El número de hoy

1/05.- Estamos contentos por haber llegado al número 300 de Desde la Puerta del Sol. Durante su decurso hemos pasado por innumerables parajes tenebrosos, tropezones sin cuento, ataques considerables, cansancio difícil de salvar, deseos de tirar la toalla...

Publicado en el número 300 de 'Desde la Puerta del Sol', 1 de mayo de 2020.
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa

El número de hoy

Estamos contentos. Hemos de confesarlo. No es que intentemos ponernos gallitos y pretendamos cacarear mirando por encima del hombro y despectivamente a los demás. En absoluto. Estamos convencidos de nuestra modestia, pero confiamos en el empeño de «tirar pa'lante» mientras nos resulte posible, intentando aclarar ideas a nuestros lectores, perfeccionando las nuestras, despertando a los españoles que nos pillen cerca y procurando dejar por encima de todo el ser de España,...

No sólo la «Marca España» comercial, sino lo que España es desde que aparecieron por aquí los tartessos, íberos y celtas, con la impronta definitiva de griegos, fenicios y la imborrable aportación de Roma, más todos los que pasando después, que fueron aportando partículas con las que se ha ido construyendo España. Sin renunciar a nada, haya sido bueno o malo, pues de todos los potajes sacamos sabores, bondades y enseñanzas sin cuento.

Y, decimos, estamos contentos por haber llegado al número 300 de Desde la Puerta del Sol. Durante su decurso hemos pasado por innumerables parajes tenebrosos, tropezones sin cuento, ataques considerables, cansancio difícil de salvar, deseos de tirar la toalla…

Pero continuamos la andadura porque nos convencían de que no caía en saco roto nuestro criterio, el pensamiento que se transmitía a través de los artículos publicados, la exaltación de la verdad, el develamiento de la mentira, el testimonio de la miseria que se esconde en determinadas gentes, la generosidad de otras, la bondad de una mayoría que apenas se nota, la existencia de la honradez aunque parezca perdida, el sacrificio de muchos, el enfrentamiento a la muerte con largueza,… y el tesón de quienes ponen todo su haber sobre la mesa a sabiendas de que, probablemente, lo perderán.

En este tráfago de unos días con otros, creemos habernos anticipado en no pocas ocasiones a lo que ha dicho la prensa con mayúsculas. No hemos tenido miedo en adelantar cuándo pudo empezar esta invasión del virus en España, quienes eran los responsables por no tomar las medidas adecuadas, la evidente carencia de medios con los que se operaba hasta muy adelantada la pandemia,...

La golfería de los mentirosos en decir lo que no era, la imperiosa necesidad de que tienen que abandonar el puesto de mando para dejar a otros que pongan en solfa el proceso por venir, incluso en algunos medios hemos leído, mes y medio después, denuncias que ya habíamos hecho, la coincidencia en la utilización de palabras similares o las mismas que habíamos empleado.

No nos arrogamos ningún mérito por ello, incluso reconocemos que otros lo han dicho mejor que nosotros y por ello hemos recogido sus artículos. Pero creemos que tomamos la delantera porque hemos vivido bastantes años, hemos hecho guardia en muchas garitas –que decía un amigo nuestro que nos dejó hace años–, hemos visto pasar de todo, hemos tocado la guerra aunque casi no nos podíamos dar cuenta de qué era aquello, hemos sabido lo que era el fin de la misma, padeciendo los años del hambre, donde faltaba de todo, escaseaba el trabajo, buscando trabajar diez, doce, catorce horas en uno o en varios lugares para que en las casas entrara lo necesario,...

Hemos visto nacer una España que íbamos haciendo día a día con gran esfuerzo y falta de medios, hemos presenciado como los campos se cubrían de mies y verdeaban, cómo desaparecía la escasez de agua, como llegamos a exportar electricidad a Francia, hemos formado a unas juventudes que supieron responder a lo que se les pedía, han salido importantes e ilustres personalidades de entre nosotros, y nacieron nuevas fábricas, y surgieron nuevas formas de vida, y aprendimos lo que era descansar del trabajo, y a honrar a los empresarios con los que conveníamos lo que mutuamente era necesario hacer,...

Y pudimos descubrir infinidad de otras muchas cosas, como exportar nuestros productos del campo, poniendo en el mercado mundial vinos que se iban mejorando con la investigación y el cuidado, y durante la etapa de la guerra mundial explotamos minas de wólfram que era bien recibido en los países en conflicto, y un sinfín de otros aprovechamientos. Ha sido un largo camino el que hemos recorrido. Sin ambiciones de ningún tipo, con espíritu de servicio, intentando con nuestras sugerencias mejorar la vida de los pueblos y las ciudades, con honestidad, con honradez, cumpliendo el servicio militar como una obligación que nos enaltecía, revirtiendo a la patria lo que de ella nos llegaba continuamente.

Todo ese corretear por muchos ponederos produce un olfato especial. Se llega a oler de lejos a las personas, sus acciones, sus ambiciones, lo que viene con ellas, ya sea bueno o perjudicial. Sobre todo si lo que percibe el olfato lo elaboras con seriedad y tranquilidad y, tras pasarlo por unas glándulas especiales que viven con cada quién, es posible llegar a saber qué sucede en ese ambiente en el que estás o que prevés va a venir.

La música también te espabila no poco, y las palabras que van llenando el ambiente, y hasta sacas consecuencias a través del arte que se extiende por la calle, es bien recibido y entra en las salas de exposición e incluso en los grandes despachos o salones de reuniones importantes.

Por ello no resulta difícil deducir qué pretenden las autoridades, qué intenciones llevan, cuál es su objetivo a corto y largo plazo. Por ejemplo es fácil deducir el odio a la Iglesia de Cristo, aunque este ejemplo no requiere mucha investigación ya que los que andan tras destruir la fe católica lo llevan inscrito en la cara, y lo van dejando caer sin tapujos,...

Como es el caso de estos días en los que nuestros sacerdotes no pueden celebrar misas en las iglesias, habiéndose dado el caso, incluso, de que la policía ha interrumpido el oficio divino para pedir la documentación al oficiante y la autorización para poder celebrar la misa; por el contrario, alguna de nuestras autoridades se ha interesado por cómo estaban llevando la pandemia los musulmanes, permitiéndoles celebrar el ramadán como les venga en gana y donde les apetezca, en la calle o en sus mezquitas,

Largo es el camino, variado y diferente en cada esquina, duro en muchas ocasiones y aceptable en no pocas, en unas cunde la tristeza y en otras nace espontáneamente la alegría. «Cést la vie» dicen los franceses con confianza. Y nosotros lo secundamos.

Pero sabiendo que no hay que dejarse conformar con cualquier cosa que traiga esa vida, que hay que ajustar todo, incluso esa vida, a unos parámetros que nos fueron im-puestos al nacer y fueron recordados por Jesús de Nazaret.

Hablando del recorrido de los tiempos, no viene mal traer a colación un botijo, griego, del siglo IV a.C., cuya denominación era Askos, y que podemos considerar el antecesor de nuestros botijos de La Mancha o de cualquier pueblo de España.

Vemos que su morfología es prácticamente la misma, con un solo pitorro y un asa que lo une a un apéndice sin agujero. Siglos después, probablemente un ceramista hispano se dio cuenta de que faltaba ese agujero y perfeccionaría el botijo.

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