Juana, Junqueras 'et al'.
Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 462, de 1 de junio de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en LRP. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa.
Sacando nuestras propias conclusiones resumimos la cuestión diciendo que la justicia se debe basar en la igualdad de los seres humanos encaminada al bien común; por ello, pues, como nos diría san Gregorio de Nisa, tendríamos que reflexionar apoyándonos en que «el objetivo de la vida virtuosa consiste en llegar a ser semejantes a Dios» (De beatitudinibus, oratio 1). Frente a esta justicia tenemos la que nos damos a nosotros mismos, ya sea impuesta dictatorialmente, ya aprobada por un parlamento más o menos sectario, más o menos influido por las ideologías, más o menos teniendo en consideración intereses espurios.
Si bajamos un escalón y descendemos a lo que puede acontecer después de haber llevado a su último extremo el contenido de la ley de los hombres, nos daremos cuenta que quizá tampoco resulta justo se trate de modificar el contenido de la penas impuestas y se resuelva mediante una segunda interpretación manipulada sin tener en consideración la igualdad entre todos los que reciben una condena de los magistrados.
Y llegamos al punto al que queríamos arribar, el de las amnistía que, al parecer, nuestro Gobierno está fraguando para los penados Junqueras et al con el fin de buscarse el apoyo para perpetuarse por un número amplio e indeterminado de años en dicho puesto. Ni decir tiene que pensamos que esa tropa debe cumplir todos los años de castigo que generosamente les han echado encima los magistrados; incluso más si se expurga y se consigue encontrar resquicios que debe haber por ahí, que sin duda los habrá. Es más, los hay, pues en las manifestaciones que hacen en cada ocasión que se les brinda la ocasión –como repite igualmente el reciente presidente de la comunidad catalana–, se reiteran en lo hecho, manifestando ampulosamente que lo volverán hacer, cuando lo que se espera de ellos es que se retracten y rectifiquen para cancelar el problema.
Estos días nos encontramos con otro caso, en el que no vamos a entrar pues sería perderse, pero sí queremos comparar el tratamiento de la justicia de los hombres que aplican rigurosamente la ley, sin tener en consideración la justicia de la igualdad que debe guiarnos para ser semejantes a Dios, no iguales y menos superiores a Él como algunos pretenden. Se puede ver en toda la prensa que el correspondiente juzgado insta la entrada en la cárcel de Juana Rivas, para cumplir los dos años y medio con que resolvieron el largo trámite por el delito de sustracción de menores, al haber quitado a su marido la custodia que le había sido otorgada por una falta de entendimiento entre los cónyuges. Y ante estos dos casos nos preguntamos:
¿Es justo encerrar a una madre por querer tener a sus hijos con ella con una pena de dos años y medio, mientras se pone en la calle a unos funestos personajes –hombres y mujeres– condenados a penas entre diez y trece años de prisión? –lo que se puede extrapolar a la misericordia con que se actúa con los asesinos de ETA–. A simple vista no. Incluso inclinándose por la inversión de las intenciones; es decir, aplicando la misericordia con Juana Rivas por una acción que es profundamente humana y condenando a toda la pena que les cayó a Junqueras et al porque sus hechos van contra las leyes de los hombres por la ambición o las inclinaciones extraviadas de los culpados.
El presidente ha dicho que habrá amnistía para Junqueras y sus chicos. No sabemos qué sucederá con Juana Rivas pues como ella no servirá para sus maniqueos, no la presta la menor atención.
¡Qué complicadas son las relaciones y la vida de los hombres –varones y hembras–! ¡Qué difícil hacemos la convivencia! ¡Qué complejo el llegar a entendernos! ¿Por qué no tratamos de pensar y elaborar todo lo que nos rodea con ánimos de llegar a encontrar lo mejor que se pueda obtener para que nos ayude a vivir? Para ellos Dios tendría que cambiar la mente de los ambiciosos, los avaros, los soberbios, los desorientados, y toda una pléyade que no se conforman con disfrutar de un mundo tal cual es y pretenden cambiarlo sin que ello sea posible pues no depende de ellos, sino que lo rige el ser supremo que nos creó con la intención de que siguiéramos un camino que nos condujera a «llegar a ser semejantes a Dios» como nos recordara san Gregorio de Nisa.
Hoy nos acompañan dos botijos completamente distintos. En forma, en tamaño, por el distinto tipo de arcilla con el que fueron fabricados, reflejando ambos el primor que pusieron los humildes alfareros a través de su personal arte y técnica. Pero el objetivo buscado por los artesanos que manipularon un botijo o el otro, ¿era el mismo? Sí. En uno y otro se puede disfrutar de la frescura rústica del agua y el sabor nutritivo de los minerales que conforman su estructura.