Los errores de Sánchez
Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol, núm 424, de 2 de marzo de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa.
Es maravilloso el donaire con que nuestro amado presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nos toma el pelo. No se le puede negar. Su galanura no tiene parangón. El garbo que emplea para soltar memeces con las que pretende engañar al pueblo español –y a muchos tontos del haba los engaña– merece todo canto plagado de parabienes pues lo hace sin cambiar el gesto, con la cara sonriente como si estuviera recitando un poema mimoso a los pasmados espectadores televisivos.
Y de esa forma tan gentil, con un tono de voz casi más atractivo que el de Juanita Reina cuando cantaba su famoso «chiquita piconera», confiera que tuvo errores con la cosa de la pandemia. Sus errores no fueron los de creer que era algo que él podía vencer con un par de homilías por televisión, que no había problemas en que las del género se manifestasen masivamente el 8M por todo el país, que no se molestarán en buscar rápidamente los elementos necesarios para que los médicos pudieran actuar, que compraron lotes de marcarillas inservibles a precios desorbitados, que adjudicaron a proveedores amigos al «precio que fuera» el material necesario, que lo buscaron fuera de España cuando aquí podían adquirir más rápidamente, que dejaron un tema tan importante en manos de ignorantes, asesorados por equipos inexistentes, que él, Pedro, se escondió durante periodos de tiempo porque, suponemos, no sabía qué decir ni hacer, que se fue de vacaciones cuando debería haber estado al frente del Gobierno día y noche pues era profundamente grave lo que sucedía en el país, donde miles de personas morían diariamente, miles de ellas se quedaban sin trabajo, tapándose ojos y oídos cuando se comentaba que cerraban comercios y fábricas todos los días,…
Pedro Sánchez confiesa, ahora, que se equivocó al no establecer el estado de alarma por más tiempo. Asegurando que el Gobierno actúa bajo la premisa de «no bajar nunca la guardia», asegurando que «aún no hemos superado la pandemia», pues los datos epidemiológicos no invitan a levantar ya el estado de alarma. ¡Qué genio nos has dado, Señor!
De la pandemia, probablemente no se ha enterado demasiado salvo lo que le tocó por la parte que enganchó Begoña, pero de aprovechar el tiempo para lanzar decretos ley sobre todo lo que se le ha ido ocurriendo durante este tiempo, más lo que le exigía su compañero Pablo Iglesias, el que no lo iba a dejar dormir. Este chico, es tan irresponsable, que no debe haber tema que le impida dormir.
Al acercarse la última vez el Parlamento, y cantar su palinodia respecto a su único error de no habernos tenido encerrados más tiempo, hundiendo más todavía al «tejido» empresarial, ha aprovecha el tiempo para pedir unidad a los españoles, unidad a las fuerzas políticas para llegar a un acuerdo con el PP para renovar el Consejo del Poder Judicial, acuerdo en el que pretendía engañar al PP, como es su costumbre hacer con cualquiera, pues en principio eran PP y PSOE los que designarían los miembros a renovar el citado CGPJ, pero, a la hora de la verdad, han salido por ahí Podemos y el PNV cada uno de ellos con su candidato.
No tiene remedio. Ni poniendo en funcionamiento todo su donaire, ni echando mano de la posible galanura que pueda destilar, ni recurriendo al melifluo tono en el hablar pensando en la atractiva piconera de Julio Romero de Torres cuando le daba al brasero con la badila, es suficiente para convencer al pueblo español, al menos a una buena mitad del pueblo español, de que lo que dice es bueno para la generalidad, para todos, y no únicamente para sus intereses y los de su ideología, si es que la tiene, que también cabe pensar que tenga alguna ideología, aunque descanse en la de Pablo Iglesias para que las cosas le vayan según él pretende.
Hoy traemos un botijo poco frecuente que hemos encontrado por ahí en nuestra constante búsqueda, sumamente recargado, en el que aparece una imagen de Santa María de la Cabeza, por lo que, suponemos, o es de por aquella zona o al menos lo han encargado devotos de la citada Virgen, en cuyo santuario, sito en el cerro del Cabezo, en Andújar, Jaén, tuvo lugar uno de los hechos históricos más destacados de la guerra civil que enfrentó a los españoles.