Digo yo...
Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 530, de 29 de octubre de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP).
Cuando uno intenta salir a la calle, en esta temporada en la que ya andamos entrando en los fríos, fundamentalmente si es en las primeras horas de la mañana, suele echar una miradita por la ventana a ver qué tiempo hacer, ya que, al trasponer la puerta del portal, es desagradable recibir el ataque de una ráfaga fría, o una bocanada calurosa. Por eso no he de ser considerado inculto e ignorante, sino que, como la mayoría de los mortales, no tengo ni idea del tiempo que hace hasta que lo soporto en el cuerpo. ¿Qué nos lo dicen por la tele, la radio y hasta el móvil? Sí, pero el que hace en mi barrio se aproximará a lo que diga alguno de esos medios informadores, pero no a lo que opine mi cuerpo de acuerdo con el flujo sanguíneo, el desayuno que haya tomado, la ropa que me ponga, y un etcétera particular.
Me justifico de esta forma porque voy exponer una idea que llevo rondando hace días, por la que, seguramente, seré tachado de ignorante. Y seguro que lo soy en la materia, quizás hasta en forma superlativa, pues sé poco de volcanes en general, muy poco de volcanes cuando se comportan como lo está haciendo el Cumbre Vieja, y apenas de qué sucede en este dado que no tengo la suerte de estar en su proximidad para gozar de un espectáculo natural tan grandioso como es, aunque resulte destructor para los compatriotas que están penando por el daño que los está causando, devastando sus propiedades, dejándolos en la calle, perdiendo, en suma, todo lo conseguido a lo largo de una vida, incluso los recuerdos que son de un valor personal irremplazable.
Al ver las lenguas de lava deslizarse hacia el mar mientras va desapareciendo todo tipo de construcción, calles y plantaciones; al ver cómo las cenizas se depositan en techumbres con peligrosidad de hundir los tejados, haciendo de difícil circulación las calles, originando montículos considerables al limpiar unas y otras para evitar males mayores,... uno piensa que en aquello que se pueda actuar debe hacerse de inmediato. Solo tenemos la confirmación de la actuación de bomberos, el personal de la UME, vecinos y voluntarios a quien nadie ha llamado pero son gente generosa que considera ha de ayudar a su prójimo en lo que pueda. Aparte de esto, están las tres visitas del presidente del Gobierno con las correspondientes promesas; pero no vemos una actuación para ir simplificando el desastre, para ir adelantando el momento en el que se pueda actuar con el fin de que los palmeños empiecen a vivir adecuadamente, puedan concebir donde se podrán asentar, puedan reiniciar su vida.
Y me reitero. No sé qué es lo mejor que se pueda hacer. Pero pienso que es posible hacer bastante más de lo que se está llevando a cabo. Por ejemplo, ir quitando las toneladas de cenizas para ir desbrozando el camino con el fin de tenerlo preparado para, después, donde sea posible y cuando sea viable, actuar. En primer lugar habrá que pensar dónde se tiran todos esos materiales. ¿Será a la mar como complemento de la lava que se está derramando en él? ¿Dónde si no? Para ello ya tenía que haber tomado medidas hace tiempo el Gobierno español, enviando la maquinaria necesaria para retirar todos esos restos, vehículos adecuados para transportar las cenizas a donde sea, ¿el mar?, potentes máquinas aspiradoras para limpiar tejados y azoteas, jardines y las propias calles,...
No sé si esto será una sandez, pero al menos es una sandez pensada para beneficiar a una población que lo está pasando bastante mal, que necesita ayuda de verdad y no de boquilla, y la necesita ya. Y si es una sandez no lo será más que las que por miles se pronuncian en los Parlamentos, asambleas, mítines, etc.
De la misma forma que se actuó –sin la debida aceleración– montando dos desaladoras para regar las plataneras, se tenía que haber actuado en otros aspectos. Porque va pasando el tiempo y salvo las pocas decisiones que pueden tomar los nativos, no se aprecia nada ostensible. Y es una tarea en la que ha de entrar de hoz y coz toda España, sabiendo los gobernantes españoles lo que hacen o deben hacer.
Desde nuestro rincón no podemos hacer nada más. Ya nos gustaría. Pues más bien estamos para que nos ayuden a nosotros. No obstante, prometemos mandar botijos de todos los lugares de España para que sacien su sed, por el esfuerzo que estén realizando, cuando tengan que desplazarse a La Palma a poner orden en todos los aspectos que sean necesarios. De momento ya tenemos uno con una alegoría de Madrid y su señero equipo de futbol.