Él o los milagros
17/ENE.- Él, Pedro, continúa, como si estuviera dotado de poderes extraordinarios y contara a su vez con dotes milagrosas, que lo elevaran a hálitos imperecederos hasta el momento...
Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 713 (17/ENE/2023), Ver portada El Mentidero. en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP.
Él o los milagros
Que yo crea en los milagros, no tiene gracia, pues siendo católico apostólico romano, si lo eres de verdad, estás convencido de que los milagros existen como las meigas, que haberlas las hay. Y el milagro al que ahora me acerco es a la existencia, persistencia y subsistencia del individuo llamado Pedro Sánchez que, habiendo cometido todo los desmanes posibles e imposibles, sigue estando presente entre nosotros, no deja de manejar nuestros bienes, controla ya todos los estamentos y rincones del Estado sin que le hayan cortado las manos, haya tropezado en un adoquín y partido la crisma, o algún macho de esos que aparecen de vez en cuando sabe Dios de dónde le haya roto el testuz; y el tipo sigue sus andanzas sin reparo alguno, sin temor de que se le note, provocando lo que sea necesario, y dejándose acompañar por una banda de 22 ¿caballeros/as? que apenas saben lo que es una lanza y el único arma que emplean es el de la lengua que manejan con atrevimiento, aunque no terminan la lid pues les faltan buenas maneras, adecuado dominio de la espada, y saber dirigir el mandoble, en el momento oportuno, al lugar apropiado; aunque saben aprovechar los resultados. Es decir, hacen todo lo posible para moverse como como Florendos y Floramán cuando andaban por tierras del Quijote, o como Suero de Quiñones que con sus nueve compañeros fue capaz de defender el puente sobre el río Órbigo, o la soltura del infante Enrique de Aragón y sus veinticuatro caballeros que se las tuvo en Valladolid en otro paso de armas construyendo una simple fortaleza de madera y un graderío para alojar al público que acudió a la lid que llegó a tener lugar entre los caballeros; por más que a Pedro sí que hay que reconocerle que sabe montar los graderíos para contar sus sueños a los tontolicones que van a escuchar sus mentiras y sandeces.
Que lo de Pedro es un milagro lo viene a justificar que, recibiendo bofetadas casi a diario de toda la prensa nacional –con la excepción lógica de la prensa comprada directamente o a través de los partidos que reciben buenos emolumentos y no pocas soldadas en dinero o especie–; teniendo en contra a estas alturas prácticamente a toda la intelectualidad del país menos a los que se consideran como tal y únicamente son calderilla; sospechando el vacío que producen en los no votantes, sean de uno u otro bando, o asépticos a ese control, pero sí se puede garantizar que están hartos y repudian sus acciones y dicciones; cayendo sobre él el dolo que puede contener el sin fin de manifestaciones que le culpan de los desmanes que tienen lugar en el país, las lujurias que se producen continuamente por el ansia de poder; siendo desdeñado al recibir continuamente palmetazos de los organismos internacionales..., él, Pedro, continúa, como si estuviera dotado de poderes extraordinarios y contara a su vez con dotes milagrosas, que lo elevaran a hálitos imperecederos hasta el momento.
Mas cabe pensar que los milagros no siempre caen del mismo lado, y mucho menos si ese lado no está demostrado es merecedor de ellos. En algún momento cambiará el viento, y tendrá que venir acompañado de una tormenta o un anticiclón, con la tendencia de las isobaras a juntarse debidamente para producir el resultado necesario en el momento oportuno.
Sabemos que el Señor, a veces, es más benigno con los protervos que con los estrictos por aquello de que requieren mayor ayuda, más amplios consejos, cosa que nosotros mismos no somos roñosos en pedir en nuestras oraciones; pero cuando se ponen pesados, desdeñan todos los retoques misericordiosos que los llueven, a veces es imprescindible la bofetada, como la que en ocasiones se da con todo dolor a un niño para que comprenda hay que cambiar de rumbo. Y creemos que estamos en el camino de esta llamada de atención.
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