El último 29 de octubre
Hace pocos días veía en la televisión una buena reposición de la excelente película norteamericana El último mohicano, dirigida espléndidamente por Michael Mann, y protagonizada por Daniel Day-Lewuis, que me trajo –no sé si por analogía sentimental–, un recuerdo nostálgico de una fecha para mí emblemática, como es el 29 de octubre.
A decir verdad. me vino un ramalazo de nostalgia por algo que entiendo corre el peligro –para otros supondrá quizá un alivio– de una pronta desaparición del movimiento creado por José Antonio. Como aquel indio mohicano en la guerra franco-británica en la América del siglo XVIII, que representaba el fin de una tribu independiente en su propio país. Yo empiezo a considerar si no seré uno de los últimos falangistas en este siglo XXI, viendo la inexorable desaparición de la Falange.
Desde luego, no tengo ni el vigor ni la astucia de aquel indio (sin ningún sentido peyorativo, sino enmarcado en el espíritu de las Cartas de la reina Isabel la Católica) para alzarme en pie contra tantos enemigos que buscan su eliminación de la vida democrática española, o incluso inspirado por propios.
Ochenta años son muchos años, pero no cejaré nunca en mi propósito de hablar y defender su presencia entre nuestras gentes, tal como la soñó el Fundador, confiado en que un día –como dice nuestro himno–, volverá a reír la primavera, que es una forma poética de decir: seguiré contigo hasta que Dios quiera.
El último mohicano se basaba en la leyenda de una actitud noble y generosa por parte del protagonista en el cine; yo, en cambio, solo aspiro a que este 29 de octubre no sea el último. Por supuesto, eso no es una afirmación de tristeza, al contrario, es una llamada a la fidelidad que como falangistas nos debemos.