Sin que nos demos cuenta
Publicado en el número 290 de 'Desde la Puerta del Sol', 7 de abril de 2020.
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.
Con permiso
Sin que nos demos cuenta, los estrategas ideólogos van metiendo sus intenciones entre muerto y muerto de la pandemia coronavirus. Son unos inmorales, unos miserables que espero se lleven el castigo que merecen una vez que haya terminado esta condena que estamos padeciendo por habérnosla ganado a fuerza de mal hacer y comportarnos deshonestamente, habernos puesto en manos del egoísmo, haber olvidado el amor que supuestamente debería conducir todos nuestros actos y, olvidando al Dios creador, hemos intentado sustituirle con nuestra insensatez, nuestra prepotencia, la creencia de que lo podemos todo y de que nada hay por encima de nosotros.
Por el mundo andan pavoneándose unos por poderío que ejercen de forma inmisericorde para los demás, guardándoselo otros ladinamente para pasar desapercibidos pero intentando controlar la mentalidad y la vida de las gentes que poblamos todas las tierras del mundo habitado, así como el comercio y la industria, o los movimientos de la Bolsa para arruinar en beneficio propio a aquellos en los que han puesto la mirada, decidiendo estadísticamente la natalidad de nuevos individuos en los diferentes rincones de la Tierra, estableciendo las normas de cuándo han de concluir su andadura aquellos que por edad son «una carga» para la sociedad que ellos controlan, y un largo etcétera mediante el que nos tienen sometidos a través del control y manipulación de todo aquello que nos hace y permite vivir.
Aquí, en España, anidan unos cuantos esbirros dependientes de los poderosos del mundo, por más que se crean ser cabezas de ratón con importante influencia, que intentan hacer su juego personal para entrar en esa elite.
Y mientras los españoles van muriendo por su incapacidad y su mal hacer, el grupo parlamentario Ezquerra Republicana-Esuskal Herria Bildu someten a las Cortes Generales un proyecto proposición de Ley para modificar el Código Penal «para despenalizar las injurias a la Corona y los ultrajes a España», basándose en que «la libertad de expresión es el derecho fundamental de toda persona a expresar ideas libremente, y por tanto, sin censura. Una democracia avanzada y moderna debe asegurar a la ciudadanía su pleno derecho de la libertad de expresión». ¡Que marrulleros, ellos que están imponiendo sus consignas en los lugares donde ejercen autoridad!
Sin duda «esta España mía, esta España nuestra» –a la que cantaba hace bastantes años Cecilia, aquella joven encantadora a la que se llevó la parca a los 27 años– entiende de forma muy particular tanto la libertad como la dictadura y el avasallamiento, ya que las aplican de acuerdo con su pensamiento ideológico y las metas que intentan conseguir, pues a renglón seguido, como si en estos momentos fuera cuestión de vida y muerte, otros, el Gobierno, pide a la Junta de Andalucía inicie el trámite para retirar los restos de Gonzalo Queipo de Llano de la basílica de la Macarena, atendiendo a la Ley de Memoria Histórica, y sigue concediendo subvenciones para que se lleven adelante los despropósitos de la citada Ley.
Afortunadamente no son pocas las voces que se levantan por toda España pidiendo se despida con carácter de urgencia a este Gobierno y sea sustituido por otro de personas preparadas y honestas.
Y muchos más que propugnan que el fin de la pandemia debe ser el principio de una España diferente en la que se haga una limpieza general, eliminando ignorantes, aprovechados, paniaguados, ideólogos vendidos a doctrinas trasnochadas y dictatoriales, defensores de los necesitados pero que consiguen buenos beneficios para su peculio, enervados anticapitalistas que van entrando de lleno entre los casposos aunque ellos sean defensores del pueblo.
Da vergüenza tanta procacidad, tanto mitinero sin pudor, tanto vago con ínfulas de creador de una nueva cultura que no es otra cosa que el deshecho de la verdadera cultura del saber.
Para que no se diga que somos rancios en demasía, hoy traemos un botijo firmado por taller de cerámica y arte, bautizado como «lunares», pintado a mano y vidriado, que nos presenta a una joven en estado de reflexión, a la que deseamos mucha ventura en un país al que tendrá que echar una mano para sacarlo del sopor en el que está.