Descubrir el aire fresco
Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 588, de 18 de febrero de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.
A Dios gracias, uno no anda metido en los entresijos políticos. Decidió, hace algún tiempo, cuando se desengañó de lo que en la práctica es la política, vivir libre como el viento, según cantaran, allá por los años 90 del siglo pasado, el grupo andaluz de rock Medina Azahara: «Necesito respirar / descubrir el aire fresco / y decir cada mañana /que soy libre como el viento».
Porque, teniendo en cuenta lo que se ve en estas calendas, parece obligado arrimarse a algún grupo de los que se forman en la política nacional para andar ajustando a la comunidad a unas maneras que, en el fondo, es difícil que coincidan con las que uno ha ido desarrollando durante el transcurrir de su existencia, que nunca han tendido por el empoderamiento –según se dice ahora–, sino por la constante de una sociedad tranquila, pausada, sabiendo cuál es el camino que ha de seguir para el mejoramiento de la vida de la colectividad, pues no siente ni la afición de destacar salvo en el buen hacer de sus obligaciones, ni considera que ha de ensalzar por encima de la generalidad a personajes que, en el fondo, no tienen el convencimiento de qué es lo que han de hacer, y hacen lo que les conviene en cada momento, aunque unos más que otros tengan objetivados algunos principios acentuados con mayor intensidad respecto a lo que conviene para la generalidad. Cosa que puede deslumbrar por la buena oratoria de los arquetipos que se lanzan al foro en persecución de metas de mejor o peor apariencia, con mejores o peores antecedentes históricos, con intenciones de mejor o peor calado, con una sorprendente generosidad hacia la comunidad o simplemente una vocación de medrar personalmente.
Mas para cumplir con el merecimiento que supuestamente han de tener esos líderes o simples cabecillas es necesario estar colmado de unas virtudes que no es frecuente reunir cuando pretendes saltar al encuentro de la verdad, ya que son escasos los que están dotados de ese merecimiento y pocos los que gozan de la humildad de ejercerlo con honesta generosidad. Para ello, no basta con lo que uno pretenda, sino que ha de rodearse de colaboradores, seleccionándolos uno a uno y muy severamente, pues es fácil que se cuelen los trepadores, los vagos y maleantes con traje de Armani, los engreídos que se consideran por encima de la generalidad o de los destacados. El arte de la política es muy complejo y difícil de sacar adelante, pues, además, cada tiempo tiene su variante.
España está en un momento muy delicado. La mayoría de los políticos son soberanamente mediocres incapaces de hacer lo que deben y asfixiados en su soberbia. Están repartidos en muy diferentes equipos empeñados todos en ganar la partida a los demás; eso a pesar de que tales equipos se agrupan en dos camadas más una tercera con los encerrados en la disidencia de romper la unidad patria. Cada cual considera que su epítome es la perfecta que tiene la obligación de imponer a la comunidad; tanto la de los que gozan de un mayor crédito y veracidad como la de los que apenas les acompaña una escasa solvencia; tanto los que sostienen unas bases sociológicas perfeccionadas a lo largo de una andadura de siglos como los que de la nada saltan a la modernidad, o se suben a ella desde principios que han llevado a los países a guerras, a enfrentamientos de todo tipo, al odio entre hermanos.
España se encuentra metida en un maremagno en el que se revuelven todas las ideologías en el peor de los aspectos dado el deseo de ser unos más que los otro. La izquierda, en sus diferentes versione, considera que son los más conspicuos adalides para convertir el país en un edén majestuoso, calificando a una parte de la derecha de extrema que ha de ser eliminada, y la derecha, con excesiva prudencia, olvida de calificar a la izquierda de extrema, calificativo que si se merece dadas sus prácticas y tendencia en las disposiciones que impone a la nación y consigue aprobar en el Parlamento. Todos se cuelgan el cartel de ser los buenos por naturaleza, considerando al de enfrente como malos de nacimiento.
Hay gente como nosotros, mucha gente, incluso una cantidad considerable sin estar convencida de ello, que considera que la izquierda de la que gozamos es lo peor que le podía caer a España por lo que es imprescindible eliminarla por todos los procedimientos. Ya que la izquierda comunista que nos domina, que permanece en la memoria que ocasionó millones de muertos durante su dominio por países de Europa y algunos de Asia y América del Sur, y muy especialmente en España, todavía no ha celebrado su juicio de Núremberg como acordó la Asamblea General de la Unión Europea, para limpiar esa terrible historia que cuenta con millones de muertos, y no pocos en España, mientras los perdedores de la Guerra Civil lo cargan sobre los que se vieron obligados a tomar las armas para limpiar la bazofia que se extendía por toda la nación. Por tanto, la derecha de ahora, sea del PP o de VOX, en ningún momento se la puede considerar de extrema ya que sus postulados son única y exclusivamente la defensa de los valones nacionales y universales, la salvaguardia de una España tranquila, pacífica, en constante crecimiento, buscando una juventud bien formada, creando los medios para facilitar trabajo para cuantos lo necesiten, para una España que mantenga su tradición, una España que modernice todas sus estructuras y se ponga de nuevo a la cabeza de los países industrializados. Lo que solo se conseguirá con el entendimiento de los dos partidos mencionados y la suma de todos los españoles que, por aburrimiento, como nosotros, estén al margen de rencillas de alcoba, más, eso sí, renuncia al «yo quiero estar por encima de ti».
Sin duda el tañido de las campanas es la invitación a una convocatoria necesaria e imprescindible para que España se serene y se tranquilice, y emprenda el buen camino. Somos tan admiradores de las campanas como lo somos de los botijos.
Sin duda son dos valores ínsitos en España que no faltan en ninguno de sus pueblos. La campana de la torre de la iglesia y el botijo en cualquier huerto o sombrajo. Lo que desconocíamos hasta ahora, y hemos descubierto gracias a uno de nuestros lectores, es que en la alfarería de Teruel, tan digna de admiración por su belleza en las formas y en la decoración de sus piezas, existía el botijo de campana. ¡Lo hemos encontrado! Y aquí lo traemos hoy. Agradeciendo este descubrimiento a Luis Ángel Ruiz Paradejordi que nos informó de la existencia de este original botijo.
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