¡Cuán gritan esos malditos!

4/ABR.- Estos días, como haría el Tenorio, también nosotros aprovechamos la fecha para exclamar: «¡Cuán gritan esos malditos, pero mal rayo me parta, si en concluyendo esta carta, no pagan caros sus gritos!»...


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 736 (4/ABR/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín de LRP.​

¡Cuán gritan esos malditos!

Era el Tenorio de Zorrilla el que así clamaba cuando, por estas fechas, se representaba la clásica obra teatral por toda España y muy especialmente en el Teatro Español madrileño. Pero como los tiempos cambian que es una barbaridad, don Juan Tenorio ha pasado a mejor vida, y ya, al parecer, no lo oiremos clamar ¡Cuán gritan esos malditos!

A cambio tenemos a los políticos, fundamentalmente a los del PSOE, que andan encorajinados por aquello de que, frente a los «barómetros» del CIS, las encuestas que otros medios hacen cada día dan mejores resultados a la oposición, por más que se empeñe el ilustre señor Tezanos en hacer juegos de manos con sus cifras.

Así, Patxi López, que parece un alma de Dios en sus intervenciones ante los medios de comunicación, cuando se encarama en el púlpito del orador en el Parlamento, chilla cual esos malditos, se encrespa poniendo a parir a la oposición, lanza venablos usando las mentiras que le han escrito en el papel que le acompaña o le han dictado para que tomara nota, y no deja títere con cabeza. ¡Qué forma de cambiar de pelaje tienen algunas personas cuando le azuzan para que saque a relucir todas sus energías!

O Yolanda Díaz, que tampoco fue manca en su intervención en el Parlamento en el mismo encuentro, pues a grito pelado hizo una demostración de lo bien que se sabía la lección de la Constitución, de cómo aplicarla y de qué forma interpretarla. Quien, días más tarde, cuando se enfrentó con un auditorio de féminas, que previamente tenía anunciado con bombo y platillo para decirlas a voces y sin tapujos que ella «no era de nadie» y que «quería ser la primera mujer presidenta de España». ¡Toma, y muchas de las oyentes también! Y a no pocos de los que la escuchaban por la tele en las noticias. De lo que se olvida Yolanda es que para eso hay que tener, además de los redaños que ella emplea al exponer sus ansias, conocimientos, práctica, experiencia y un montón de cosas más. Si tuviera los años de un servidor, hubiera vivido lo que he vivido y gozara de la experiencia adquirida en muchos campos de la vida, se daría cuenta de que para ejercer en un lugar como la presidencia de un país hay que estar muy preparado. ¡Que hoy día cualquiera puede serlo! De acuerdo, pero así anda el mundo.

Otra voz que grita, pero con sordina, ya que apenas se la oye, es Pilar Alegría, ministra de Educación et al, pues las palabras salen de su boca con aparente malsana intención, ya que la información que da como respuesta a las preguntas que la hacen los chicos de la prensa siempre parece que llevan algún veneno, nunca tienen visos alegría, cariño si queremos, ni buena intención.

Rematado en toda ocasión por el ministro de la presidencia, Félix Bolaños, que no se pierde ningún festín, siempre está en primera fila para dar su opinión sangrante, maligna, inicua, malvada, perversa, utilizando el diccionario de la forma más vil. Este chico, cuando le den la patada del puesto que ocupa ahora, ¡dónde irá! Porque resulta tan repulsivo como el batracio más inicuo.

De lo único que saben esta gente de la izquierda, y en cantidad, es de poner a gritar a las masas, contando para ello con unos sindicatos bien engrasados por el gobierno que les facilitan mucho la labor. Y entonces es cuando vemos «pasar por la puerta del fondo máscaras, estudiantes y pueblo con hachones y músicas...» como viera don Juan. Y sacan a la calle a los jubilados, o a los estudiantes, o a los sanitarios, o al lucero del alba si se le ha olvidado presentarse a su debida hora. Con las pancartas bien impresas que no se sabe de qué ministerio o sindicato salen, las ministras más proclives en primera fila, seguidas de toda la panda que han situado con buenos emolumentos en puestos inventados en los distintos abrevaderos del Estado.

Y resulta que ahora, al desmoronarse la izquierda en cachitos, todos con cabecilla al frente –unos más importantes que otros–, surge la izquierda de la izquierda. Aquí no hay izquierda y ultraizquierda, como ellos sitúan a la oposición en derecha y ultraderecha, cuando se apean de las definiciones de fascistas y cosas así. ¡Qué cosas! ¡Cómo cambian según se mira!

Desde luego nadie como el sátrapa de Pedro Sánchez ha sabido sacar jugo al Gobierno. No ha hecho nada por lo que pueda ser recordado en el futuro, a pesar de que crea lo contrario; ya quisieran haber ocupado su lugar algunos de los famosos bandoleros de Sierra Morena como Luis Candelas o El Tempranillo como primeros de la lista. Quizá al nombrar 22 ministros echó mano a la leyenda de que los ángeles se acercan –aunque se comiera un 2, pues son 222– y con ello iba a ganar el cielo, España y a todos los españoles, y luego, tras conseguir la presidencia de la Internacional Socialista, la presidencia de la Unión Europea por méritos propios; pero no, este cargo le corresponde a España y no precisamente a él

Resumiendo: estos días, como haría el Tenorio, también nosotros aprovechamos la fecha para exclamar: «¡Cuán gritan esos malditos, pero mal rayo me parta, si en concluyendo esta carta, no pagan caros sus gritos!». Para ello vamos a recurrir al recogimiento y silencio, rezaremos ante el Jesús crucificado, y le pediremos nos eche una mano.




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