El «colega» en el Gobierno

10/07.- Ni el «colega», ni el presidente del Gobierno que así considera a su vicepresidente segundo, tienen desperdicio. (...) España lleva una deriva poco aconsejable que será difícil de enderezar para retomar, dentro de unos años, no mañana o pasado mañana, el camino correcto...

Publicado en el Nº 328 de 'Desde la Puerta del Sol', de 10 de julio de 2020.
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa

El «colega» en el Gobierno

Hay que reconocer que en algunas ocasiones Pedro Sánchez da la sensación de decir verdad, de no mentir, de contar las cosas como en realidad son. En una de las últimas apariciones en televisión para ir intentando subir su cuota en las encuestas que se producen por el país, –además de las amañadas del CIS, donde, naturalmente, arrasa–, a una pregunta que le hicieron sobre las cosas que se dicen sobre su socio de gobierno, Pablo Iglesias, aseguró que él sigue la norma de no prestar demasiados oídos a lo que de él se comenta, soportando las murmuraciones negativas, pues están dentro del sueldo. Y que, por ello, no va a salirse de la norma intentando responder a la pregunta cobre un «colega».

Y, más o menos, es verdad que poco dice respecto a lo que se comenta de él. Lo soporta con estoicidad o con resignación, pues debe seguir la norma que dice el refrán español de «tírame pan y llámame perro». Él sigue su política de ir ganando escalones día a día, como Diego Simeone pide a sus jugadores respecto a preocuparse de partido a partido. Y por ello no nos hace caso para nada a los españoles: sigue su día a día, sin que necesariamente sea en línea recta, sino, como es norma en él, todo lo contrario. Pero, curiosamente, como hemos reflejado, empleó el término «colega» que el diccionario de la RAE admite como «coloquial». Habló campechanamente de que no diría nada respecto a las opiniones que pueda tener el pueblo sobre su «colega» Pablo Iglesias.

Luego, el «colega», ha hecho aparición en la televisión para exhibir su bondadosa cara desdiciéndose de lo que supuestamente ha dicho en alguna ocasión sobre la prensa y algunos periodistas. Queriendo convencer al auditorio de que siempre ha habido interpretaciones falsas, no comprendiendo el sentido cariñoso con el que eran pronunciadas determinadas expresiones, por ejemplo, la tan manida resurrección de «las cloacas del Estado» en el que se rebozan sus detractores que «socavan las bases de la democracia», con la «intoxicación», pues «se debe naturalizar que en una democracia avanzada que cualquier persona pública o con relevancia esté sometido a la crítica o al insulto en las redes sociales». Para este lavado de cara utilizó la rueda de prensa tras el consejo de ministros, por lo que estuvo acompañado y asistido por la portavoz María Jesús Montero y los ministros de Justicia y Transportes Juan Carlos Campo y José Luis Ábalos.

Incluso manifestó que «es evidente que se ha atacado a Podemos para evitar que entraran en el Gobierno». En esto acierta, casi ha sacado bingo, pues no son solo los periodistas los que lo quieren sacar del Gobierno, sino que lo desea una mayoría de españoles como se puede apreciar en las encuestas; es más, tratando por todos los medios posibles sacarlo de la política de España a la que tanto daño está haciendo. Incluso en su despedida no se pudo contener, pues va con su personalidad dictatorial y propensa a la ira, ya que subió «el tono de voz cuando una periodista de Europa Press le ha preguntado sobre la comisión de delitos por parte de personas vulnerables a la hora de ocupar inmuebles. El vicepresidente ha reprendido a la periodista con enfado afirmando que “la pobreza sobrevenida no te convierte en delincuente utilizado por las mafias de ocupación” antes de apagar el micro con violencia».

Ni el «colega», ni el presidente del Gobierno que así considera a su vicepresidente segundo, tienen desperdicio. Están plagados los medios de comunicación, son continuas las manifestaciones diarias de intelectuales y profesionales que enjuician los quehaceres cotidianos de estos políticos, y lo afirman los organismos internacionales por medio de sus declaraciones, de que España lleva una deriva poco aconsejable que será difícil de enderezar para retomar, dentro de unos años, no mañana o pasado mañana, el camino correcto.

Y ello, se deduce, si se cambia de arrieros pues los actuales no son capaces de conducir la carreta porque ni siquiera saben cómo manejar la vara con la que indicárselo a los bueyes.

Ya decíamos que, aun siendo todos los botijos para lo mismo, se mantiene en cierta media la hechura a través de los siglos y los alfareros que se han ocupado de su fabricación, cada artífice ha intentado dejar en algún momento de su historia una pieza singular que lo recordara, aunque se perdiera el nombre del autor. En este caso se encuentra el botijo que hoy nos acompaña como un «colega» imprescindible, fundamentalmente en verano. Aunque, lo confesamos: tiene veinte pitorros y habrá que buscar el adecuado para beber sin darnos un baño refrescante. ¿En qué pensaría el alfa-rero? Probablemente lo hizo para algún personaje que, como los políticos de hoy, enga-ñan a discreción. Con este engaño, a su vez, el ceramista probablemente quiso dar al personaje la misma medicina.

Comentarios