imposible no acudir a tan atractiva convocatoria. ¡Ay cónsul Pompeyo, cuánta razón tenías cuando replicaste que lo importante no era vivir, sino navegar! (3).

Lo mismo que nos hemos negado a poner fecha de caducidad a nuestras utopías, no pongamos ahora tampoco límites ni medidas a la ilusión de la singladura, que como el horizonte y como la vieja Ítaca sin duda existen, pero no se pueden alcanzar nunca…, o quizás con el paso del tiempo y poniendo empeño resulte que sí. Una carabela, hasta un pequeño esquife, construido en los astilleros de la OJE, forjadora sabia con madera noble de fuertes quillas, codastes y voluntades, que enarbola con merecido orgullo sus pabellones, en la proa proclamando uno el Vale quién sirve y otro en la popa que Servir es un honor, y con ellos ondeando al cielo atravesará las llanuras del mar, haga frío o calor, desde el azul hacia tierras desconocidas, para llevarnos otra vez al azul. Bogando a ratos con nuestra libre y común renuncia, exigencia y superación, y empujados otras veces por el viento que nos llegue de la añorada Patria, (un buen timonel aprovecha la menor brisa, sople en la dirección que sea, para mantener el adecuado rumbo) haremos por subir a la cimera cresta de la ola dónde encontraremos la imposible arca. Camaradas, si el destino lo impide, que así sea y encajaremos lo que venga, mas nunca se pueda decir que nos envilecimos con cantos de sirena o que los cíclopes amedrentaron a la tripulación.

Con el ocaso encima, terminada la faena, en la misma lengua de Pompeyo y conocida en todos los puertos, a modo de consigna se escuchará desde los camarotes al relevar los turnos de guardia en la nave: ¡Per áspera ad astra!,... y su profundo eco irá retumbando hasta nuestra Ítaca, hasta la cumbre en la que nos hemos citado. Suerte, valor y amén, que por ahora ya está dicho todo.


Notas:

(1) Es una de las Islas Jónicas, situada al Oeste de la Grecia continental.

(2) Las referencias de esta versión sobre la canción Marinos de España aparecen en el Cancionero de Juventudes (Editorial Doncel, 1967), y allí se informa que la versión con el arreglo del maestro se publicó en 1947 en el Cancionero Juvenil y en el Cancionero de Valencia en 1953, con el título de Sueños de Imperio. Todas las palabras en cursiva del tercer párrafo del texto pertenecen a la indicada canción, de forma indiferente en cualquiera de sus versiones.

(3) Refiere Plutarco que en el año 56 a.C., objetaron a Pompeyo siendo cónsul, la dificultad de ayudar a sus conciudadanos mediante el uso de la flota que tenía bajo sus órdenes debido al peligro que representaba el mal tiempo, a lo que éste replicó de forma contundente con la famosa frase: Navigare necesse est, vivere non est necesse, es decir, El navegar es necesario, y no es necesario el vivir. La frase, convertida después en lema, fue adoptada por la Liga Hanseática, por la Marina de la Corona de Castilla y usada múltiples veces, como es natural, en el Frente de Juventudes y en la Organización Juvenil Española.


Nota en el diario de a bordo: He de reconocer a mi gran amigo y maestre, su ayuda y estímulo en la ambientación literaria que seguramente yo he perjudicado. No habrá aplausos ni de lejos, querido Andrés, pues tú eres de los nuestros y mantienes siempre presente la proa como razón, transformando en deber el favor, sin esperar que llegue ninguna recompensa ni vitualla por las bandas, ni siquiera un escueto párrafo de gracias. Sic nos.